KREATOR vuelven a la
carga en un año que por ahora ha dado frutos magníficos por parte de las
grandes bandas veteranas de los 80 y 90. Los alemanes mantienen la línea de la
etapa que abrieron con “Violent revolution”, pero esta vez su propuesta se bifurca
nítidamente entre un Thrash con sonido moderno y una música de elementos
claramente melódicos, enfatizando bastante la segunda, en un movimiento que
recuerda al de ANTHRAX en su último trabajo. El resultado es algo que muchas
veces no es Thrash sino más bien un Heavy muy intenso y agresivo, haciendo de
este disco el menos unidimensionalmente thrashero de los últimos cuatro.
Como perros viejos que
son, repiten patrones cuya efectividad han comprobado durante más de una década,
tanto en los temas como en la organización global del disco: canciones más cañeras
al principio y progresivamente mayor presencia de medios tiempos con fragmentos
melódicos, rematando esta vez con un final particularmente calmado. Pero ahora la
balanza se decanta hacia la segunda tendencia, entonada en plan grandilocuente
(qué decir de un estribillo como el de “From flood into fire”), y la caña
parece estar colocada al principio para contentar a los acérrimos. Por suerte,
el nivel de inspiración vuelve a ser casi el del 2001 y la potencian mediante
recursos como estribillos básicos, pequeñas células melódicas en vez de riffs, armonías
épicas, abundantes frases solistas de guitarra, solos marcados por la
contención técnica en favor de la expresividad… El disco se aparta en buena
medida de los dos anteriores y evita su sensación de premeditación, presentando
además ideas pegadizas, una ejecución bárbara y una brillante producción.
Sobre cómo los riffs
propiamente Thrash ceden su lugar a los pequeños motivos melódicos, basta
escuchar el principio de “The few, the proud, the broken” o “Victory will
come”. En otros hay que esperar a que pase la intro, ya sea acústica o de
batería, como en “Until our paths cross again” o “From flood into fire”, o dejar
que lo que parece ser la melodía principal dé paso a la que de verdad lo es,
como en “Your Heaven, my Hell” (por cierto, calcada del tema “Scenery” de
ANVIL). En “United in hate”, sin embargo, tras la intro acústica lo que emerge
es un tema con auténticos riffs thrasheros, uno de los casos que hay en el
disco junto a “Death to the world”, “Civilisation collapse” o el tema-título, y
en menor medida “Victory will come”.
Pero incluso en estos
temas Thrash vuelven también a incluir partes decididamente melódicas y, cómo no,
los estribillos facilones que se limitan a repetir el título (antecedentes no
les faltan en la discografía reciente: “Impossible brutality”, “Escalation”, “Hordes
of chaos” “World anarchy”, “Ghetto war”…), además aplicando varias veces el
mismo esquema de responder rítmicamente a las guitarras en la segunda mitad de
las frases. Si el truco funciona para qué cambiarlo, habrán pensado.
En mi opinión el estilo
gana mucho cuando funden en una la orientación agresiva y la melódica, como en “The
few, the proud, the broken”, pero en general el disco se polariza demasiado
entre las secciones de un tipo y las del otro, como pasaba de manera extrema en
el último de MORBID ANGEL, sólo que aquí llevado a las distintas partes de los
temas y no a estos enteros, aunque con el mismo efecto de confusión.
Tal como decía, la
estela de “Violent revolution” está más presente que la de los dos siguientes
discos, y si “Hordes of chaos” era una especie de “Enemy of God 2”, este parece
retomar aquel otro a la vez que expande sus rasgos menos salvajes. Hay momentos
en que uno de repente espera oír el estribillo de “Servant in Heaven, king in
Hell” (en “From flood into fire”) o el del propio “Violent revolution” (en
“Your Heaven, my Hell”), pero en general no se les puede acusar de copiarse a
sí mismos, ya que son casos aislados y en gran medida han superado la tendencia
tan repetitiva de sus últimos dos trabajos, sobre todo en las partes menos
Thrash, que a veces hasta recuperan aires de la era “Outcast”.
La complejidad
estructural es otro rasgo muy marcado de este “Phantom Antichrist”. Todos los
temas tienen un montón de partes distintas, tanto en ritmo como en velocidad y
carácter. Pero normalmente tienen tan poco que ver unas con otras, o presentan cambios
de carácter tan bruscos que resultan cargantes. No sabemos si será una
herramienta para despistar al oyente, pero está claro que los temas habrían
sido mucho más compactos si no los hubieran planteado así. No veo qué pintan de
repente ciertas partes agresivas y rápidas en medio de los temas más
evocadores, o ciertas partes líricas en los temas cañeros, ni en general qué
necesidad hay de meter tantas y tantas cosas en una sola canción. Acaba dando
la impresión de que pretenden, como en la publicidad o en esos videoclips en
los que las imágenes van tan deprisa que ni atiendes a la música, confundir al
espectador con la avalancha de estímulos simultáneos. Es una estrategia
clásica, poco honrada pero efectiva. Entre esto, los estribillos, la soberbia
producción –sonido, mezcla, arreglos, coros, guitarras dobladas- o la fuerza de
la ejecución (sin olvidar la megacampaña publicitaria que llevan meses
desplegando), el disco da el pego, resulta apabullante, prácticamente
deslumbra, pero no hay que exagerar, y ni es un clásico ni creo que resista el
paso del tiempo con suficiente entereza.
El paradigma de por
dónde van aquí los tiros son los estribillos incendiarios y fáciles de corear
en directo, que podrán rentabilizar sin problema en los conciertos, en medio de
estructuras tipo batiburrillo y demasiado saturadas. KREATOR han grabado un
disco que en su conjunto los mantiene frescos y en primera línea, sin haber
hecho nada del otro mundo. Quizá no se renuevan drásticamente –tampoco tendría
mucho sentido-, pero se revitalizan y además alejándose de fórmulas seguras y
buscando caminos distintos aunque ya presentes en su discografía. La habilidad
para crear frases convencionales y estribillos sencillos empaquetándolo todo en
un recipiente bastante correcto es lo ideal para que puedan pasearlo por los
escenarios y que la gente desee oír los temas nuevos. Al fin y al cabo el grupo
vive de sus giras –como todos hoy día-, y este disco es un buen balón de
oxígeno para seguir adelante en esa interminable campaña.