jueves, septiembre 26, 2013

ABDICATE- Fragmented atrocities (2013)

La portada de este tercer disco de ABDICATE prometía bastante, con esa imagen convulsa y dolorosa, dentro de lo esperable pero huyendo de las ya más que agotadas imágenes de violencia misógina, y tras su estupendo segundo álbum cabía esperar un paso adelante por su parte. Pues no, todo lo contrario. Lo peor que tiene el disco es una producción horrenda, sucia y en la que la que la batería lo tapa todo -pero es que además está descompensada y tiene la caja mucho más alta que el resto- y se hace difícil distinguir qué hacen los demás instrumentos. Si uno tiene que dedicarle un esfuerzo extra a desentrañarlo, la escucha deja de ser una experiencia inmediata y se evapora la fuerza que pudiese tener el disco.

Más allá del efecto negativo de la mala producción en sí, también ocurre que, como la caja está tan alta, en las partes rápidas se hace muy evidente la limitación de la fórmula compositiva: las guitarras hacen un riff cualquiera y la batería superpone un blast, punto. Salvo algunos fill-ins al final de ciertas frases (especialmente en “Foreseen abomination”), cada cual va por su lado y el mérito rítmico del disco es muy escaso, y encima la producción lo delata con toda claridad.

Los temas recurren demasiadas veces a los mismos cambios de ritmo y hay poco más aparte de las citadas partes ultrarrápidas y la típica parte pesada con riffs en palm-mute y ritmo regular. Algunas secciones rápidas sin blasts, quizá, pero el repertorio es mínimo y altamente predecible. ¿Dónde están todas las líneas agudas de su anterior trabajo, los riffs sencillos y pegadizos, las partes que se recordaban enseguida porque eran ocurrentes aun sin ser nada del otro mundo…? Las de ahora siguen siendo simples pero poco imaginativas, más bien son simplonas, del montón (me he preguntado muchas veces si la producción tendrá que ver, pero la respuesta es no), y el disco pasa sin pena ni gloria como podrían hacerlo otro millar más.

Por último, no me explico cómo hacen un álbum teniendo preparados sólo siete temas cuyo contenido musical sobrepasa por poco los veinte minutos. Luego lo apañan con una versión de CARNIVORE y unas intro/outro de casi un minuto cada una (muy agudas, todo sea dicho) y a correr, pero no cuela, es relleno se mire como se mire. En sus anteriores discos aparecieron once y diez temas, respectivamente, sólo uno de ellos una breve instrumental y siempre sin abusar de intros, las cuales tienen sentido cuando sirven para potenciar la música o la atmósfera general, pero si estas dos son escasas, se trata de puro relleno. ¿Precipitación, prisas, descuido? Parece que sí, y entre esto y la producción es una lástima tener que concluir que al final lo mejor de todo era la portada.

martes, septiembre 24, 2013

CARCASS- Surgical steel (2013)

Vaya dilema… CARCASS en el 2013. ¿Qué opinar, cómo tomárselo, cómo recibir este disco impensable hace sólo un tiempo? De entrada, yo al menos, con recelo. No puedo tomármelo de otra forma viniendo de alguien que abjuró del Metal y que dijo públicamente hace más de una década que ya no le interesaba nada relacionado con este estilo. Naturalmente, me estoy refiriendo a Bill Steer, un tipo que él solito inventó o ayudó a inventar dos géneros extremos, el Grindcore y el Goregrind, en los primeros años de NAPALM DEATH y CARCASS, respectivamente, y después también el Death melódico con “Heartwork” (en el Death’n’Roll se les adelantaron ENTOMBED). Toda una institución, un pionero, un visionario, no exagero lo más mínimo y si alguien lo duda que revise en qué años alcanzó todos esos logros. Pero él mismo mandó después su reputación a paseo con su toma de postura tras la disolución de CARCASS, luego descartó toda posibilidad de reunión del grupo, más tarde, cuando ésta finalmente se produjo, aseguró que no editarían material nuevo, y ahora regresa con intención de reconquistar el trono del Death Metal… difícil, difícil no desconfiar.

Se puede pensar que cinco años de giras de reunión ya no daban para más y que se les ha vuelto necesario sacar un disco con materia nuevo. Esto tiene tres ventajas claras desde el punto de vista comercial: las propias ventas del disco, la reactivación de su fondo de catálogo, y que les permite volver a girar -aunque luego sigan tirando de clásicos, como quiere la mayoría de la gente-. Las ventas de discos puede que no den para comprar una mansión en Beverly Hills, pero no nos engañemos, regresos tan mediáticos como este y con una buena campaña de promoción por parte de un sello grande como Nuclear Blast producen jugosos beneficios, más aún con toda la parafernalia de formatos distintos, temas extra, cajitas, colores y fetichismos varios que desde hace unos años les da por editar (hay que relanzar las ventas de ejemplares físicos, está claro).

