domingo, julio 27, 2014

HIERONYMUS BOSCH- The human abstract (1995)

Baste este disco como carta de presentación de los tres que editaron durante su trayectoria HIERONYMUS BOSCH y como reivindicación de toda su carrera. No sé si tendrán renombre en su Rusia natal, pero en nuestro contexto occidental pocas veces los he oído mencionar, y eran un gran grupo dotado de imaginación, de gancho, de sutileza, de técnica y de buenos temas. Hacían algo que en general puede llamarse Death Metal Progresivo, pero que en realidad daba cabida a más tendencias propias o no del Death y que además no siempre era progresivo: a veces tenía algo de Death técnico, otras veces de melódico, a veces de sinfónico y ocasionalmente hasta de ambiental. Todo siempre muy bien integrado entre sí, muy discretamente, sin grandes aspavientos. Su estilo da sensación de pulido y sus temas de cosa hecha con esmero y bien rematada. Cada uno tiene su propia personalidad y es reconocible, sin necesidad de perderse en filigranas técnicas para alardear ni de complicar los ritmos ni las estructuras más de la cuenta. Hacen la música que les gusta, y la música que les gusta se queda constreñida en las barreras convencionales del Death clásico y tiene que ir más allá por un impulso natural y necesario.

El grupo se separó hace poco más de cuatro años tras haber publicado una discografía notablemente escasa: tres discos en diecisiete años. Escasa y escueta, porque aparte de estos discos no se diversificaron mediante Splits, EPs, directos ni, al parecer, ningún otro formato que les distrajese de esta línea principal de actividad. Eso sí, hay que contar que entre el debut y su continuación pasaron la friolera de diez años. Realmente el grueso de su obra pertenece ya al siglo XXI, no solo por volumen de producción, sino por calidad, por refinamiento, por madurez total. Aun así elijo este debut como estandarte del grupo porque es un justo representante de las virtudes del mismo a lo largo de toda su carrera, incluso aunque esta mejorase mucho hacia el final. Sin ser el mejor de sus tres discos, es un trabajo excelente, creativo, inspirado, de una rara calidad musical a todos los niveles. Se queda corto y a la vez le sobran algunas cosas, pero incluso con esto alcanza una altura sorprendente, más aún tratándose de un debut.

Probablemente su disco más logrado es el "Artificial emotions" del 2005, el de mayor plenitud y el más equilibrado, mientras que su último "Equivoke" del 2008 puede resultar por momentos demasiado recargado y padece quizá de cierta artificialidad en algunas composiciones, aunque esto es cuestión de gustos y ciertamente es un trabajo inmenso, en todos los sentidos. En este primer álbum se presentan con toda su frescura y a la vez con verdadera fuerza, siempre dentro del deseo global de crear una música ambiciosa y sin ataduras. Sin embargo, de sus nueve temas dos son meros pasatiempos de poco más de un minuto: "Black Lake Blues", un blues en toda regla que pega un cantazo terrible y no encaja ni con calzador, y el breve epílogo "Expectation of autumn", que por carácter parece querer ser algo más que un 'outro' pero que luego no llega al nivel de un tema normal, no se entiende muy bien que, con la inspiración e imaginación que demuestran, bajen el nivel con este amago de 'outro', o que al menos no lo estiren en forma de una verdadera instrumental a modo de cierre, remansada, tranquila, con unas evocadoras frases melódicas por encima de sus insistentes tres acordes repetidos una y otra vez... Estos dos temas claramente rompen la tónica del disco, y si mentalmente los borramos y vemos el conjunto sin ellos, se queda reducido, como decía, a siete temas en media hora. Muy poco para el carácter de su música y para el poderoso impulso creativo del grupo.

