Algunos discos son aburridos, sin más, por muy trabajados que estén o muchas horas que les hayan dedicado. Si falla la base, las ideas, la inspiración, todo lo demás no logra sacarlo a flote. Eso es lo que le sucede al álbum de estos mejicanos, y el caso es que empieza bien, en unas coordenadas de Death melódico estilo sueco con un tema veloz y resultón, pero poco después se les acaba el fuelle.
Hay varias cosas que contribuyen a que el disco sea poco menos que soporífero: para empezar, el empleo abusivo de los mismos ritmos, sobre todo ese ritmo sincopado que hace que la música vaya a trompicones y que usado de vez en cuando está bien pero si se abusa de él, cansa. Luego los incontables parones que introducen sin venir a cuento en muchos temas y las partes con arpegios y voces limpias; no hay nada malo en ellas a priori, pero sí cuando una y otra vez todos los arpegios duran lo mismo y el cambio de uno a otro sigue un ritmo invariable, lo que produce un desfavorable efecto de pesadez. Y la voz, amén de repetitiva, lleva muchas veces el mismo ritmo que la parte instrumental de los temas, lo que se convierte en otro elemento de monotonía.
La consecuencia de todo ello es que la música parece estancarse y no avanzar. Aparte de eso, los temas están organizados a base de añadir fragmentos sin ninguna relación entre sí, lo cual dificulta aún más el retener algo o lograr que llame la atención. Si además contamos una batería bastante simplona y la presencia de unas partes solistas pobrísimas (basta escuchar como ejemplo “A filthy poem”), el resultado final se cae por su propio peso. Mientras que canciones como “Liar” se salvan sólo parcialmente porque tienen algún pasaje llamativo –aunque ninguna se libra de las estructuras caóticas-, otras como “Strangers” o la instrumental situada en último lugar son, entre otros muchos, un buen muestrario de la acumulación de todos estos inconvenientes juntos.
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