No es que en Nueva
Zelanda no haya Death Metal, pero por sus circunstancias geográficas el que hay
sale poco o apenas se conoce más allá de sus fronteras, salvo en el caso de
algún grupo de renombre como ULCERATE. El que nos ocupa ha ido a fichar nada
menos que por un sello ruso, y además de reciente creación, aunque el álbum se
distribuye también a través de Sevared Records. Lo que hacen estos ORGIASTIC
REBIRTH no se corresponde con lo que a priori parece indicar su nombre o lo que
pueda sugerir la portada, obra del Mottla Art Studio: no es Slam, ni siquiera
Brutal Death, es Old School Death pero no retro, ya que alberga un poquito de
otras cuantas cosas, como las citadas o como ciertos rasgos Doom, y tiene un
saludable aire de naturalidad que lo sitúa por encima de tendencias demasiado
enclaustradas en sí mismas.
El estilo puede
recordar a veces a unos ASPHYX, puede sonar a AUTOPSY, puede parecerse por
momentos a MORGOTH, a ROTTREVORE, a CARNAGE… o a DEVOURMENT. Tiene partes
arrastradas y ritmos pesados, pero cuando les apetece meter blasts lo hacen, y
si quieren arrancarse con un ritmo casi Slam también, como en “Chainsaw the
children”, incluso pasan alegremente de lo uno a lo otro en “Mangled cunt
fixation”. El tema estrella es el casi instrumental “Substance induced
psychosis envoking mass perverse cannibalistic execution rituals”, de duración
tan larga como el propio título y honda introspección Doom, aunque otros como
“Eviscerate the unborn” también brillan a gran altura. Por el camino despliegan
un interesante muestrario de recursos que abarca toda la historia del género
pero que en ningún momento suena chocante, ya que funden sus variadas
influencias con sentido de la cohesión y el conjunto acaba estando bien
empastado.
La mayor pega es el
sonido de la batería, demasiado mecánico, demasiado poco orgánico para poder
llegar al nivel del resto de la música y de los instrumentos. A cambio, el bajo
ha logrado un estupendo sonido medio difuso pero a la vez con cuerpo, y gracias
a él se compensa en parte la limitación de la batería a la hora de unificar la
masa sonora. Incluyen de regalo un par de versiones, una de MORTICIAN y otra de
DEATH, si bien la primera no encaja con el resto del álbum, por el estilo tan
distinto de ambos grupos y porque queda en evidencia que las brutalidades y el
simplismo de los estadounidenses sólo tienen sentido con cierto tipo de
producción. En realidad estas versiones habrían quedado mejor como auténticos
“Bonus-tracks”, sin escatimar duración a la aportación creativa personal, que
al final se queda algo escasa y nos deja con la sensación de que no han
explotado toda su riqueza de registros y de que podrían haber exhibido aún más
todo su potencial, por ahora sólo insinuado.
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