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El planteamiento
general no ha cambiado, mantienen su propuesta de temas hiperveloces por debajo
de los dos minutos, guitarreo frenético y una batería obligada a un particular
encaje de bolillos para poder seguir el paso a Slava. Lo que sí ha cambiado es la
forma de realizarlo, ya que aplican la misma fórmula constructiva a cada uno de
los diecisiete temas, el mismo diseño en los riffs, la misma ristra de notas,
los mismos acentos irregulares, los mismos cambios de ritmo en el mismo punto
de cada tema… Lo peor es ese ametrallamiento de notas con que insisten una y
otra vez y que parece igual siempre. Suponemos que no lo es, pero ciertamente
lo parece. Basta escuchar el tema “Forced foreskin soldering”, por ejemplo, y
ya está oído el disco entero. O cualquier otro, porque son todos clónicos. El planteamiento
del grupo es muy interesante, hasta original sin haber inventado nada, es diferente
a lo habitual y les hace destacar, pero lo llevaron a cabo con muchísima más
variedad y gracia en su debut que en esta espesa y apelmazada continuación.
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