Habrá que considerarlo un fallo achacable a su falta de experiencia y a su condición de grupo nobel, y, mejor aún, habrá que disfrutar del resto de temas. "Petra Scandali" -todo un temazo y uno de los mejores momentos del álbum-, "Mental perfection" y "Doubt soul" representan lo más genuinamente progresivo, con sus disonancias, ritmos irregulares, expansiones técnicas y cambios de todo tipo. El tema-título y la apertura con "The apogee" se adentran en aspectos más melódicos, sobre todo el primero, y alcanzan un altísimo nivel de sugerencia y expresividad gracias a sus motivos melódicos agudos y sus ambientes de ensoñación. Luego está el extraño "Thought racism forms", y digo extraño porque es un tema de más de cinco minutos en el que durante casi su primera mitad ocurren pocas cosas, prevaleciendo los valores ambientales, por momentos casi de banda sonora de película, y hacia el final se enredan más de la cuenta en la repetición de ciertas frases. Y por último merece un lugar especial la instrumental "The gardens of earthly delights" (título del celebre tríptico del pintor que da nombre al grupo), un tema redondo, magnífico, sólidamente construido y brillantemente ejecutado, en el que cada instrumento se expresa dando lo mejor de sí mismo. La reedición del 2004 incluye como bonus dos de los cuatro temas de la Demo de 1994 "Petra Scandali", justo los que no regrabaron para este debut, aunque podrían perfectamente haberlo hecho, ya que tienen el mismo estilo y la continuidad estaba asegurada. Es un buen extra que compensa las pequeñas deficiencias del disco y que lo confirma como una excelente puerta de entrada para todo el que quiera descubrir y conocer a estos HIERONYMUS BOSCH.

domingo, julio 20, 2014

LAST DESCENDANTS- One nation under God (1988)

Un solo año puede dar mucho de sí, y sin salir de un estilo, como el Thrash, podemos encontrar enfoques y tendencias muy distintas. Dentro del mismo año, el mismo género y el mismo país -Estados Unidos-, sorprende la variedad de registros y la cantidad de álbumes que no tuvieron demasiada suerte en su día. Hoy es el turno de LAST DESCENDANTS, otro de esos grupos que no llegaron lejos y se separaron tras publicar un solo disco, pero que tenían potencial para poder haber desarrollado una carrera larga y de categoría. Su "One nation under God" lo editó la alemana Aaarrg Records, especializada en grupos europeos y especialmente patrios, como HOLY MOSES, MEKONG DELTA o LIVING DEATH, de modo que LAST DESCENDANTS fueron una excepción en su catálogo, por otra parte escueto. Lo suyo era un Thrash Metal técnico con hondas raíces en el Heavy Metal pero fundamentalmente guitarrero, basado en los riffs y los desarrollos instrumentales, muy bien trabajado en cuanto a las estructuras y con gran sentido de las dinámicas. La evolución de su estilo desde la Demo del 86, "W.W. III", hasta este disco solo dos años posterior es más que notable, y aquí los rasgos más tradicionales han desaparecido casi por completo. La voz es lo único que los delata, aparte de ciertas melodías, algún pasaje tranquilo y, en general, el evidente desinterés por intentar ser más salvajes que nadie. No era esa su pretensión, sino hacer una música compleja y de calidad pero a la vez cercana y potente, e incluso por momentos tender hacia un estilo cercano a lo progresivo, lo que hace aún más inexplicable que no tuvieran continuidad en la década que estaba a punto de empezar.

Son siete temas en tres cuartos de hora, lo cual ya dice mucho. Ninguno baja de los cinco minutos, hay tres que rondan o superan los siete e incluso se permiten el lujo de terminar el disco con una instrumental, que encima es el más largo de todos los temas, y empezarlo con el segundo más largo. Yo no recuerdo muchos discos que terminen con una instrumental, y menos con una de siete minutos y medio, y hay que tener mucha seguridad y mucho orgullo sobre la propia propuesta musical para marcarse semejante puntazo en un debut. Ciertamente el estilo del grupo está totalmente acabado y pulido en este trabajo, es un grupo maduro que se ha desarrollado muy deprisa y que está ya en su primer trabajo oficial al nivel de bandas veteranas, pero con la frescura y el empuje de un grupo nuevo. Los siete temas son todos igual de buenos y es difícil elegir favorito o ensalzar uno más que el resto. Personalmente me quedo con la instrumental, ya que en un disco de Thrash técnico quizá sea ese el ámbito donde dan lo mejor de sí mismos, y aparte porque es un grandísimo tema. Desde el primer riff con el que abren en "Not my world" ya dejan claras sus intenciones: compás compuesto y acentos irregulares para un riff prototípicamente Thrash en su diseño y comedido en la agresividad de su sonido. Pero inmediatamente hacen la rareza de bajar la intensidad mediante una frase acústica que luego dará paso a la estrofa. Es otra manifestación más de esa seguridad que tienen en sí mismos, como una especie de fe ciega en su visión de las cosas, y también es un recurso que utilizan bastante, porque a lo largo del disco hay más cambios de intensidad colocados, como este, en momentos poco convencionales. Tienen personalidad, ese es otro de sus méritos, y son consscientes de su propia valía como músicos y como compositores.

