Seguramente lo más notable que han hecho en su carrera FUNERAL RAPE es contribuir a poner en marcha la moda de las portadas con sierras asociadas a genitales femeninos, con aquel “A chainsaw in the cunt” de título explícito y portada no menos ilustrativa. Un disco tosco y primario, aunque a ratos simpático, al que sucedió un “Sexperiment” algo más violento y con mayor presencia de partes brutales, tanto Grind como Deathgrind. Cuatro años después volvieron con este “Porn afterlife”, sin sorpresas ni cambios.
Y de nuevo lo que sale mejor parado son los elementos extramusicales, o quizá ni eso: la portada es graciosa, con otro de sus montajes de imágenes a los que no se les puede negar ser, cuando menos, ocurrentes, como también lo es la contraportada y su imagen de una monja con expresión a medio camino entre la sorpresa escandalizada y las ganas de sumarse a la fiesta. Pero esta vez ni siquiera los títulos -otro elemento no musical que en este género puede tener casi tanta importancia- resultan imaginativos, o al menos especialmente depravados, lo que sería otra posible vía de interés. Y las intros, tres cuartos de lo mismo: previsibles, facilonas y repetitivas.
La música, por desgracia, cumple también estos tres rasgos, y al final nos quedamos con que todo el conjunto es de lo más soso que uno puede encontrar en este estilo, hecho sin ideas y sin ninguna demostración de ingenio. Es más, parece que se complacen en ser más ramplones y elementales que nadie, porque agresividad como tal tampoco es que haya, sólo un aire de zafiedad orgullosa que llega a aburrir al cabo de poco tiempo.
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