jueves, enero 06, 2011

PROSTITUTE DISFIGUREMENT- Descendants of depravity (2008)

Pocas veces pienso que un disco sea inmejorable, y no me refiero a que no existan otros superiores, sino a que es todo lo bueno que podría haber sido. Es decir, que literalmente no hay nada en él que se pudiera haber hecho mejor. Que la materia prima es excelente y el trabajo de elaboración es intachable. Pues en este caso lo pienso. Este es uno de esos pocos discos que, sinceramente, lo tiene todo: inspiración, variedad, técnica, arreglos, construcción, pero también brutalidad sin límites, además de una producción de infarto y, por si fuera poco, personalidad propia. Es magnífico tanto si se valora por sí mismo como si se compara con las obras anteriores del grupo o si se mide respecto a los cánones del género. Sencillamente sublime.

El disco empieza a piñón, sin intros ni preámbulos: blast y riff a muerte con el grupo atacando al completo, voz monstruosa incluida. Este es, por cierto, el único cambio significativo que han introducido en su música, ya que han abandonado la voz unidimensional e invariable de los tres primeros discos y ahora Niels Adams vocea como cualquier otro cantante de Death clásico. Los más acérrimos creo que abominan de este cambio, pero en honor a la verdad, y al margen de gustos personales, hay que decir que han salido ganando. Cierto que el timbre de antes era absolutamente único en el universo extremo (y me incluyo entre quienes lo encontraban hipnótico y adictivo), pero musicalmente no era más que un ruido de fondo que no aportaba nada. Ahora, en cambio, la voz dirige la música, hace reconocibles las partes de cada tema y los propios temas, y se aleja a mil años luz de todo rasgo de monotonía: aparte de que la propia voz es mucho más expresiva y dinámica que antes –sólo con pronunciar la letra ya habría conseguido ese efecto-, se han encargado de doblarla bastantes veces con otra más rasgada tanto en estrofas como en estribillos, y además la alternan a menudo con tonos más guturales (“Carnal rapture”, entre otros muchos), exhibiendo una insospechada gama de registros. Incluso si uno añora la antigua voz, hay que reconocer como un hecho objetivo que esta nueva dimensión vocal aporta mucha más riqueza a su estilo.

El resto de características se mantienen intactas: los blasts estratosféricos y la salvaje agresividad siguen poniendo banda sonora a su temática gore y depravada, siempre en conjunción con esos riffs totalmente tradicionales y esos ramalazos melódicos que dejan caer por aquí y por allá. Este ha sido siempre un rasgo de identidad de los holandeses, el combinar una ejecución ortodoxamente Brutal Death y contemporánea con unos elementos compositivos llamativamente retros. Esta sugerente mezcla de influencias da un resultado de lo más pintoresco y, sobre todo, reconocible, lo cual es todo un lujo en estos tiempos de música impersonal y de bandas clónicas.

Los solos de guitarra también están presentes en todos los temas, con frecuentes progresiones (“Life depraved”), arpegios (“In sanity concealed”) y un fraseo claro y hasta melódico que les confiere un aire peculiarmente clásico en medio de la tormenta de riffs asesinos y blasts ultrasónicos. También ofrecen pasajes pegadizos en todos los temas, tanto en riffs como en líneas vocales, otra más de las numerosas señas de identidad presentes a lo largo de toda su carrera y que siempre han exhibido con orgullo.

Por ejemplo, los tres primeros temas son de auténtica antología en cuanto a ideas geniales (el riff efectista de “In sanity concealed” o su segundo solo de guitarra, el pre-estribillo marcadamente rítmico de “Torn in bloated form”, el estribillo de “The sadist king” con su textura casi black…), pero es que todo el disco sigue en esa tónica y, de hecho, dejan para el final una obra maestra como “Sworn to degeneracy”, con esos arpegios doblados al principio, su solo neoclásico con armonía diatónica y en la parte final esa textura densa que sirve de fondo para unas voces que chillan agónicas desde los infiernos… Hay que estar muy sobrado de ideas, recursos y talento para marcarse algo así como último tema.

Si uno busca brutalidad y salvajismo lo encontrará, si busca grandes ideas e inspiración aquí hay de sobra, si busca variedad estilística y rítmica esto es un filón, y si busca complejidad instrumental también la hay, porque no solo las guitarras recorren sin descanso una inmensa paleta de palm-mutes, trémolos, arpegios, dobles melodías, etc., sino que la batería es un no parar de redobles y de detalles de precisión. Pero lo que verdaderamente hace colosal a este disco es que todo lo bueno que se le puede encontrar está presente en todos y cada uno de los temas, de forma que cada uno de ellos es un compendio de sus virtudes generales, un reflejo perfecto del conjunto del disco, una pequeña enciclopedia de Death Metal –sin más etiquetas- concentrada en apenas cuatro minutos. En todos los temas encontramos blasts, dobles voces, cambios de ritmo, medios tiempos, solos de guitarra, riffs desquiciados, pasajes pegadizos, ejecución impecable, florituras técnicas, intensidad, rabia y odio… A veces da vértigo cómo es posible que en tan corto lapso de tiempo puedan acumular semejante cantidad de maravillas y encajarlas con tal perfección. Y lo hacen una vez, y otra, y otra, y así hasta completar los nueve temazos del disco, con un nivel que jamás decae y que arroja un resultado insuperable.

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