Después de un montón de cambios, pasajes y riffs, siempre fenomenalmente enlazados mediante transiciones con sentido y ritmos relacionados unos con otros, el tema de apertura nos conduce a "Vision", cuyo comienzo repite los rasgos descritos en el principio del anterior: riff de indudable Thrash Metal pero también de marcado sabor progresivo. A partir de ahí se despliega la prodigiosa inventiva guitarrística y la ejecución impecable de todos los músicos, incluidos bajo y batería, y en todo momento una intensidad poderosa que llega al oyente y le sacude. La producción ayuda mucho a que la música de LAST DESCENDANTS respire y tenga la sensación de vitalidad propia del género en aquellos tiempos e incompatible con la mayoría de producciones digitales actuales. "One by one" apuesta más por los ritmos machacones y sube el nivel de agresividad, también gracias a las respuestas de los estribillos. "P.O.W. 13" empieza con otro riff típicamente Thrash pero esta vez regular, al menos hasta alcanzar las últimas notas, al que siguen más cambios de velocidad, más derroche de riffs, más solos inspirados y perfectamente ejecutados. "Malpractice" se da un aire a SLAYER en su comienzo, pero enseguida retoman su propio estilo y entregan siete nuevos minutazos de Thrash técnico, si bien este es el tema peor construido de todos y el único al que le falta verdadera unidad. "Fight the fight" insiste en los estribillos poderosos en medio de ritmos irregulares y riffs siempre originales y complejos, todo con una desbordante intensidad a la que ahora contribuye notablemente el batería. Y por fin llegamos a "P.G. 13", una instrumental redonda y rotunda donde las haya, todo un ejemplo de coherencia estructural, en las antípodas, por ejemplo, del "The ultra-violence" de DEATH ANGEL. Una práctica muy común la de las instrumentales desde los comienzos del HM y que había ido ganando en prestigio a la vez que ganaba en duración, más aún desde que cierta corriente de grupos de Thrash las añadieron a sus repertorios. LAST DESCENDANTS pertenecían claramente a esta corriente, tanto que se puede afirmar que son uno de sus mejores ejemplos, por mucho que también sean uno de sus exponentes menos conocidos.

Por suerte este disco fue reeditado por Stormspell Records en el 2010, sello americano que hace una labor fabulosa con sus reediciones de clásicos, conocidos y no tan conocidos, además de editar grupos nuevos, así que se puede encontrar con relativa facilidad y no hace falta pagar sumas desorbitadas por un original, salvo que uno sea un coleccionista de reliquias. Es una edición limitada y remasterizada que incluye letras, fotos, biografía por el guitarrista Gary Morton -compositor exclusivo del grupo- y una entrevista con el batería William C. Ackerman. Respeta además la portada original del vinilo, salvo por el pequeño cambio de desplazar a la izquierda el nombre del grupo, aumentar su tamaño y recuperar el logo que venía en la contraportada con otro tipo de letra y un dibujito de una espada (la versión en CD de 1988 también retocaba esto, expandiendo el logo de lado a lado de la portada, y cambiaba además la fuente de las letras del título). Pero lo mejor de todo es que incorpora como bonus la citada Demo de 1986 entera, "W.W. III", lo que permite apreciar del todo la evolución creativa del grupo. Una edición de lujo para un disco de lujo que por fortuna vuelve así a la vida.

