Qué gusto da encontrarse con grupos que no siguen a rajatabla los cánones de ningún género, como estos VILLAINS americanos, quienes no parten de directrices preconcebidas, sino que hacen lo que buenamente les apetece y luego el resultado suena a Thrash, Death, incluso Hardcore (en “Headless excruciator” o algunas partes de “On the prowl”), y posee también un deje Black, particularmente en la voz y en muchos riffs, siempre con un gustillo retro pero no totalmente Old School. Y además todos estos ingredientes aparecen a veces mezclados, a veces alternando unos con otros y a veces yuxtapuestos, es decir, simultáneos pero no mezclados. Total, una gozada.
Me los imagino apareciendo por el local de ensayo en plan “mirad lo que se me ha ocurrido”, “genial, vamos a ver por dónde seguimos”, mientras que el sistema de trabajo de tantos y tantos grupos, sobre todo noveles, parece consistir en “esta es la fórmula según el manual, vamos a aplicarla y a rellenarla con unos riffs más o menos aleatorios e impersonales”. Es fácil, todos sabemos la receta para tal o cual género y todos podríamos hacer un tema ortodoxamente death o black, cuatro ingredientes conocidos y listo. Pero –y no es un juicio personal- esto, por definición, mata la creatividad y limita la expresión de los grupos. Pues bien, VILLAINS están tan por encima del problema que han alcanzado esa gloriosa libertad creativa que parece haberse perdido en gran parte de la música extrema.
Luego a cada uno podrán gustarle o no los temas, esa es otra historia, pero que lo que hacen les sale del alma no puede negarse, y eso siempre es un buen comienzo. En general tiran sobre todo hacia el Thrash crudo y callejero, pero la diversidad de influencias aparece a lo largo de todo el disco. Tampoco tienen el menor inconveniente en incluir partes solistas o en usar ocasionales voces limpias, y lo cierto es que todo lo que hacen resulta coherente y tiene sentido. Y cuando les da por lanzar histéricos chillidos agudos, como en la mencionada “Headless excruciator”, “Scumbag preacher” o “Crawl to the cave”, añaden un nuevo componente entre lo macarra y lo cómico que les sienta de maravilla. Hay un cierto elemento de excentricidad constante en su música, pero no porque ésta sea experimental, progresiva o vanguardista –nada más lejos-, sino porque es espontánea y casi siempre imprevisible. El resultado es un disco fresco, honesto, con la actitud de DARKTHRONE -y buena parte de su sonido, incluido el más reciente-, pero también agresivo y rabioso, una más que necesaria dosis de Thrash/Black primitivo y lleno de vitalidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario