MORTAL DECAY han
tardado tanto en sacar este disco como lo que tardaron en sacar los tres
anteriores, pero ha merecido la pena, porque es lo más elaborado y depurado que
han grabado nunca, una exquisitez de podrido Death Metal, un repulsivo ejemplo
de sofisticación musical manchada de sangre. Sin hacer exactamente Death
técnico, logran un nivel de ejecución pasmoso y un continuo despliegue de
filigranas entre los distintos instrumentos, ya que aquí todos trabajan por
igual y ninguno desmerece al resto. Cómo no, las guitarras son las que llevan
el mayor peso a la hora de tejer todo ese entramado de riffs, frases, solos y
sobre todo melodías dobladas, pero ni la batería ni, especialmente, el bajo se
les quedan a la zaga.
El otro gran mérito del
disco es la increíble variedad rítmica que exhiben, es difícil encontrar ritmos
que se repitan o que recuerden a cosas ya conocidas y bien establecidas. Las
hay, por supuesto, pero el esfuerzo por salirse de lo más trillado es
admirable, y también la capacidad de hacerlo sin sonar raros ni experimentales.
Es Death con todas las letras, no Old-School pero tampoco Brutal, no es
Tech-Death y tampoco es Death melódico, pero tiene melodía, precisión,
agresividad y oscuridad. Velocidad es tal vez lo que menos tiene, y es que les
interesan más los medios tiempos, que es donde realmente consiguen encontrar la
mayor variedad de detalles, ritmos, cambios y juegos compositivos varios.
Lo que más se echa en
falta, y lo que a la larga hace que sea un gran disco pero no perfecto, es una
producción más potente, especialmente en la batería, que claramente está en un
segundo plano, y el sonido en conjunto resulta demasiado pulcro, demasiado
ligero. El disco se presta a escucharlo con calma y apreciando toda la enjundia
instrumental, pero le habría venido bien reforzar esto con una sensación más
visceral, que diera la impresión de agarrarte por las entrañas y sacudirte
hasta dejarte medio muerto, y eso por desgracia no lo consigue. Pero si
buscamos complejidad en las guitarras encontraremos ejemplos espectaculares en
muchos momentos, el principio de “Ocular haze” va sobrado, y otros temas como “Nocuous
compulsions”, “Jugular gurgle” o especialmente “Mourning euphoria” están a la
misma altura. Los propios títulos sirven para ilustrar por dónde va el
planteamiento musical: la temática de siempre pero con un enfoque macabramente
refinado. Si tuviera más pegada, y si consiguieran de vez en cuando sonar más
pegadizos -aunque lo cierto es que nunca lo han sido-, estaríamos ante un
trabajo deslumbrante. Nos “conformaremos” con que sea magnífico.
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