Para haber perdido a lo
largo de los años a sus dos guitarristas originales, LAY DOWN ROTTEN se las han
apañado bien para conservar un estilo más o menos reconocible. Este es ya el
segundo disco tras la marcha de los dos “Danieles” (curiosamente el último
fichaje a las seis cuerdas también se llama Daniel), de modo que hoy día sólo
queda el batería como miembro original, aunque el bajista casi podría ser
considerado como tal, porque lleva en el grupo desde su segunda Demo, del 2001.
El caso es que sólo la sección rítmica perdura, y esa, se mire como se mire, no
suele ser la parte que corta el bacalao en un grupo de Death Metal, o de Metal
extremo en general, y al final se nota en el estilo actual de LAY DOWN ROTTEN,
pese a su continuidad y su constancia a la hora de publicar discos.
Sus tres primeros
trabajos salieron con Remission Records, luego editaron tres más con Metal
Blade y este “Deathspell catharsis” es el primero para Apostasy Records, sello
de recientísima creación, propiedad de Tomasz Wisniewski, cantante de DAWN OF
DISEASE, y prácticamente consagrado a grupos alemanes. En el pasado LAY DOWN
ROTTEN se habían caracterizado por un Death Metal sin dogmas de escuela,
amplio, generalista, con estructuras clásicas y muchas partes pegadizas,
incluso en los estribillos. Ahora van un paso más allá y se entregan a un
estilo aún más accesible, “comercial” le llamarán algunos, en muchos momentos Death
melódico, con guitarras dobladas, armonías épicas y estribillos diseñados con evidente
intención de provocar una respuesta inmediata en el oyente.
Sobre la orientación
estilística de un disco creo que no hay que valorar nada, ni para bien ni para
mal, es la que le da la gana al grupo y si a alguien no le gusta, que no compre
el disco, que deje de ir a sus conciertos y que revenda sus posters y
camisetas, así funciona el mercado, y al final la libertad creativa de los
artistas siempre queda expuesta a la libertad de los fans para respaldarlos o no.
Yo constato el cambio y allá cada cual, cambio que en este caso ni siquiera es
drástico, sino sólo una intensificación de parcelas que ya existían en su
sonido. La producción del álbum es fantástica, y los arreglos también, con muchos
detalles, rellenos, voces superpuestas, frases solistas, solos llameantes y
expresivos, y en general un reparto sobresaliente del trabajo guitarrístico,
como en el tema “Schaedelberg”, por citar uno.
Por la parte
compositiva los méritos son muy inferiores: para empezar, abusan del truco de
bajar a un tempo lento cuando entra el estribillo, cambio que repiten en todos
los temas salvo el último, donde hacen el cambio inverso. Lo hacen con tanto
descaro que los temas 1 y 2 (” Cassandras
haunting” y “Deathspell catharsis”) tienen el estribillo exactamente a la misma
velocidad y hasta melódicamente son parecidos, y no hay que ser especialmente
observador ni suspicaz para notarlo, porque es muy cantoso tratándose de dos
temas que van seguidos. Paso algo parecido con los temas 7 y 8 respecto a la
velocidad de la estrofa, e incluso el 9, aunque en realidad es así en todo el
disco, y si destaco estos ejemplos es sólo porque cometen la imprudencia
añadida de colocarlos seguidos. El mencionado 9 (“Blood on wooden crosses”) al
menos tiene una estructura propia, es el más variado en cuanto a velocidades, el
paso de unas a otras no coincide necesariamente con la llegada y el final del
estribillo y no está construido maniqueamente alrededor de las dos que imperan
en el resto de composiciones.
“Zombiefied electrified”
también presenta mayor variedad rítmica que la mayoría de temas, aunque se
vuelve aburrido cuando se adentra en la parte más pesada. Y en general tampoco
es que haya temas deslumbrantes, riffs antológicos, estribillos apoteósicos…
más bien lo contrario, todo es muy normalito y suena bien sólo gracias a la
producción y los arreglos, pero al cabo de varias escuchas palidece y pierde
fuerza. Los estribillos en particular, que son una baza importante en este tipo
de Death Metal “digerible” y orientado a públicos amplios, carecen de verdadera
fuerza y sobre todo de la capacidad de resistir el paso del tiempo. Los de “The
fever” o “Zombiefied electrified”, con su simpleza a lo KREATOR, son buenos
ejemplos. Les podrá funcionar para los directos de la próxima gira porque es
fácil de cabecear, de recordar y de corear, pero eso no hace un gran tema, es
música de corto recorrido, de consumo rápido, material perecedero. Y de los
demás, sólo los de los dos primeros temas son más o menos resultones, y con
toda intención están convenientemente puestos el principio, como pasa siempre
en este tipo de discos.