Disco inclasificable este de los americanos PYRRHON: se puede abordar desde su lado técnico, desde el experimental, desde el deathcore o hasta olvidándonos de todos y sumergiéndonos sin más en su marea de ruido y gritos, seguramente lo más práctico.
Pero por concretar, nos quedaremos con el lado “-core” (delante pueden figurar varias etiquetas, a gusto del consumidor). Es verdad que tratan de probar cosas poco habituales, en un afán casi vanguardista, y también que a veces buscan la complejidad propia de grupos progresivos, pero lo que prevalece es el gusto por los ritmos entrecortados, los gritos histéricos, los cambios bruscos, los riffs plagados de efectos… es decir, el recital propio de los grupos “-core”. Lo bueno es que está compensado por todo lo demás, con lo que la música es sobradamente variada y rica y ellos evitan convertirse en unos títeres más como tantos otros.
Sin embargo, les falta inmediatez, como resultado precisamente de ese mejunje donde han mezclado tantas cosas. Grupos como SUICIDE SILENCE pueden pecar de monótonos, previsibles y faltos de personalidad, pero llegan, enganchan, tienen esa cercanía rápida que resulta clave para captar la atención del oyente. Y no solo para captarla, sino para lograr que permanezca después. PYRRHON desarrollan una música mucho más intrincada, con más méritos musicales, más interesante y más profunda, pero que falla en la tarea de resultar atrayente. Nombres como CEPHALIC CARNAGE, BURNT BY THE SUN, SHAOLIN DEATH SQUAD, THE DILLINGER SCAPE PLAN, etc. (cada uno en su línea particular), pueden ser igual de complejos, vanguardistas o enrevesados, pero tienen más gancho.
Como en todo, aquí habrá gustos distintos (los del propio grupo, sin ir más lejos), e igual que podemos decir que la música de PYRRHON es quizá demasiado cerebral, también hay que reconocer que es compleja, sofisticada, arriesgada y muy, muy intensa. La fuerza con que atacan los instrumentos es pasmosa, las voces chorrean rabia y la propia música, con sus disonancias, armónicos, arpegios y riffs marcianos, es una estridente muralla de aristas. Quizá no invita a querer tirar la pared a cabezazos, ni siquiera tras muchas escuchas, pero su intensidad es innegable, al igual que el resto de virtudes señaladas.
Pero luego ellos mismos desdicen todo esto y se quedan en cueros con dos largos temas al final del disco -ambos por encima de los ocho minutos- donde la intensidad flojea de manera alarmante. No tiene mucho sentido rematar un disco de esta forma, bajando el pistón y metiendo largas secciones lentas, casi ambientales, o partes que divagan y no aportan nada de nada. Una pena. Hasta ahí el álbum llevaba muy buenas trazas -al margen de no ser idóneo para todos los gustos-, pero pierde muchos enteros en estos temas, que entre los dos suponen un tercio de su duración total.
No hay comentarios:
Publicar un comentario