martes, octubre 02, 2012

La crisis del disco (II) - La era informática


Ya he mencionado la idea de que hoy día las obras, o cierto tipo de obras, son en realidad un archivo informático. Me adelanté al hacer esa observación, pero me hacía falta para contextualizar el tema y también para ir anticipando las ideas generales que guían mi planteamiento. Una vez visto de forma retrospectiva el papel del CD en los 90, es decir, antes de la universalización de internet, quiero mirar más de cerca qué males sufrió en la década siguiente. Qué males sufrió un artilugio que en sí mismo no era tan revolucionario, que aun así fue bestialmente desaprovechado y que, curiosamente, contenía ya la esencia de lo que en poco tiempo le haría caer en un irreversible declive.

Creo que todo el mundo tiene claro ya que un CD es sólo un artefacto que contiene información digital. Es decir, un objeto para almacenar datos. Estos no tienen por qué ser sólo musicales, ya que casi todo es susceptible de ser convertido al código binario de unos y ceros. De entrada un CD no es un “disco de música”, sino de datos, un soporte informático. Lo que no esperaba la industria discográfica en los 90 es que la informática pudiera cambiar drásticamente la forma y funcionalidad de las unidades de almacenamiento, y mucho menos se le había ocurrido pensar que la verdadera gran revolución estaba aún por llegar. Y al final fue la confluencia de ambas transformaciones y su potenciación mutua lo que plantó cara a su juguetito elitista llamado CD y en poco tiempo lo aplastó.

¿En poco tiempo? No, qué va. Estamos en la segunda década del siglo XXI y aún se venden muchos CDs, muchísimos, aunque la industria lloriquee y se queje de que sus ventas han caído y sus beneficios han disminuido. Aun siendo esto verdad, se siguen vendiendo discos a patadas, y la prueba está en la ingente cantidad de discos que se publican (por no hablar de las bandas que se crean o los sellos discográficos que aparecen), y es que si se publica será porque se vende; como ejemplo baste la variedad de formatos distintos en que se reeditó el año pasado el “Nevermind” de NIRVANA conmemorando el vigésimo aniversario de su edición, entre CD normal, CD digipack, CD + CD-extra de rarezas, CD + DVD, 4xCD Box (aparte de vinilo normal, vinilo en varios colores, vinilo doble, vinilo cuádruple)… Y estamos hablando de una reedición. Han pasado un considerable número de años y aún muchísima gente en todo el planeta sigue mirando con buenos ojos ese formato obsoleto e innecesario llamado CD. No, la informática aún no lo ha aplastado. Pero lo hará, aunque quizá nunca del todo. Lo más gracioso es que el CD también es un artículo informático, aunque como soporte es indescriptiblemente más tosco, limitado y falto de versatilidad que todos sus competidores posteriores.

Evidentemente, hablo de los reproductores mp3 y mp4, de las memorias extraíbles y de los discos duros externos, todos esos dispositivos que permiten prescindir de un montón de fardos inútiles que ocupan espacio en las estanterías de nuestras casas. La primera idea que se suele oponer a esto es que los CDs suenan mucho mejor. Incorrecto. No digo que sea falso, un disco original tiene mayor calidad de sonido que un archivo comprimido y no soy tan tonto como para negarlo, pero los discos a 320 kbps reproducidos en los actuales altavoces y aparatos de alta fidelidad suenan alucinantemente bien. Cumplen muy de sobra las exigencias o el mínimo de calidad aceptables, y suenan infinitamente mejor que los vinilos que hemos usado durante décadas y también hoy sin que nadie se quejara. Es más, suenan incluso “demasiado bien”, con un brillo y nitidez que la música en su estado natural, en directo, no tiene. Por otra parte, el oído medio no se para a apreciar las sutiles diferencias en cuanto a resolución que ofrece un formato no comprimido, y muchas veces ni siquiera tiene la capacidad de hacerlo.

Toda la reacción contra los dispositivos de almacenamiento masivo por parte de la industria del disco no ha sido para defender nuestros intereses como consumidores y ni mucho menos para velar por la máxima calidad del producto, ha sido porque han visto peligrar su posición de privilegio y sus exorbitadas ganancias tras una década en la que no sólo se hincharon a vender los nuevos discos publicados en CD sino a reeditar todo el inmenso fondo de catálogo de las décadas anteriores. Y les salió bien, nos lo colocaron como a pardillos porque a todos nos parecía muy “cool” y muy “in” desdeñar aquellos harapientos vinilos y estar a la última a base de rehacer nuestra colección en formato digital. Qué modernos que éramos todos. Y la industria tan feliz. Tanto que se le secó el cerebro de pura felicidad y cuando empezaron a ser asequibles y funcionales otros medios de almacenaje de mayor capacidad, justo a la vez que internet brindaba la posibilidad de un acceso ilimitado e instantáneo a los contenidos, no supo qué hacer (de nuevo la distinción, base de todo este embrollo, entre medios de almacenaje y contenidos). Sólo sabía “vender discos” y no se le ocurrió que quizá tendría que empezar a vender otra cosa, quizá el acceso a los contenidos, el tráfico de datos, las propias conexiones, lo que fuera. No, no estaba preparada ni supo reaccionar, y su única respuesta fue quejarse. Y así lleva más de una década.

