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En todo caso ese no es
el mayor inconveniente, sino que ni los temas nuevos ni las versiones en
directo están a la altura, versiones, por cierto, de tres temas procedentes de
su anterior “The dark world of parasitic infections” del 2012. Empezando con
estas, hay que decir que la calidad de la grabación es francamente mala, el
sonido es difuso, apenas se distinguen los instrumentos, la música no tiene
presencia y parece que la toma se hubiera hecho con un micrófono de ambiente,
en plan disco pirata de los años ochenta. Los seis temas nuevos, por su parte,
suenan potentes y no hay nada reprochable en la producción, pero compositivamente
son sólo correctos y no destacan por nada en particular. Es Brutal Death
variado, con los cambios habituales y los ritmos básicos conocidos, todo bien
hecho pero demasiado elemental. También la ejecución instrumental se limita a
lo básico, no hay partes agudas en las guitarras, variedad vocal, rellenos o
cortes en la batería, y en general apenas se aprecian rasgos de personalidad ni
como grupo ni como músicos. Eso sí, dan cera y son entretenidos, y probablemente
en directo sean motivo de disfrute salvaje, pero en disco van a necesitar subir
el nivel para seguir en esa concurrida élite de la brutalidad.
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