jueves, febrero 16, 2017

IMMOLATION- Atonement (2017)

No siempre es fácil valorar la constancia estilística de IMMOLATION: lo que para unos es fidelidad a sí mismos será para otros inmovilismo y estancamiento. ¿Es bueno hacer siempre lo mismo? No está claro, y al final depende de los valores que cada cual establezca como referencia. Mi visión es que en sí mismo no es ni bueno ni malo, y que la calidad de una obra no depende de su estilo, ni de la corriente hacia la que se incline, ni de si continúa o rompe con la producción anterior. Al final todo el mundo que quiere ser fiel a sí mismo acaba repitiéndose, ya sean las sinfonías de Mozart o los riffs de AC/DC, y tal perseverancia agrada o desagrada según la mentalidad del oyente, pero en sí mismo nada dice de la calidad del material.

Pues lo mismo con las bestias pardas de Nueva York: a mí me tiene sin cuidado que recuperen el logo de hace veinte años o que vendan su alma a Satanás, como si se quieren poner a hacer Death melódico o Nu-Metal. Hoy día nadie compra a ciegas un disco y todos lo oímos antes de decidir si le damos nuestro dinero. No hay engaño posible ni traición a unas determinadas expectativas, al menos en lo que se refiere al acto de la compra. Otra cosa es que me diera pena perder a un grupo tan particular, perder una fuente única de Death Metal que nadie más sobre el planeta elabora de igual forma, pero su libertad como creadores está por encima de absolutamente todo, incluido mi gusto como fan. Al final será mi libertad como consumidor la que decida el resultado, y si me da la gana lo compro, y si no, no. El concepto de "traición a los fans" es ochentero y está pasado de moda, porque ningún grupo te hace hoy día comprar un disco pensando que es de tal estilo y luego resulta que no, eso ya no pasa. ¿Que tú preferías otro "Altars of madness" u otro "Infatuation with malevolence"? Entiendo tu decepción, pero se siente. El artista es tan libre de cambiar como tú de no comprar sus obras.

Pero en fin, que me voy por las ramas. IMMOLATION no han cambiado nunca de estilo y no parece probable que vayan a empezar a hacerlo a estas alturas. Junto a otros pocos como SUFFOCATION o CANNIBAL CORPSE (aunque estos sí han cambiado, si bien siempre dentro de la brutalidad sin concesiones), se han ganado hace tiempo el estatus de estandartes, de referentes, de valor seguro. El de pioneros ya lo tenían, pero al cabo de las décadas lo han elevado el nivel de dioses del Death Metal. Con "Atonement" lo apuntalan aún más y despejan toda duda -si es que alguien la tenía- sobre su fidelidad a ultranza: esto es lo más IMMOLATION que IMMOLATION podrían sonar en pleno 2017.

Ahora bien, que nadie piense que han vuelto al "Dawn of possession", ni siquiera a los dos siguientes discos. Estos son los IMMOLATION que empezaron a ser interesantes y a tener identidad propia con "Father, you're not a father" o "Lost passion". El álbum es la continuación perfecta a su "Majesty and decay" del 2010, tanto por estilo como por sonido y por composición. La deriva un tanto modernilla o experimental que sufrieron los riffs en "Kingdom of conspiracy" ha quedado atrás, y sobre todo ha quedado atrás el sonido frío, digital, enlatado que hacía tan difícil la escucha de ese disco. Esta vez el sonido es denso y orgánico, vivo y emocional, negro como el alma de mil condenados, oscuro como las portadas de "Unholy cult" o "Harnessing ruin". Y estilísticamente el álbum bebe de esas fuentes mucho más que de "Here in after" o "Failures for gods".

Como decía, es la continuación perfecta de "Majesty and decay" (incluso un tema como "Thrown to the fire" rememora muy de cerca al aplastante "A glorious epoch"), pero también una evolución lógica y serena a partir de aquel. Porque cambios hay, sin salirse de una identidad pétreamente intacta, pero cambios al fin y al cabo. El más importante el que afecta a la velocidad, más contenida que en otras épocas del grupo, más inclinada a los medios tiempos y a los ritmos pesados, de manera que no se entiende muy bien que como tema promocional eligieran "Destructive currents", uno de los menos representativos de la línea general del disco. Por supuesto, no puede decirse que sea un álbum "lento", ni mucho menos, entre otras cosas porque IMMOLATION son incapaces de hacer nada que pueda recibir un solo calificativo, y tanto sus discos como cada uno de sus temas siempre amalgaman un montón de ritmos, velocidades y elementos sorprendentes.

