viernes, abril 29, 2011

NOCTIFERIA- Death culture (2010)

En cada subgénero suele haber unas convenciones que más o menos todos los grupos siguen fielmente, ignoro si por aquello de forjarse una imagen fácil de ubicar o sólo por pura inercia, pero cuando lo hacen con excesivo rigor el resultado es artificial y poco creíble. No es en absoluto el caso de NOCTIFERIA, que transmiten un gusto genuino por lo que hacen sin necesidad de tomárselo como una pose. Su música se inscribe en el ámbito de bandas como FEAR FACTORY, ecos de MACHINE HEAD o SOULFLY, post-Thrash tipo MESHUGGAH o STRAPPING YOUNG LAD y hasta algo de Death melódico estilo sueco. Semejante código genético parece difícil de compaginar, pero lo consiguen y además con una naturalidad pasmosa.

Hay varios puntos que hacen especial este disco frente a los anteriores referentes, principalmente la citada naturalidad del conjunto, la credibilidad general de su propuesta, el hecho de que todo fluye sin asperezas. En segundo lugar, que saben hacer temas: dicho así parece una ingenuidad, pero no lo es, al menos no en una época en la que a menudo prima el complicar los temas sin ton ni son o el añadir fragmentos inconexos y pretender que eso forma una unidad. NOCTIFERIA logran dar su propia personalidad a todos los temas y hacen que cada uno de ellos resulte identificable por separado. Hay canciones rápidas, otras más lentas, otras más pegadizas, las hay más melódicas o más rítmicas o más guitarreras, pero todas se dibujan perfectamente frente al resto y no hay forma posible de confundirlas.

Otro gran valor es que, pese a la multitud de parientes lejanos, estos eslovenos no suenan en concreto a ninguno de ellos y las influencias se diluyen sin dejar una huella rastreable. Y todavía mejor es que de la ascendencia industrial tipo FEAR FACTORY toman la ambientación sonora pero han dejado de lado la parte rítmica más mecanicista y machacona, y del Thrash de vanguardia cogen la inspiración para ciertos riffs pero rechazan las complejidades que privan a los temas de su carácter directo. Y es que todos entran a la primera, lo que viene a ser otra sorprendente virtud y más aún dentro de un estilo en que lo habitual es justo lo contrario. A eso ayuda que las canciones tienen estribillos, estribillos de los de toda la vida, de los que vienen después de la estrofa y condensan lo más memorable y pegadizo, y aun así la música suena totalmente a siglo XXI sin renunciar a ese rasgo de convencionalidad que en la práctica sólo sirve para que el disco sea cercano y disfrutable.

Por último hay que señalar que la producción es magnífica y que los arreglos están hechos con esmero y de forma inteligente: hay una presencia de teclados casi permanente pero introducida con tanto acierto que apenas se percibe, y cuyo efecto consiste en potenciar los distintos ambientes o en resaltar partes concretas de cada tema, e igual sucede con los efectos vocales, los arreglos de guitarra o ciertos sonidos que añaden por aquí y por allá. En todo esto se trasluce el alto grado de profesionalidad que ha alcanzado el grupo a lo largo de sus casi veinte años de existencia y tras cinco álbumes publicados, así como su depurado buen gusto.

Y respecto a la oferta concreta de los temas, dentro de la propuesta general entre industrial y medio futurista encontramos riffs cañeros e inmediatos como en el principio de “Slavedriver”, estribillos que podrían haber engendrado DARK TRANQUILLITY como el de “Non individuum”, ambientes orientales en la final “SM 02”, pesos pesados como la monumental “Rust” o la no menos ambiciosa “Monarch”, y uno de los momentos más asombrosos en el ultra-pegadizo “Demoncracy” y su innegable parecido con los primeros y más iconoclastas MARYLIN MANSON del “Antichrist Superstar”. Doce temas más una intro a lo largo de casi cuarenta y nueve minutos de música variada, actual, agresiva, pegadiza, sincera y bien elaborada. ¿Quién da más?

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