domingo, julio 13, 2014

HOLOCROSS- Holocross (1988)

Es muy fácil despachar este disco diciendo que es puro salvajismo, que es una patada en la cara, un cañonazo hiperveloz o un misil como el de la portada, o como mucho que está en la línea del Thrash más cafre y canalla de los primeros ochenta. Muy fácil y muy frecuente en las pocas menciones que uno encuentra en páginas especializadas o en blogs. Pero todo eso, aun siendo cierto, no le hace justicia, porque este disco es mucho más, tanto que se trata de un caso insólito dentro la evolución del género y en el propio año 1988, y en la modesta opinión del que escribe, es una maravilla, con todas las letras. Un disco que en principio parece solo eso, un intento por ser más bestias que SLAYER y KREATOR juntos sin aportar nada sustancialmente distinto del estilo inicial de estas bandas, pero que en realidad esconde una sorprendente -y hasta difícil de encajar- variedad de registros e influencias.

Vamos a partir de la interpretación sencilla, la que entiende esto como un ejercicio de brutalidad sin más a través una colección de temas desmadrados y simplones. Pues solo con eso el resultado ya es demoledor y tendríamos uno de esos discos que te recuerdan lo genial que es hacer el animal porque sí, un disco que te devuelve el sentido original del Thrash Metal y que demuestra cómo y por qué surgió el género a partir de la adoración de MOTÖRHEAD y VENOM cruzados con DISCHARGE y G.B.H. Normalmente soy de los que le piden al Thrash riffs elaborados, un buen nivel técnico y cierta complejidad estructural, pero la crudeza de HOLOCROSS es irresistible, y este disco, editado fuera de lugar, fuera de tiempo y fuera de escuela, es un trallazo que no deja títere con cabeza. Digo "fuera" de todas esas cosas porque Estados Unidos, el final de la década y un estilo más propio de la vieja y cafre Europa eran muchas circunstancias adversas como para que causara algún impacto en su día, cuando este enfoque del Thrash no solo era ya conocido, sino que resultaba anacrónico y obsoleto. Un disco que en plena antesala del Thrash Técnico miraba hacia atrás con tal fijación por beber de las fuentes más primarias tenía necesariamente que levantar pocas pasiones.

Sin salirnos de esa primera perspectiva de simpleza y brutalidad, el disco es apabullante y se disfruta como un cerdo en una cochiquera. Y es que de principio a fin es un festival de violencia gratuita, de riffs a cual más básico, de baterías repetitivas, de guitarras sin ninguna sutileza, de voces chillonas... pero engancha y tiene algo especial. Su mayor atractivo es la capacidad de llevarte a un estado de trance por el que te dan ganas de tirarte contra las paredes o de romper cosas a cabezazos, y por más que yo mismo prefiera el rollo "Peace Sells", "South Of Heaven" o "Coma Of Souls", no puedo resistirme a la fuerza primitiva de estos diez temas de salvajismo sonoro en estado puro. Quizá sea su sonido, quizá sea la rabia feroz de la ejecución, quizá la unión de ambas... Aunque la verdad es que los temas son efectivos y tienen verdadera inspiración, esa misma chispa que hizo a VENOM engendrar temas como "Countess Bathory", uno de los más básicos y más versionados de la historia, o a MOTÖRHEAD ser quienes son. A veces un riff de tres notas tiene infinitamente más poder que todo el "Rust In Peace", y en ese sentido HOLOCROSS son como los RAMONES del Thrash Metal ochentero.