Ese es otro apartado en el que "Atonement" introduce cierta diferencia: los temas son, por una vez, menos caóticos que de costumbre, menos "cajón de sastre", y, sin abandonar su tan peculiar gusto formal, han logrado estructuras más firmes y mayor cohesión. ¿Cómo? Pues con algo tan sencillo como no meter cambios de ritmo que no tengan nada que ver con lo que esté sonando antes. El minuto 2 de "Above all" es un ejemplo de lo contrario, es decir, de lo que siempre han hecho: uno de esos irritantes cambios con los que despistan al oyente y rompen toda posibilidad de crear una canción con sentido de unidad. Esta vez, por suerte, en muchas ocasiones los cambios de tempo van o al doble o a la mitad, y cuando dan paso a una sección súbitamente rápida o cuando pasan a una más lenta, buscan cierta correspondencia en cuanto a los acentos y al compás. Es el caso, por ejemplo, de "Fostering the divide", donde pasado el 2'40, la batería sigue a toda velocidad mientras la guitarra introduce un riff de notas largas al que luego se une la batería al ralentizarse, sin que el cambio sea brusco; o también de "Epiphany", claramente el tema más sólido en este sentido, donde poco antes del minuto y medio pasan del 3/2 al 4/2 antes de doblar el tempo para empezar una parte rápida, de manera que todo fluye con sentido. No hace falta entender de métrica musical ni analizarlo desde el punto de vista técnico para entenderlo, cualquiera percibe cuándo un tema tiene cohesión y cuándo está hecho a base de retales, a base de partes que podrían estar en cualquier parte del tema o en cualquier otro tema del disco. IMMOLATION siempre han pecado de ese defecto, pero en "Atonement" han sabido moderarlo bastante.

Siguiendo con el apartado rítmico, hay que señalar una disminución de los compases irregulares, que casi ni aparecen en todo el álbum; me viene a la cabeza una pequeña sección repetida de forma alternante varias veces en la parte central de "Fostering the divide" (cuando la letra empieza con "Dividing lives, dividing worlds"), pero aparte de ese no recuerdo ningún otro. Sin embargo, el diseño rítmico de los riffs sigue primando lo asimétrico por encima de ritmos y figuras regulares, especialmente cuando usan compases ternarios, es decir: puro IMMOLATION. Compases ternarios hay en el principio de "When the jackals come", "Rise the heretics" (también en la parte de esta en que la guitarra no tiene distorsión), "The power of gods" o "Epiphany", en "Above all" cuando entra la batería al medio minuto o en "Fostering the divide" hacia el minuto y medio. La sensación es de estar oyendo "lo de siempre", de estar como en casa. A ello contribuye también la batería, que en este disco tiene aún más libertad que de costumbre y que se recrea en toda suerte de redobles y fill-ins propiciados por la propia métrica de los temas, pero que no abruma gracias, en parte, al fenomenal sonido y, sobre todo, a la maestría consumada de Steve Shalaty (brutal el doble bombo en la estrofa de "Fostering the divide"), cuya estabilidad en la banda ha multiplicado la del propio grupo. El nuevo guitarrista, el ex-GOREAPHOBIA Alex Bouks, al parecer no ha participado en la grabación del disco, pero no se nota, porque Robert Vigna es el dueño y señor, el maestro del riff inimitable marca IMMOLATION, el alma de las tinieblas transformadas en sonido, y Ross Dolan, como siempre, su emisario en la Tierra.

