miércoles, enero 01, 2014

MORTAL DECAY- The blueprint for blood spatter (2013)


MORTAL DECAY han tardado tanto en sacar este disco como lo que tardaron en sacar los tres anteriores, pero ha merecido la pena, porque es lo más elaborado y depurado que han grabado nunca, una exquisitez de podrido Death Metal, un repulsivo ejemplo de sofisticación musical manchada de sangre. Sin hacer exactamente Death técnico, logran un nivel de ejecución pasmoso y un continuo despliegue de filigranas entre los distintos instrumentos, ya que aquí todos trabajan por igual y ninguno desmerece al resto. Cómo no, las guitarras son las que llevan el mayor peso a la hora de tejer todo ese entramado de riffs, frases, solos y sobre todo melodías dobladas, pero ni la batería ni, especialmente, el bajo se les quedan a la zaga.

El otro gran mérito del disco es la increíble variedad rítmica que exhiben, es difícil encontrar ritmos que se repitan o que recuerden a cosas ya conocidas y bien establecidas. Las hay, por supuesto, pero el esfuerzo por salirse de lo más trillado es admirable, y también la capacidad de hacerlo sin sonar raros ni experimentales. Es Death con todas las letras, no Old-School pero tampoco Brutal, no es Tech-Death y tampoco es Death melódico, pero tiene melodía, precisión, agresividad y oscuridad. Velocidad es tal vez lo que menos tiene, y es que les interesan más los medios tiempos, que es donde realmente consiguen encontrar la mayor variedad de detalles, ritmos, cambios y juegos compositivos varios.

Lo que más se echa en falta, y lo que a la larga hace que sea un gran disco pero no perfecto, es una producción más potente, especialmente en la batería, que claramente está en un segundo plano, y el sonido en conjunto resulta demasiado pulcro, demasiado ligero. El disco se presta a escucharlo con calma y apreciando toda la enjundia instrumental, pero le habría venido bien reforzar esto con una sensación más visceral, que diera la impresión de agarrarte por las entrañas y sacudirte hasta dejarte medio muerto, y eso por desgracia no lo consigue. Pero si buscamos complejidad en las guitarras encontraremos ejemplos espectaculares en muchos momentos, el principio de “Ocular haze” va sobrado, y otros temas como “Nocuous compulsions”, “Jugular gurgle” o especialmente “Mourning euphoria” están a la misma altura. Los propios títulos sirven para ilustrar por dónde va el planteamiento musical: la temática de siempre pero con un enfoque macabramente refinado. Si tuviera más pegada, y si consiguieran de vez en cuando sonar más pegadizos -aunque lo cierto es que nunca lo han sido-, estaríamos ante un trabajo deslumbrante. Nos “conformaremos” con que sea magnífico.

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