Pero si vamos más allá y trascendemos esta visión superficial, nos encontramos con una riqueza asombrosa y una amalgama de estilos, elementos y tendencias por momentos casi incompatibles: para empezar... ¿el cantante es uno, son tres, son ocho? No, no, es uno, pero poseído de personalidad múltiple, ya que tan pronto suena a James Hetfield de METALLICA como a Mille Petrozza de KREATOR, a Tom Araya de SLAYER, a John Connelly de NUCLEAR ASSAULT, a Bobby Ellsworth de OVERKILL o al Dan Beehler de EXCITER en su versión más locaza posible, se atreve con entonaciones limpias, desbarra con hilarantes vibratos o le da por emular los lamentos de Peter Steele o los falsetes de King Diamond, hay que oír el disco entero para creerlo y aun así cuesta. Los solos de guitarra... caóticos, ruidosos y desordenados, incluso cada vez más según avanza el disco, aunque no en el estilo de Hanneman/King. Las influencias musicales... vienen a la mente principalmente grupos como EXCITER, RAZOR, VIO-LENCE, AT WAR, EXECUTIONER, NUCLEAR ASSAULT, S.O.D., aparte de los infalibles padres del género a ambos lados del océano, SLAYER y KREATOR, aunque también MOTÖRHEAD, el primer disco de ANTHRAX, el primero de METALLICA, el primero de FLOTSAM AND JETSAM, todo ello mezclado con un deje de TANK y WARFARE y una innegable deuda con el Punk más agresivo de unos EXPLOITED y el Crossover de unos D.R.I. o CRYPTIC SLAUGHTER. Pero luego aparecen fragmentos acústicos, bajadas repentinas de velocidad, pasajes de genuino Heavy Metal, 'breaks' en mitad de varios temas, duelos virtuosísticos entre bajo y guitarra, tienen temas que no llegan a los dos minutos junto a otros que rozan los cinco, o se marcan rasgados frenéticos sobre una sola nota con la misma naturalidad con la que meten unas armonías propias de la NWOBHM y se quedan tan anchos. La mitad de los temas parece ir en una direccion y la otra mitad en otra distinta, en un caso claro de personalidad escindida, y los van alternando sin que por momentos uno se dé cuenta de la jugada.

Lo cual nos lleva al último de los pilares del estilo y la personalidad de estos tipos ingobernables: la batería. Buena parte de los temas llevan la caja a tiempo y no a contratiempo, reforzando así la sensación más machacona posible: "Wolf Pak", "Bombardment" (que plagia sin reparos el 'break' del tema anterior), "Seizure" y "Battle Stations" representan la gama más violenta y burra de HOLOCROSS dentro de lo que podemos considerar Thrash Metal. Luego están "Warpath", "B. Hive", "Murder Cycle" y "Ptomaine", que son una especie de Heavy Metal macarra y acelerado, con especial reminiscencia de MOTÖRHEAD en el segundo de ellos gracias al doble bombo. Y por último tenemos dos temas clásicos de Thrash primerizo, a toda velocidad y con la batería a contratiempo, un casi festivo "Drill" y lo que sin el menor género de dudas constituye la joya suprema del disco: "Manslaughter". Esto sí que hay oírlo para creerlo, con la voz histérica escupiendo la letra de la estrofa a espasmos -una mezcla del "As The World Burns" de KREATOR, de Dan Beehler pasado de anfetas y de la niña de "El exorcista" vomitando cosas verdes-, el pre-estribillo con voz doble y engoladamente entonado, casi cómico, los arpegios audibles y bien ejecutados en el solo, el homenaje al "Iron Fist" de MOTÖRHEAD, un final apoteósico berreando "Manslaughter! Manslaughter!" hasta dieciséis veces, que deja el final del "Fight Fire With Fire" de METALLICA al nivel de monjitas de la caridad, y, para acabar, casi medio minuto de redoble y rasgado como si estuvieran en directo. Y la letra... "To kill and kill and kill again" ya lo dice todo: somos como SLAYER pero tres veces. Glorioso, insuperable, un tema que debería estar en toda antología del Thrash más desquiciado de los 80. "Drill" tampoco le anda lejos, con similares chillidos agudos que sin duda mucha gente encontrará insufribles mientras que a otros, en cuanto se quiten de encima prejuicios y sentido del ridículo, les parecerán adictivos. Y es que el disco engancha. Cuesta entrar, al margen de que realmente tiene un alto índice de "odiabilidad", pero si se le da su tiempo y te cae en gracia, al final engancha, y mucho. "Seizure", que recuerda a NUCLEAR ASSAULT tanto por el título como por el estilo, es el tercer tema que me parece destacable sobre el resto y que me atrevo a calificar como adictivo, con ese estribillo igualmente estridente, desinhibido, delirante pero terriblemente efectivo y pegadizo, y un final aplastante al grito de "Seizure! Seizure! Seizure! Seizure!".