Por otra parte, el contexto general de grupos que regresan está tan saturado y es tan abrumador que ha dado lugar a una situación poco creíble. A lo mejor están pasando todos a la vez la crisis de la mediana edad (a otros les da por divorciarse y salir con jovencitas, a los grupos parece que por retomar su juventud musical), o simplemente es que, pese a todos los lloros de la industria, hay mucha pasta en juego. O bien yo soy un malpensado y en realidad todos sienten una auténtica pasión por el estilo, una devoción sin fisuras y una lealtad por encima del paso del tiempo que les hace aparcar sus trabajos para volver a primera línea del Metal, llámense EXUMER, CANCER o DARK ANGEL, y resulta que todos han seguido una trayectoria intachable tipo Lemmy o ANVIL y han estado siempre al pie del cañón. Como Bill Steer, ya. Desde hace tiempo las intenciones de casi todos ellos me parecen poco verosímiles más allá del placer de volver a divertirse, jugar a sentirse chavales de nuevo y todas esas cosas que a la gente de cierta edad nos dan un subidón de adrenalina y nos refrescan el espíritu. ¿Lícito? Desde luego, y además nadie obliga a nadie a comprar lo que editen ni a ir a sus conciertos.

Pero es inevitable que la opinión al respecto condicione la escucha de sus nuevos trabajos. Si son una mera excusa para seguir de gira, si están concebidos con premeditación para ceñirse a un determinado estilo, si sólo aspiran a satisfacer la demanda del público y poder pasar por caja, si son discos más bien cerebrales o si han dejado que la inspiración marque libremente el camino son todas cuestiones importantes a la hora de valorar lo que suena. Estamos hablando de músicos expertos, curtidos en muchos grupos a lo largo de más de media vida, han vivido de ello, conocen la industria y al público y saben perfectamente qué hacer para lograr un cierto propósito. Musicalmente tienen los recursos para diseñar un disco como les dé la gana, y en el caso de CARCASS quizá más que nadie, porque en cinco discos pasaron casi por cinco identidades, eso por no hablar del recorrido posterior de cada miembro.

Así las cosas, sería ingenuo recibir este disco con los brazos abiertos sin más, tanto como aceptar que la evolución creativa lógica de Steer como músico -desde siempre marcada por la inquietud y el cambio- le lleva ahora a dar este paso… hacia dos décadas atrás. Motivos para el recelo hay de sobra, y CARCASS son una figura demasiado grande como para pasarlos por alto sin comprobar si son o no justificados. Para empezar, la portada: ¿a quién se le ha ocurrido volver a usar la portada del EP “Tools of the trade” solo que sin el chorro de sangre (que además ya era la imagen que aparecía impresa en el CD y el vinilo de color de “Necroticism”)? Mal empezamos. Quizá quien sea que haya tomado la decisión buscaba dejar claro que hay una continuidad entre el hoy y el ayer. Puede estar tranquilo, nos ha quedado claro, quizá hasta demasiado.

Pasemos a los temas: el primero se titula “1985” y procede directamente de 1985, de la grabación de unas sesiones de ensayo de cuando el grupo se llamaba DISATTACK, hacían versiones de grupos como EXODUS y ONSLAUGHT y sólo estaba Bill Steer de los componentes que todos conocemos; al parecer, Jeff Walker encontró la grabación y le propuso a Steer incluirlo como intro, apenas cambiando la versión original pero arreglándola y alargándola. Tras ella tenemos lo que, en mi opinión, es lo mejor de este “Surgical steel”, tres temazos uno detrás de otro, especialmente “Cadaver pouch conveyor system”, rápido, violento a la vez que melódico y con una estructura muy sólida, precedido por el conciso y directo “Thrasher’s abattoir” y seguido del más genuinamente Death “A congealed clot of blood”, con ritmo pesado y un comienzo totalmente era “Necroticism” que desarrollará generosamente en el minuto dos.


A partir de ahí empiezan a notarse los puntos flacos: en general hay demasiado material metido a presión, es como si Steer hubiera ido guardando todo lo que se le ha ocurrido en estos años y luego hubiera querido incluirlo todo, da igual dónde. Como decía, los primeros temas son redondos y compactos, pero después hay demasiadas partes que aparecen en medio sin ningún sentido, dando la sensación de que podrían estar en cualquier otro sitio y no pasaría nada. Las estructuras acaban siendo un tanto disparatadas y difícilmente conforman cada una un todo unitario. También hay secciones bastante genéricas en varias estrofas, abusan de recursos como la línea descendente en el diseño de frases y riffs, y repiten el mismo ritmo rápido de batería en al menos los temas 2, 3, 5, 6, 9 y 10 (aunque luego intenten contrarrestarlo con ritmos, cambios y partes que no tienen mucha relación unos con otros).