Se trata de un disco de digestión lenta y de paladeo sosegado. Engancha cada vez más con cada nueva escucha y está lleno de matices que solo se descubren y se disfrutan con algo de tiempo. Y todos los rasgos de IMMOLATION están aquí, algunos en grado supremo: los riffs inimitables, los ritmos marciales con pesantez de mastodonte, las disonancias, los armónicos y demás efectismos, los leads que dibujan melodías maléficas, las texturas de guitarras superpuestas, los solos caóticos... La voz es lo único que sale un poco mal parado, porque parece haber quedado algo baja en la mezcla, o bien Ross Dolan no tiene ya el chorro rugiente de hace veinte años (esperemos que no sea esto). No me cansaré de decirlo: la producción de Paul Orofino ha hecho un enorme, un gigantesco favor al éxito de este disco, que, de haber continuado por la senda iniciada en "Majesty and decay" y culminada en "Kingdom of conspiracy", habría terminado por alejar a muchos adeptos del grupo. Por suerte, debe haber recapacitado y ha vuelto al sonido de siempre -o al que puso en marcha con "Close to a world below"-, el sonido que desde el cambio de siglo ayudó a construir la identidad que tantos admiramos tanto. Orofino es a estas alturas como el quinto miembro del grupo, y con este disco contribuye a poner una piedra más en la leyenda, cimentada sobre fuego y blasfemias, de los dioses IMMOLATION.

lunes, febrero 06, 2017

SINISTER- Syncretism (2017)

A estas alturas debe haber pasado por SINISTER media Holanda, o al menos la mitad de los deathmetaleros del país. Pero este nuevo disco conserva casi la totalidad de los que aparecían en el "The post-apocalyptic servant" de hace tres años, que a su vez eran los mismos que habían grabado dos años antes "The carnage ending", y la estabilidad les ha sentado de maravilla, porque han logrado hacer un disco salvaje, intenso e inspirado, lo mejor desde el fabuloso "The silent howling" del 2008. Parece mentira que SINISTER sigan siendo capaces de encontrar -si bien con frecuentes altibajos- el camino hacia el Death Metal con mayúsculas y que lo plasmen en discos tan aplastantes como este. Son una institución del Death europeo, una banda incansable y honesta, una referencia para nuevos y veteranos, y pese a los años y a los inacabables cambios de formación, tienen una fe ciega en sí mismos y un empeño que puede con todo.

Y lo mejor: lo han vuelto a hacer. Han vuelto a sacar un álbum que es un ciclón de furia, hecho a base de temas directos y dejando fuera las florituras y las chorradas. Nada de mil secciones ni riffs con una ristra eterna de notas, y, sobre todo, nada de riffs aburridos. Aquí hay Death Metal sacrílego y atronador, música demoniaca para perturbados, temas que te agarran de la solapa y te escupen veneno y fuego a la cara. La única novedad es la inclusión de pasajes y fondos entre lo orquestal y lo ambiental, pero muy bien integrados con la avalancha de guitarras y rugidos. Por lo demás, el sonido de guitarra es ultracortante, la batería muy sólida, la voz de Aad profunda -quizá con demasiado eco por momentos- y el conjunto es orgánico y lleno de fuerza, alejado de producciones frías y excesivamente pulcras. Me recuerda bastante al "Divine incarnation" de SUPREME PAIN (cómo no, otra de las muchas bandas de Aad) del 2011, en el sonido y también en la música, incontenible y violentísima, pero ejecutada con rigor y exactitud.

Creo que en lo que más han ganado en este disco ha sido en inspiración en los riffs, y más concretamente en el diseño rítmico de estos. La clave de un buen riff no es solo la línea melódica, sino el ritmo y los acentos que logran que se te quede grabado en la cabeza. Por eso los riffs hechos a base de un montón de figuras todas iguales son eficaces en el Death técnico, un género más proclive a lo intelectual que a lo visceral, pero a una banda como SINISTER les resta pegada. Grupos como SUFFOCATION, en cambio, se mueven a gusto en todos los terrenos, pero por algo son quienes son y lograron en su día aunar técnica y brutalidad de un modo que está al alcance de muy pocos. SINISTER han flirteado en algún momento con esa tendencia, pero sin verdadero éxito: lo suyo es el Death veloz, agresivo y directo, la cólera antirreligiosa, los riffs destrozacuellos, en todo lo cual este "Syncretism" se acerca a los tiempos gloriosos del "Hate", y en temas como "Blood soaked domain" y "The canonical rights" no se queda en absoluto por debajo de él.