Por lo que yo sé, esto no se ha reeditado nunca en CD, y casi mejor, porque solo en vinilo suena como debe sonar. Importante: no oír nunca en unos altavoces pequeños, y jamás, bajo ningún concepto, en los del portátil o en un móvil. En caso de hacerlo se te aparecen de noche el espíritu de Cronos, el de Lemmy y el de Dan Beehler, te atan a un poste y te meten el misil de la portada por el culo. Quedáis avisados.

domingo, julio 06, 2014

HOLY TERROR- Mind wars (1988)

Esta vez no es un debut, sino un segundo disco, el que elijo para rescatar del olvido, y además un discazo con todas las letras, un indudable tesoro, que si bien es reivindicado por muchos y alabado unánimemente por todos los que lo han oído, no está ni mucho menos a la altura de visibilidad y reconocimiento que se merece. Es solo un año posterior al álbum que le precede, pero la diferencia entre ellos es tan brutal que no me cabe la menor duda al escogerlo, aparte del inmenso afecto y devoción personal que siempre le he profesado (y ya sin entrar en el hecho de que del debut del 87, "Terror and submission", existen dos mezclas distintas). Es uno de tantos discos a cargo de un grupo de Thrash que, en parte por aparecer a finales de los 80, se quedó solo en una promesa. Pero HOLY TERROR eran un grupazo, hay que decirlo con todo orgullo, tenían una potencia tremenda, estilo propio, buenísimos temas, una identidad reconocible a todos los niveles, una formación muy compacta... Sacaron estos dos discos, giraron por Estados Unidos, aparecieron en revistas y fanzines e incluso vinieron dos veces de gira a Europa, pero desgraciadamente se quedaron por el camino justo tras un momento glorioso de inspiración, ejecución y poderío sonoro como fue este "Mind wars" del 88, debido a problemas internos (económicos, organizativos, de drogas, etc.) que forzaron la salida del segundo guitarra, Mike Alvord, y que derivaron en que al año siguiente Kurt Kilfelt, líder y alma de HOLY TERROR, se trasladase de California a Seattle junto con la sección rítmica del grupo. Pero por mucho que fuese el fundador, guitarra solista, principial compositor, productor, co-mezclador y creador del concepto de la portada de este disco, dejar atrás a Alvord, que también componía, y al cantante Keith Deen, que ayudaba con las letras y sobre todo tenía un enfoque vocal personalísimo, fue una pérdida de la que la banda no se recuperó. De haber continuado juntos -y también si los 90 hubieran ofrecido un campo de batalla más propicio para este tipo de formaciones-, quién sabe si habrían alcanzado un estatus muy superior, porque desde luego méritos tenían de sobra.

En varios sitios consideran a HOLY TERROR y a este disco en concreto como Speed Metal, y ciertamente la velocidad, los elementos melódicos y las líneas vocales se corresponden con esa clasificación, mientras que en otros tantos los describen como Thrash, sin especificar más. No me parece esencial ponernos a discutir qué etiqueta se le ajusta mejor, y de hecho puede que tenga tanto de uno como de otro y que de ahí le venga en parte su condición de disco único y su muy marcada personalidad, uno más de los factores que hacen que sea un trabajo arrollador. Kilfelt había estado en AGENT STEEL hasta el verano de 1985, cuando fundó HOLY TERROR, y ese año había grabado y publicado con ellos su debut "Skeptics apocalypse"; por otro lado el primer batería, Jack Schwartz, había hecho lo propio con DARK ANGEL, tomando parte en su debut "We have arrived", también de 1985. Con estos antecedentes estaba claro cómo iban a sonar HOLY TERROR (a pesar de que Schwartz desapareciera de la formación en el 86 sin llegar a editar nada con ellos): a una mezcla de AGENT STEEL, ABATTOIR, SAVAGE GRACE, FLOTSAM AND JETSAM o HEATHEN, cruzado con la agresividad de KREATOR y la actitud de NUCLEAR ASSAULT y amplificado todo a través de una potencia avasalladora. Si se le suma el personal enfoque de las letras, centradas casi por completo en asuntos religiosos pero sin la menor connotación satánica (basta echar un vistazo a los títulos), y una presencia vocal única a cargo de Keith Deen, con un timbre, un registro y una forma de escupir las letras que le diferencian de casi cualquier otro cantante del género, tenemos la fórmula perfecta para explicar por qué HOLY TERROR ocupan un lugar privilegiado en el Metal de finales de los ochenta.