La cosa vuelve a mejorar con “The granulating dark satanic mills” -único tema con música de Walker-, por el Groove, el estribillo y los cambios de ritmo, aunque aún se echa de menos algo de sobriedad y sentido en la forma. Estos rasgos regresan en “Unfit for human consumption”, otro de los temas sobresalientes (como anécdota, el minuto tres incluye una recreación del estribillo del “All of the same blood” de KREATOR), y se mantendrán bastante intactos hasta el final con “Mount of execution”, un tema de estilo Heavy tradicional (pese al sonido y la voz de Walker) que al llegar al minuto cuatro y medio se convierte de repente en otro distinto y cuyos dos últimos minutos son directamente una outro, incluso separada por un parón y un silencio. En general los temas -o al menos los que están hacia la mitad- carecen de una clara identidad individual, no se puede decir “este es rápido” o “este es un tema a medio tempo” porque todos tienen de todo, lo que hace que, cuando ha acabado el disco y nos queda una impresión flotando en la cabeza, cueste distinguirlos y uno acabe recordando trozos en lugar de temas.

Todas las guitarras han sido grabadas por Steer, aspecto nada novedoso ya que hizo lo mismo con las rítmicas durante casi toda la trayectoria pasada del grupo, incluida la fase en la que estaba Michael Amott. Eso sí, los solos son algo flojitos, muy correctos, muy bien fraseados, pero demasiado contenidos para la agresividad que transmite el disco en general. Y del nuevo batería Dan Wilding se puede destacar su energía, su precisión y su intachable técnica, pero no hace nada más aparte de cumplir como si se tratara de una ‘drum-machine’, ritmos básicos y nada de personalidad ni de aportación propia (quizá hay que admitir que en este sentido Ken Owen siempre dejó el listón altísimo, aparte de su considerable papel como compositor en los tres primeros discos). También han grabado cuatro temas extra que no aparecen en la edición normal y que, según el grupo, tienen una orientación más Rock, menos agresiva, y no pegan con el concepto del álbum, por lo que habrían debilitado su desarrollo.

 
Después de escuchar el disco mil y una veces, y habiendo leído varias entrevistas con Jeff Walker y Bill Steer, se puede afirmar sin apenas duda que este es el disco de regreso más honesto, pasional e inspirado que haya hecho ninguno de los grupos grandes en los últimos años, y probablemente el mejor de todos. No vamos a pedirles a estas alturas que sigan inventando un subgénero con cada álbum, aunque esta es la primera vez que un disco de CARCASS no se consagra en su totalidad a un único estilo. Como ellos mismos habían ido avisando, se trata de una mezcla deliberada de sus distintas etapas, lo mismo que han hecho en sus últimos trabajos bandas igualmente grandes e igualmente pioneras -con la diferencia de que nunca se han separado- como NAPALM DEATH, CANNIBAL CORPSE, OVERKILL o VOÏVOD. El disco es muy variado y muy disfrutable, pero no tiene una identidad propia, es un popurrí de cosas sacadas de aquí y de allá (al menos sacadas del repertorio propio) y muy poco cohesionadas. En conjunto se hace difícil construir una imagen mental del álbum, como sí la tenían todos los anteriores (incluso “Swansong”, pese a otras muchas carencias), y sin duda su eclecticismo podrá resultar excesivo para muchos.

Como resumen se podría decir que la primera impresión es muy buena, por contraste con lo que suelen ser los discos de reunión, pero tras sucesivas escuchas tampoco es que sea deslumbrante. Algunas partes son memorables, otras son ciertamente inspiradas, hay varias verdaderamente fulgurantes, y en general tienen buenas ideas que reparten alegremente, pero, no sé por qué, cada vez que termino de oírlo me dan ganas de volver a ponerme el “Necroticism”. Creo que una vez pase el revuelo inicial y cuando ya el disco esté asimilado del todo, será el momento de comprobar cuánta gente pasa más tiempo oyendo este “Surgical steel” que regresando a sus clásicos.


domingo, septiembre 22, 2013

BEATEN TO DEATH- Dødsfest! (2013)

Esto debe estar entre lo más vanguardista ahora mismo en Grindcore, una mezcla de brutalidad, innovación y melodía que no se parece a nadie: así los promocionan y desde luego lo son. Lo que no son es un experimento ni una excentricidad gratuita, y tampoco un batiburrillo de estilos distintos metidos con calzador. En realidad los elementos que ponen en juego son sólo tres o cuatro, nunca se alejan hacia subgéneros que pudieran resultar chocantes y, aunque derrochan ingenio y variedad, tienen personalidad propia y son fácilmente reconocibles. Todas esas son las claves que hacen a BEATEN TO DEATH tan especiales.