Mención aparte merece el principio de "Dominance by acquisition": ¿en serio no se han dado cuenta ni nadie les ha dicho que es casi un calco del comienzo del "Stripped, raped and strangled" de CANNIBAL CORPSE? ¿O me lo parece solo a mí? Tampoco pasa nada, es una mera anécdota, porque enseguida estalla en una serie de riffs y materiales con entidad propia y acaba conformando uno de los temas más impactantes del disco, junto a los dos mencionados. Tengo curiosidad por leer la letra del tema-título, "Syncretism", porque el disco tiene muy poco de sincrético, más bien lo contrario, es rocoso y sin adornos ni mezclas, consagrado a patear puro Death Metal salido del infierno, así que supongo que el sentido no es, por tanto, musical. Se agradece, en todo caso, el cambio de orientación al elegir el título, así como el cambio de aires para la portada. Están en racha y saben cómo aprovechar su gran momento de forma. Pues que les dure mucho.

sábado, febrero 04, 2017

KREATOR- Gods of violence (2017)

"We are the antidote to the radicalized". Como si fuera una premonición, ya avisan en ese pedazo de tema arrollador que es "Totalitarian terror" sobre los muchos idiotas que pueblan el planeta, algunos peligrosos y otros simplemente compadecibles. Como los totalitarios que juzgan un disco por su estilo musical y no por su calidad. Dogmáticos que siguen anclados en su vida de hace treinta años y que se creen con derecho a decirle a los artistas lo que deben o no deben hacer o cuál debe ser su identidad en función de lo que dicten sus santos cojonazos. Penoso. Me pregunto qué pensarán esos seres dogmáticos en sus dogmáticas cabecitas acerca de un grupo como Carcass, que en cinco discos pasó por cuatro géneros distintos, de paso inventándolos todos ellos (con la inestimable ayuda de Entombed para el Death'n'Roll). O qué pensarán de los cineastas, los pintores, los escritores, de los artistas en general, porque todos ellos exploran, cambian, buscan, innovan. Hay que ser muy estrecho de mente, muy cerril de mentalidad, muy pobre de espíritu, para esperar que Kreator sigan haciendo otro "Endless pain" treinta y pico años después. Pero allá cada cual. Tontos ha habido y habrá siempre.

El caso es que Petrozza hace lo que le da la gana, faltaría más. Ha hecho mucho de todo en estos catorce discos, ha tenido aciertos, idas de olla, momentos históricos, pero siempre ha buscado su camino, para bien o para mal. A los sordos que se escandalizan por su gusto por la melodía habría que remitirles ya al "Extreme aggression", en particular a temas como "Fatal energy" en los que dan salida al gusto por las guitarras dobladas al estilo NWOBHM. Kreator no han cambiado de la noche a la mañana, por supuesto. Como todos los creadores con inquietud, han cambiado desde el minuto primero de su existencia, empezaron a cambiar en el EP de "Flag of hate" y nunca han dejado de hacerlo, porque eso es lo normal en el arte y también en la vida. Desde entonces y poco a poco, todo lo que tenían dentro en forma germinal ha ido saliendo y tomando cuerpo, condicionado, cómo no, por las circunstancias de cada década, los cambios en los gustos, los desvaríos de la industria y otra serie de factores que su suman a la actividad creativa como tal, hasta llegar a este "Gods of violence" en el que han alcanzado una madurez envidiable, en virtud de la cual amalgaman todos los rasgos que han aparecido a lo largo de una larguísima carrera. Thrash Metal salvaje junto a melodías evocadoras, guitarras curradísimas -sobre todo las solistas, que en este disco no descansan-, estribillos efectivos, riffs elaborados, letras críticas con el asco de mundo en el que vivimos, la voz rasposa del bueno de Petrozza, el duro percutir del fiel escudero Ventor... Velocidad, contundencia y melodía. Mucha variedad, y en general encajada con bastante tino, aunque no siempre.

Esta formación ha sido la misma, si no me equivoco, desde hace dieciséis años, y veintidós hace desde que el puesto de bajista dejase de bailar. Pocos grupos pueden presumir de tal estabilidad, y el resultado se nota en esa madurez que he mencionado, en la cohesión del conjunto, en la interacción entre los músicos, en la confianza para no renunciar a ninguna línea creativa a pesar del malmeter de tontos y sordos. Un disco complejo, acaso un poco sobrecargado de partes y cambios de tempo, pero ambicioso, creativo y pegadizo. Y con muchos momentazos de caña furiosa. Han tenido la habilidad de adelantar como temas promocionales el que da título al disco, el correcto "Satan is real" y el aplastante "Totalitarian terror", pero dejaron para abrir el disco, tras la intro de rigor, un aún mejor y más furioso "World war now" con el que se garantizaban sorprendernos a todos al comenzar la escucha. Que sí, que tiene unas flautas en medio, otro tema tiene un pianito y otro un recitado en alemán, uy qué tragedia. Venga, chicos, superadlo, Mille no tiene dieciocho años y tiene más intereses que volver a regrabar una y otra vez "Tormentor". Por suerte.

