He aquí la gran cagada
de Jaymes Grundmann, haciendo un chiste fácil. Se trata de su otro proyecto
casi en solitario, aunque, a diferencia de lo que hizo en ENTRENCHED
INGURGITATION, en este parece estar al frente de forma estable, ya que ahora es
él quien permanece y el cantante es el que ha ido cambiando, siempre mediante
colaboración transoceánica: primero Vadim Moskalenko de los rusos CRANIAL
OSTEOTOMY, que fue quien metió voces en este álbum, y actualmente Didi Splinder
de los austriacos AURICULAR INSEMINATION. No se entiende muy bien que un tipo
con el nivel vocal de Grundmann necesite buscar berreadores externos para sus
proyectos, quizá sí en ENTRENCHED INGURGITATION porque el registro de Analator
nada tenía que ver con el suyo, pero aquí las voces no se alejan de lo que él
suele hacer e incluso quedan por debajo en cuanto a rendimiento (Analator es,
por cierto, el creador de la idílica portada de este “Geriatric coprophilia”,
bastante parecida en su concepción a la del “Born from rot” de LOATHSOME, también
suya). En todo caso, lo que debería entrarle en la cabeza de una vez por todas a
este maniaco del extremismo musical es que a las voces no tiene precio, pero
como compositor está a nivel de parvulario.
Riffs absolutamente
tontos, repeticiones hasta aburrir, música mal grabada, producción casera, mal
sonido de batería… si es que se lo lleva todo. Lo único atractivo es el sonido
de la guitarra, y el de la voz a ratos, pero eso no basta para soportar mucho tiempo
seguido este desfile de ideas ramplonas, mediocridad, vulgaridad y Slam del
peor, más gastado y más previsible. Y respecto a la duración total y a la
inclusión de material de relleno, parece que el chico ha pillado la idea y
ahora mete más intros pero más cortas, que es como debería ser siempre, porque
así tienen gracia y también es la forma de que no sean una estafa. Sin embargo
la estafa se mantiene -llamémosle sólo “estrategia”, para no crear suspicacias-
porque vuelve a meter un primer “tema” de más de dos minutos y medio y otro más
al final de cinco minutos largos, en ambos casos monólogos sobre asesinos en
serie, el uno americano y violador y el otro japonés y caníbal, vaya derroche
de imaginación. En total son ocho minutos más que cuela por la cara, en su
línea, mientras que temas musicales como tal al final hay siete en unos
diecinueve minutos. Lo siguiente ya será mandar cartas a sus fans y pedirles
directamente que le den su dinero sin grabar nada, que lo mismo el pobre se
cansa en el intento.
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