FORBIDDEN, una banda infravalorada según muchos, publicaron dos semi-clásicos del Thrash a finales de los 80, algo tarde para haber sido clásicos completos, ya que, aun siendo discos con un trabajo guitarrero soberbio, llegaban cuando el estilo ya estaba definido y establecido. Además, pecaban de una cierta irregularidad y de una ocasional falta de inmediatez que muy probablemente también contribuyeron a mantenerles en la segunda división. Tales rasgos se mantienen en este “Omega wave”, fruto de su reciente vuelta a la escena activa, pero el estilo está asimismo emparentado con sus dos arriesgadas y experimentales –también incomprendidas- obras de los años 90, particularmente con “Green”. Han retomado el gusto por los temas largos de sus primeros dos discos, tipo “Through eyes of glass”, “One foot in Hell” o “Follow me”, y han recuperado las partes cantadas que aparecían en éste último o en otros como “R.I.P.”, también añaden arpegios al estilo de “Green” e incluyen muchos riffs que, en lugar de estar hechos a base de cascadas de notas y escalas, son en realidad una sucesión de acordes abiertos a los que rodean de adornos varios, en línea con sus discos de los 90. Por otra parte, oscilan de forma bastante drástica entre temas rápidos y otros más pesados, donde por desgracia no siempre logran mantener el interés.
Al margen de estas cuestiones, hay algo sospechoso en el planteamiento del nuevo disco, al igual que en las propias reuniones de tantos grupos que reaparecen al cabo de los años queriendo reivindicar su lugar. Por un lado, la duración es excesiva, sobre todo tras comprobar que casi la mitad de los temas carecen de gancho, por otro la composición se atiene a unos parámetros que el grupo repite a lo largo de todos los temas, dando una sensación de premeditación más que de espontaneidad. Parece que en lugar de hacer “lo que les haya salido” se han sentado a pensar qué línea querían que siguiese este trabajo y a partir de esas directrices –abiertamente conservadoras- lo han ido moldeando. No está mal, y casi todos los grupos siguen este método cuando ya llevan unos años en el negocio, pero tratándose de una banda que no ha estado caracterizada precisamente por su inmediatez, resulta un tanto imprudente.
Si uno escucha el disco sin saber que son FORBIDDEN, pensaría que está ante un grupo con evidente madurez en el trabajo compositivo y de arreglos, o también que podría tratarse de un grupo joven excepcionalmente dado a crear temas largos y algo meditativos, lo cual es raro dentro del género. En cualquier caso, el resultado es correcto pero no apasionante. Y si conocemos la autoría real y logramos evitar la comparación con su pasado, la apreciación es la misma: el disco se presta más a sentarse a escucharlo que a tirar las paredes de casa haciendo headbanging y provocando que los vecinos llamen a la policía.
Esto en principio no tiene por qué ser un inconveniente, pero lo es cuando tras un primer cuarto de hora potentísimo llegamos a “Swine” y el ímpetu se desvanece, la música se estanca y tratan de estirar hasta la extenuación ideas que no dan para seis minutos y medio de tema lento y pesado, ni aun intercalando un fragmento rápido. Después colocan un largo interludio que no aporta nada y a continuación vuelven a la carga con otros casi siete minutos de un tema igualmente ambiguo: a un prometedor comienzo le sucede un nuevo bajón y surge entonces una estrofa en la que parecen los SENTENCED más lentos y melancólicos de “Frozen”, cantada hasta con un lejano aire a lo Bruce Dickinson. Nada en contra de tales influencias, pero al ser tan ocasionales y repentinas en el desarrollo del disco, aquí desentonan. El tema atraviesa distintas secciones pero, por desgracia, no consigue mantenerse a flote.
El gran inconveniente del disco viene por ahí, en lo mucho que tiene de irregular. Recuperan pegada en “Hopenosis” (con un principio que recuerda al “Living through me” de PANTERA) e “Immortal wounds”, pero de nuevo los últimos tres temas se quedan en la lista de las buenas intenciones. Hay ideas útiles aquí y allá, pero habrían hecho b)ien en desechar otras cuantas y confeccionar un disco más corto pero más homogéneo, logrando una sensación de conjunto verdaderamente poderosa. De paso, a “Behind the mask” le sobra el último minuto, y a “Inhuman race” el primero: en detalles así parece traslucirse que estuvieran tratando desesperadamente de demostrar algo con este disco.
Está claro que tienen oficio y que han desarrollado un concienzudo trabajo de elaboración sobre los temas, pero a ratos les falta aún más inmediatez que en los 80, y muchas partes o riffs son demasiado genéricas (ya en el “Twisted into form” del 90 empezaban a parecerse unas a otras, sobre todo las partes vocales). Incluso la portada, con los mismo cráneos de “Forbidden evil”, es una reminiscencia más del pasado con la que parecen querer ir a lo seguro. Quizá si antaño hubieran peleado en la primera fila que probablemente merecían hoy habrían podido hacer un disco más seguro de sí mismo y más directo.
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