Veinte años no es nada, como decía el tango, eso es lo que han tardado estos gallegos en publicar su primer disco completo desde que se formaron en 1991. Y quién lo diría, porque suenan enérgicos y rabiosos como cualquier grupo de chavales recién llegados, pero al mismo tiempo tienen la sabiduría que da los años -como reza su nombre-. La combinación se traduce en un disco directo, crudo, variado y bien trabajado.
El estilo se mueve entre varias aguas, básicamente Death, Grind y algo de Hardcore. A ratos suenan a los últimos NAPALM DEATH en sus momentos más hardcoreros de discos como “Order of the leech” o “Smear campaign” (cambiando la voz por otra más a lo Max Cavalera), pero sin su monótono chuga-chuga en los riffs ni su abuso de D-Beat en la batería, y en honor de los coruñeses hay que decir que resultan mucho más variados rítmica y compositivamente que Embury y compañía. Lo mejor es que todos los estilos están fundidos en uno solo donde nada destaca ni choca con el resto, y ni las partes Death son las típicas -salvo fragmentos como el principio de “Empanada de escarapotes” o hacia el final de “Podre”- ni las más Grind son un simple bombardeo de blasts, todo está fusionado a la perfección y resulta natural y fluido.
Dentro de ese peculiar género híbrido su música apuesta por una aparente sencillez, porque es directa y en verdad bastante simple -que no simplona-, pero si uno se fija bien verá que los temas son variados, tienen multitud de partes y cambios y que no se les puede achacar falta de inquietud en absoluto. La sencillez se da más bien en cada riff o cada pasaje considerado por separado, en la producción y la falta de arreglos (un apartado que podrían haber cuidado más) o en la casi ausencia de solos -excepto en “A rolos (O día do patrón)”-. El sonido por su parte no tiene nada objetable: claro, afilado, metálico, pero agresivo y poderoso.
La mayor pega del disco es doble, por una parte la escasez de material propio, y, sobre todo, la falta de pasajes que sobresalgan en cada tema y les den el empujón definitivo. Sólo siete temas originales a lo largo de veintiocho minutos parece muy poco, y eso siendo benévolos y pasando por alto la longevidad del grupo. Lo completan con una versión del “Suffer the children” de NAPALM DEATH cantada en gallego y re-titulada como “Sofren os nenos”, totalmente apegada a la original.
Y respecto al segundo punto, me temo que se hace mucho más evidente precisamente al llegar a esta versión, donde sí hay ideas, frases y riffs capaces de construir un tema antológico, algo de lo que carece el resto del disco. En este apartado los coruñeses pierden claramente frente a las huestes de Embury. Aun así, todo lo dicho anteriormente hace de este álbum una obra bastante superior musicalmente a las de grupos que tienen más renombre -me vienen a la cabeza RESISTANT CULTURE- pero que en parte se lo han ganado a base de exotismo y mera apariencia. WISDOM no han llegado aún a su plenitud, pero están en el buen camino.
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