AURORA BOREALIS parecía hace tiempo un proyecto más, sin muchas ambiciones, pero a lo largo de los años se han ido consolidando y van ya por su quinto disco completo. Tal vez no sean muy conocidos por parte del público, pero cuentan con la particularidad de ser probablemente el único grupo por cuyas filas han pasado esas tres bestias pardas de la batería que son Derek Roddy, Tim Yeung y Tony Laureano. Me imagino que eso tiene que ser una presión para quien ocupe después el puesto y que el actual batería, Mark Green, debe sentirse como mínimo algo intimidado, más aún porque llega al grupo sin ninguna referencia previa. Y hay que decir que hace bien su labor pero que no alcanza a sus predecesores. Los otros dos miembros del grupo han sido y siguen siendo los mismos desde que empezaron.
La música de AURORA BOREALIS se decantó hace tiempo por el Death, y por si quedaban dudas, en este “Timeline” lo reafirman, y el único elemento que pervive de su carácter Black de otros tiempos es la voz. Los instrumentos atacan un Death de libro que no rehúye la brutalidad pero que en general suena accesible, limpio y actual. Los temas tienen poca variedad de diseño pero sí bastante en cuanto a riffs, ritmos e influencias, y cubren un espectro que puede satisfacer a distintos oyentes dentro del género. Las partes más pegadizas se encuentran al principio del disco, pero a partir de ahí la música cae a menudo en pasajes genéricos y en numerosos lugares comunes. La producción ha logrado un mejor equilibrio entre los instrumentos que en entregas previas del grupo y un sonido nítido y brillante, pero quizá algo frío.
Lo más monótono, con diferencia, es la voz, por todo: por el timbre, por el tono, por los patrones rítmicos y por la propia línea vocal. El timbre de voz es continuamente rasgado sin ofrecer nunca otra faceta, el tono en el que berrea es sólo uno y de ahí no sale (a la manera de Tom Araya en los últimos discos, pero evidentemente dentro de otro estilo), el diseño rítmico de las frases se repite una y otra vez, y en cuanto a la forma de gritar… en fin, no hace falta “cantar” para que la voz tenga alguna inflexión y no sea plana, tal como sucede aquí. Aun así, la conclusión general sobre el disco es favorable, se trata de un trabajo sólido a cargo de un grupo respetable y con solera pese a no ser de primera fila. Y la rayada que se marcan con las letras y el concepto del álbum sobre la línea temporal del eterno retorno es digna de atención.
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