Antes de separarse, estos italianos dejaron para la posteridad este magnífico álbum, una primera muestra de lo que eran capaces y que aunque necesitaba aún pulir ciertos aspectos, era ya una obra madura, consolidada y de brillante factura. El grupo se había creado en el 2007 y a los dos años ya lo dejaron, todo un misterio. En realidad ya funcionaban antes del 2007 bajo el nombre de BLEEDING EYES (no los de Treviso que hacen Metalcore y siguen en activo, KADAVAR venían de Milán), ignoro desde cuánto antes, pero en cualquier caso fue una notable pérdida, dado el enorme potencial que demostraban.
A lo largo de nueve temas entregaban un Death Metal de raíz clásica y ritmos contundentes, más volcado en los medios tiempos pesados que en la velocidad y con un sonido oscuro y denso a la vez que crujiente. Basta escuchar “Towards the abyss” o “Behind the storm” para entender todo esto y para caer rendidos ante su despliegue de poder. Voces agónicas junto a las guturales predominantes, trémolos, solos interesantes y muchos, muchos riffs. Sobre todo eso: riffs sin descanso en medio de toneladas de fuerza aplastante.
En efecto, eran toda una máquina de fabricar cuchillas en forma de música. Lo que les quedaba por mejorar, aparte de una batería que cumple sin más, era, paradójicamente, evitar algunos riffs sin apenas relación con el resto, o desechar ciertos cambios de ritmo un poco forzados, para alejar la sensación de que a veces los temas pierden el hilo. Pero en realidad esto pasa continuamente en el Death, así que ahí queda. La tormenta, el diluvio, el torrente de riffs está garantizado y también la variedad de ritmos, aparte de un trabajo de guitarras muy cuidado entre las rítmicas y las solistas.
Grandes temas de potencia inacabable y frases memorables, como “Global collapse”, “Lust of mortal decay” o la inicial “From flesh to sorrow”, que culminan en una evocadora instrumental acústica con solo rasgado. Y para rematar la jugada portada del gran Marco Hasmann, donde el plano abismal, el ambiente arcaico y una misteriosa figura conforman, junto a un logo legible, una de esas carátulas que, no sabría explicar por qué, reflejan a la perfección lo que después ofrece la música en el interior.
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