"Mind wars" consta de ocho temas, uno de ellos con tres partes distintas pero unidas, y es un misil, un cañonazo, una estampida detrás de otra. "Judas reward" abre la veda tras unos segundos de intro, a base de velocidad desmadrada, guitarras furiosas, una batería enloquecida y una voz que rabia, ruge, recita y a veces canta, y así todo el disco. Este primer tema tiene una sección central más lenta, técnica que repiten en casi todos, pero aparte del más comedido y rítmico "The immoral wasteland" y más adelante el tema triple, con un montón de pasajes contrastantes, el resto van básicamente a piñón fijo, a veces tan deprisa que dan una cierta sensación de precipitación, un hipnótico vislumbre del caos, como cuando uno se asoma a un precipicio. Es otro más de sus muchos atractivos y otro rasgo que lo distingue del resto de grabaciones que, ya por aquel año, seguían sin contemplaciones la estela del "Reign in blood" y su producción límpida y digital. La grabación de "Mind wars" como tal les llevó cuatro días, y entre eso y luego regrabar algunas pistas, mezclar el álbum y hacer el máster, no llegaron a tres semanas de trabajo, y se nota, además de que no tenían aparatos digitales, solo pedales y efectos analógicos que usaron en directo en la propia grabación. Todo eso se nota, pero para bien, porque el disco suena crudo y vivo y transpira sudor y energía como si fuese el concierto más anfetamínico y cañero al que uno hubiera ido nunca.

Tras el arranque con "Judas reward" viene la concisa, veloz, melódica y pegadiza "Debt of pain", personalmente mi favorita y un tema que tiene esa cualidad furibunda y concentrada que encontraremos más adelante en temas como el "Sex, Murder, Art" de SLAYER en 1994. Le sigue la mencionada "The immoral wasteland", con su marcado ritmillo, y cerrando la cara A tenemos esa pieza en la que supuestamente unen tres temas, pero que en realidad viene a ser una especie de suite, una colección ensartada de fragmentos cada cual con sus propias características y entre los que pasan de uno a otro sin ninguna transición. Precisamente por eso, y porque yo lo tengo en vinilo, nunca he sabido bien dónde empieza exactamente cada uno de los tres temas (ignoro si las varias reediciones en CD los separarán en tres pistas o no), pero ni falta qué hace. La cara B, contra todo pronóstico, es aún más directa y más rápida: "Damned by judges" tiene algunas partes más lentas, pero su tempo básico es veloz, "Do unto others" empieza de forma contundente y pesada, pero cuando empieza a correr no hay quien le pare, especialmente la voz, más acelerada que nunca y de nuevo sirviendo de premonición sonora al Araya de "Dittohead" en 1994, "No resurrection" hace otro tanto y "Christian resistance" cierra con un Keith Deen más desquiciado que nunca y ofreciendo más de lo que hemos encontrado a lo largo de todo el disco: frases inspiradas, estribillos pegadizos, rellenos melódicos, solos fulgurantes y una velocidad de crucero que solo se detiene para coger fuerzas y volver a atacar.

Por desgracia, Deen murió en diciembre del 2012, víctima de un cáncer que se lo llevó en apenas tres meses. Valga esta reseña como humilde y sentido homenaje a su persona, a su aportación y a lo mucho que hizo y dejó grabado en la breve discografía de HOLY TERROR.