Sin haberlo previsto, este disco de los dioses del ruido y la ofensa quedará como el testamento de Seth Putnam, recientemente fallecido, aunque aún habrá un capítulo póstumo de su degeneración porque antes de morir dejó grabadas sus partes en un disco al que falta por añadir las de Josh Martin, que creo que está en la cárcel. Ese capítulo final volverá a consagrarse al Noisecore o al Noisegrind que tan terroríficamente desplegaron en discos intratables como “Everyone should be killed” o “It just gets worse”, mientras que este penúltimo estallido de locura consistió en una ristra de parodias extremas sobre los tópicos del “Cock-Rock” y las bandas angelinas, con un soporte musical nuevamente inclasificable.
No es lo más excéntrico que han hecho musicalmente -en eso se lleva la palma sin duda “Picnic of love”- y tampoco lo mejor, porque el disco entero lo pueden haber compuesto perfectamente en un fin de semana, aparte de que hay unos cuantos riffs que recuerdan a varios clásicos heavys, o será que de puro simples se confunden con casi cualquier cosa que ya exista de antes. Es como un cruce de SAXON en versión simplista, los MOTÖRHEAD más metálicos, una pizca de POSSESSED e incluso algo de los propios MÖTLEY CRÜE del “Shout at the Devil”, pero todo en plan sucio y salvaje y puestos de coca hasta las orejas.
Riffs típicos del Heavy Metal más burdo, chillidos propios del Grind, sonido cafre, actitud punk y letras que rozan el delito público. Porque en ANAL CUNT las letras siempre han sido un cincuenta por ciento de su esencia, y esta vez no iba a ser menos, con sus burradas de siempre pero puestas en boca de un rock-star que suelta perlas como “You said you're eighteen but you're only twelve”. Y qué otro grupo puede rimar cuatro líneas seguidas terminando todas con la palabra “Ass” y que tenga gracia, o hacer que la propia mujer de Seth encarne en el estribillo de “Yay! It’s pink!” a una grupi tonta y menor de edad enculada y golpeada hasta sangrar.
Pero la parodia sigue durante todo el disco, con títulos como “Whiskey, coke and sluts”, “Fuck Yeah” o “I wish my dealer was open” (tema musicalmente distinto al resto y que cierra el álbum con cierto desasosiego), el cual en realidad viene a hablar de lo mismo que el “Dr. Feelgood” de MÖTLEY CRÜE pero en versión cruda y sin su halo de glamur, o esa frase en “Loudest stereo” donde dice que lo va reventando a base de “Anal Cunt, Buckcherry and Mötley Crüe”. En lo musical hay hasta una reminiscencia, casual o no, en el principio de “Hot girls on the road” del “Red hot” de la banda de Nikki Sixx, incluido en su segundo disco. Y por supuesto la portada, en la que roban aquella del “Too fast for love” y hasta el logo del grupo para reírse en su mismísima cara.
Aun así siempre hay algo macabro y turbador en cada disco de ANAL CUNT y precisamente más cuanto mayor es su apariencia de broma, porque conociendo sus adicciones, excesos y demás, no se sabe muy bien dónde acaba la burla y empieza la realidad. En todo caso, oír una vez más a Seth Putnam gritando como un enfermo desquiciado durante media hora siempre merece la pena. Y no habrá muchas más oportunidades.
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