Viendo los protagonistas del evento ya sabemos lo que podemos esperar, y así es: Old School Death por un tubo, primitivo y al estilo sueco de hace veinte años (más cercano a UNLEASHED que a DISMEMBER o ENTOMBED, por citar algunos ejemplos). De allí vienen BONE GNAWER, que reúne a músicos con largas trayectorias a sus espaldas (no me parece relevante para valorar el disco si se trata o no de un supergrupo o un proyecto paralelo o lo que sea, ni si la escucha del mismo debe tener en cuenta las supuestas expectativas creadas por tal combinación de personajes); por su parte, BONESAW vienen de Escocia y han publicado varios Splits y EPs en sus diez años de existencia.
Pese a la deliberada orientación, la producción resulta un poco demasiado pulida y los medios modernos les delatan (muchísimo más en el caso de BONE GNAWER). La voz, como corresponde al estilo, es más áspera que gutural, y el sonido en general es crujiente como una motosierra oxidada atravesando un paquete de krispis, si bien el de BONESAW es bastante más sucio, como apuntaba antes, y por ello mismo más creíble si uno quiere dejarse llevar por ese sentido de regresión que se supone les inspira.
Las composiciones siguen la línea esperable de riffs simples y ataque directo, con ritmos demoledores, frases reconocibles, secciones que reaparecen, etc., sin abusar de cambios de ritmo inverosímiles y sin añadir doscientas partes distintas a cada tema. Cada uno de ellos tiene así su identidad personal y creo que han logrado darles un sentido de homogeneidad admirable. Curiosamente, los dos grupos sitúan un tema lento en segundo lugar de los tres que presentan, el segundo de BONESAW luego se transforma y se adentra en una parte rápida, pero el cambio no resulta chocante. También los temas rápidos tienen secciones más lentas, pero las desarrollan hasta sus últimas posibilidades y las transiciones resultan naturales.
Además, ambos grupos parecen estar inspirados y han creados temas que, sin ofrecer nada nuevo –en realidad esta es la idea de partida-, tienen gancho. Quizá más los de BONE GNAWER, al menos en las primeras escuchas, aunque también puede deberse a su sonido más metálico y a que BONESAW aportan una mayor sensación general de oscuridad. Sea como sea, en esta ocasión el proyecto de turno de Rogga Johansson no sufre de ese carácter reiterativo de otros trabajos suyos, víctimas del “quien mucho abarca…”, y los escoceses dan claras muestras de saber bien lo que hacen. La pena es que el disco sea tan corto.
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