Una muestra más de lo productivas que son las fronteras de los géneros cuando se aprovecha sabiamente lo que queda a ambos lados. En esta ocasión el ejemplo viene de la mano del segundo disco de estos italianos, muy superior a su debut, en una onda Thrash pero con una cierta inclinación melódica y varias incursiones en terrenos cercanos al Heavy. Lo bueno es que la mezcla está hecha con naturalidad, que los elementos se funden sin estridencias unos con otros y que el grupo no parece estar enfocando sus esfuerzos compositivos en ninguna dirección predeterminada ni tratando de sonar a ningún grupo en concreto.
Las influencias y las señas de identidad se dejan sentir tanto en los elementos de un género como en los del otro, y así encontramos ataques directos en la mejor tradición Thrash, como en el principio del tema “Go fuck themselves”, que pronto se metamorfosea en otra serie de pasajes con caracteres muy variados, tempos pesados como “Church of tomorrow”, riffs más clásicos y melódicos en “Filthy lucre”, guitarras dobladas al estilo maidenesco en la veloz “I hate my family”, todo un himno furioso y reivindicativo en “Liar #1”, y finalmente el tema más ortodoxamente thrashero, como bien anuncia su título: “Thrash is back in town”.
La variedad está asegurada, pero también una ejecución intensa y a la vez cuidada, unos arreglos suficientemente interesantes y detallistas, una producción contundente y una voz agresiva que ocasionalmente gruñe, a veces grita y otras entrega unas inspiradas y pegadizas frases melódicas con sabor, más que clásico, intemporal y ajeno a tendencias. Todos los temas atraviesan distintas secciones y cuentan con abundantes cambios de ritmo y de tempo, pero siempre dentro de estructuras bien cohesionadas, con sentido unitario y que además no desdeñan la inclusión de estribillos en donde concentran sus líneas más memorables. Sin llegar a ser una joya, se trata de un disco verdaderamente atractivo y valioso que les augura un buen futuro.
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