"World war now" es un misil, un tema veloz con riffs sencillos que funcionan bien, mucha agresividad, un estribillo colérico y una parte central en la que desarrollan varias ideas instrumentales alrededor de un solo que augura el gran nivel que van a tener los leads en todo el álbum. "Satan is real" es pegadizo, como le gusta desde hace años a Petrozza, pero hay que agradecer que en este disco haya dejado de abusar de los estribillos en los que repite sin más el título del tema una y otra vez; otro gran solo, aires épicos en los pasajes más melódicos y unos arreglos solistas discretos pero cuidados rematan el tema. En la primera mitad del disco se aprecia un sentido mayor de la cohesión en la forma que, por desgracia, se pierde paulatinamente cuando intentan meter demasiadas cosas y demasiado distintas en cada tema. Pero estos primeros son tremendamente compactos, a pesar de incluir todos diferentes elementos en las secciones centrales. "Totalitarian terror" sigue este planteamiento y se asemeja mucho a "World war now": energía y velocidad, un grito inicial que rememora el que abría el "Angel of death" hace treinta años para recordarnos que esto es Thrash Metal pero hecho en el año 2017, riffs elaborados, melodía en el pre-estribillo, guitarras dobladas y un muy intenso solo dan forma a una de las joyas de "Gods of violence".

El tema-título mantiene alto el listón a base de los mismos elementos ya descritos, y de paso retoma esos coros tan "sing-along" marca de la casa y que les han hecho habituales en todo festival donde se aspire a una gran comunión de metalheads voceando al unísono estribillos facilones. "Army of hordes" parte con un riff que recuerda vagamente al de "Coma of souls"... vale, se lo perdonamos, porque luego lo abandona y construye un tema con valores propios. De nuevo hay velocidad en la estrofa, aires épicos en el pre-estribillo y un cambio de tempo al llegar al estribillo para corear a pleno pulmón el grito de guerra de turno; las guitarras dobladas vuelven a surcar los aires más meditativos de la sección central antes de retomar los ladridos rabiosos del estribillo. "Hail to the hordes" tiene un ritmo pesado similar al del "Servant in Heaven" de principio del siglo, otro tema contundente y bien trabado. Pero en "Lion with eagle wings" ya comienza a ser evidente que abusan de la fórmula estrofa rápida + cambio de ritmo + estribillo melódico, pese a ser un buen tema con ideas pegadizas; a estas alturas de disco se han ido acumulando demasiados materiales secundarios, demasiadas intros irrelevantes, demasiados fragmentos de unión, tantos que la saturación amenaza ya a la efectividad.

Esta resurge con fuerza en "Fallen brother", otro tema compacto y muy sólido, sin rellenos ni zarandajas, que contrarresta así los excesos anteriores, igual que ha hecho "Hail to the hordes" o igual que hacía "As the world burns" en medio del "Terrible certainty" hace tres décadas. Los dos últimos temas vuelven a pecar de sobrecarga y de formulismo, se agradece la velocidad y la rabia, pero cuando llega el primer cambio de ritmo en "Side by side" ya sabemos hacia dónde va esta nave. Los solos en esta ocasión son menos interesantes y el enésimo parón ya cansa. No sé si "Side by side" es el tema más flojo, pero estar situado donde está no le beneficia. Cierra el disco otro hipertrofiado "Death becomes my life", tema reflexivo y melódico muy del gusto de los alemanes, pero al que también le sobran partes o la falta haber aparecido en un momento del álbum en el que nuestra atención no estuviera tan atiborrada de elementos inconexos. La inmediatez y el gusto por la elaboración no están, en general, bien proporcionados a lo largo de este "Gods of violence" al que le sobran minutos y secciones, pero tomado en pequeñas píldoras es un álbum repleto de grandes momentos y buenas ideas y que mantiene a Kreator en lo más alto del Thrash actual.