El asunto de la melodía es el más comentado en los medios y seguramente el que más llama la atención en las primeras escuchas, por ser novedoso y también porque es el que primero muestran al empezar el disco: bajo el extraño título de “Vulpes Vulpes, Mustela Lutreola, Praedium”, el primer tema entra a saco con una bonita melodía de guitarra sobre una armonía diatónica y a la vez un blast brutal y unos gritos histéricos, menudo comienzo. Luego hay partes contrastantes, cambios de ritmo, nuevas melodías, más gritos… Y el resto del álbum sigue ese patrón de no dar descanso al oyente y de alejarse de las convenciones más trilladas del género.

A medida que caen los temas se descubre que lo de la melodía no es para tanto. Está claro que es lo que más destaca, porque esto es Grindcore y la melodía en principio le es ajena, pero no es lo que más utilizan y no es la base de su estilo. Lo más peculiar aquí es que nunca tiran de la fórmula clásica de ‘riff básico + blast’ y hala, a correr, tipo TERRORIZER y primeros NAPALM DEATH, que por aquel entonces estaba bien pero que casi treinta años después está más que gastada. Guitarras y batería trabajan juntas para diseñar los riffs, los ritmos y los cambios, que a su vez son distintos para cada tema y que se pasean sin complejos por el Grind, el Death y hasta por ambientes Groove.

Junto al mencionado primer tema, otros que hacen un uso intensivo de la melodía serían el socarronamente titulado “True Norwegian Internet Wetal Warrior”, “Døv, Døvere, Død”, “Nazi slippers” y “The flesh prince with swell hair”, a veces con demasiado parecido entre dichas partes melódicas. Pero ya, el grueso de la música descansa en otros recursos y hay grandes temas que amplían notablemente la cantidad y presencia de éstos, como “Dødsfest!” y “Obliteration of Nekromantheon”. El disco termina con el áspero e incómodo “Vinni Butterfly”, tras poco menos de veinte minutos de locura comprimida.

lunes, septiembre 16, 2013

HELL'S DOMAIN- Hell's Domain (2013)

Vaya, con esta portada quién podría esperar que este no fuese uno más de tantos discos clónicos de Thrash Metal ochentero. Pues no lo es, o no con la desvergüenza de otros. HELL’S DOMAIN no eligen a un grupo para hacerle un duplicado exacto, como BONDED BY BLOOD hacen con EXODUS, NEKROMANTHEON con KREATOR, los ANTICHRIST suecos con SLAYER, los AMOK escoceses con ANTHRAX, etc., sino que tocan un Thrash estilo Bay Area que, inevitablemente, no puede escapar de sus influencias obvias, lo cual es muy distinto.

Como decía, la portada de Ed Repka despista mucho. Gracias al revival del retro-Thrash, el célebre ilustrador de clásicos a cargo de grupos como MEGADETH, NUCLEAR ASSAULT, TOXIC, VIO-LENCE o EVILDEAD ha trabajado en lo poco que llevamos de década tanto como en los años 80, y considerablemente más en este siglo que en el anterior, de ahí que esta carátula haga pensar en todos los MERCILESS DEATH, PITIFUL REIGN, LOST SOCIETY o ULTRA-VIOLENCE que básicamente no han aportado nada del otro mundo. Es más, el calvito que la protagoniza recuerda mucho al del disco de este año de los citados en último lugar, y algo menos al del “State of insurgency” del 2008 de HEXEN. A estas alturas es un riesgo pedir los servicios de alguien con tanto recorrido como Repka si se quiere evitar la marea del anonimato, pero estos daneses consiguen salir bastante bien parados.

Son muchas las similitudes evidentes con METALLICA, TESTAMENT, SLAYER y EXODUS, y casi nada en este disco se sale de ellas, pero es lo que tiene practicar un retroestilo, sea el que sea: que todo consiste en seguir modelos ajenos. De vez en cuando hasta se les cuela algún parecido más descarado de la cuenta, como la parte lenta central de “In the trenches” (¿“Angel of Death”?), alguna línea vocal tipo Hetfield o la intro acústica de “Crawling in the shadows”, con solo rasgado incluido, pero en general la música de HELL’S DOMAIN alcanza el estatus de homenaje honesto. Es decir, se inspiran conscientemente en los grandes y reelaboran su legado dándole actualidad y continuidad, aunque al mismo tiempo sí introducen un elemento distintivo en las voces, a menudo más melódicas de lo que cabría esperar. Por lo demás, mucha potencia, riffs por un tubo, estribillos directos, buen equilibrio entre partes rápidas y medios tiempos, y estructuras sólidas con cambios de ritmo bien integrados. Y de propina, versión de un viejo tema de sus compatriotas CRIONIC.