Desde hace un tiempo me pasa una cosa curiosa cuando veo en directo a grupos muy recientes o cuando leo comentarios sobre grupos nuevos y cuando en ambos casos leo informaciones del tipo “aún no han publicado ningún disco”. Hace años un comentario así les situaba en la segunda división, donde peleaban aquellos que aún tenían que esperar para estar ‘dentro del circuito’, pero hoy día ya no significa nada. Últimamente cuando leo algo así, pienso “¿y qué necesidad tienen de publicar un disco?, ¿por qué van a recurrir a un sistema tan engorroso y lento para difundir su música?” Realmente, ¿por qué querrían tardar tanto y elegir un procedimiento tan largo? El problema aquí es que se sigue identificando “publicar música” con “publicar un disco”, como si no hubiera más formas de hacerlo. Y no se entiende que a estas alturas alguien quiera elegir para difundir sus obras el camino más complicado posible.

Hace años ya que todos dejamos de escribir cartas. ¿Por qué querría alguien hoy día enviar una carta por correo postal en lugar de escribir un email? Esperar varios días hasta que llegue a su destino, pagar el paquete físico -un objeto innecesario-, pagar a alguien por el servicio del envío -cuando lo puede hacer uno mismo a través del servicio de internet por el que ya pagamos una cuota fija-… No tendría sentido. Pero nadie se escandaliza de que diariamente todos enviemos emails que llegan de forma instantánea y esperemos su respuesta con parecida celeridad, nadie se escandaliza de que no tengamos que gastar papel, cartón y otros recursos naturales, nadie se escandaliza de que no paguemos portes ni paguemos entrega cuando no hay nada que portar ni entregar. ¿Y por qué sí con la música?

También hace años que no imprimimos las fotos en papel. ¿Alguien ha montado campañas de criminalización de quienes ya no queremos llevar a revelar en papel los carretes de fotos? ¿Hemos asistido acaso a campañas de victimismo por parte de los comerciales de esas tiendas que, de pronto, se han quedado sin clientes? No, por supuesto. Pero porque han diversificado su negocio y han empezado a vender cámaras digitales y otro tipo de productos relacionados, han transformado sus negocios en lugar de venir llorándonos a todos y diciéndonos que somos malísimos por no seguir queriendo imprimir nuestras fotos en papel. Y sobre todo porque han entendido que los tiempos cambian y que la tecnología o los medios materiales en general cambian, y porque son conscientes de que no hay absolutamente nada que puedan reprochar ni legal ni moralmente a los clientes.

Se me ocurren otros cuantos sectores en que se ha producido la misma transformación, como el de la venta de mapas de carreteras desplazada por la de dispositivos GPS, o la aún incipiente industria de los e-books que no se sabe hasta qué punto desbancará a los libros en formato físico, y en ninguno de esos casos se han emprendido cruzadas contra los usuarios por querer adaptarse a los cambios y renovar sus costumbres. Pero la industria del disco sí, la industria del disco ha puesto el grito en el cielo y ha salido a pregonar lo pobrecitos que son porque cada vez menos gente quiere comprar sus unidades de almacenamiento de información llamadas “discos”, haciéndonos creer a todos que la culpa era de los clientes por no querer seguir comprando un objeto innecesario. Nos han hecho cargar a todos con una imagen del cambio de los tiempos planteado como un crimen, cuando en realidad el problema es que de pronto ya no tienen ningún producto que vender y no han buscado alternativas. Y no las han buscado porque la industria del disco nunca ha sido como Correos o como la red de tiendas pequeñas o medianas de fotos, ha sido un gigante a nivel mundial que ha facturado billones y ha tenido un poder económico y cultural desmesurado, y ha sido su situación de privilegio, unida a su prepotencia, lo que le ha impedido buscar a tiempo alternativas de negocio. En lugar de eso se han quedado quietos durante años, con sus grandes culos sentados sobre sus sillones y sus millones, pensando con toda su arrogancia que eran intocables, y cuando al final se han visto con el agua al cuello se han puesto a dar pataletas como un niño mimado. Pero no cuela.

lunes, octubre 01, 2012

La crisis del disco (I) - La era digital



Y “disco” va con minúscula porque no se refiere a la música Disco, evidentemente, sino al formato disco. A esa cosa obsoleta, ese objeto engorroso e innecesario, esa pieza de coleccionista que aún se acumula en nuestras estanterías como vestigio de otra época, convirtiendo las habitaciones en pequeños museos y recordándonos cómo era el mundo en otro tiempo. Pensaba haberlo titulado “Aquella reliquia llamada ''disco''”, “Adiós, disco, adiós” o, mejor aún, algo así como “A favor de la piratería”, un título que a la vez que resultara provocativo también favoreciese el encontrarlo mediante las búsquedas de Google que mucha gente hace a base de teclear frases genéricas o temas de ese tipo, pero propiamente no es esa la idea, como luego se verá.

Leí hace poco en no sé dónde que hoy día las obras musicales son ficheros informáticos, y no me pareció equivocado. Hecha la salvedad, claro está, de que la obra como tal no ES un fichero, sino que se almacena bajo esa forma. Las obras musicales tienen la peculiaridad, frente a la pintura o la escultura -frente a todas las artes plásticas, pero también frente a la literatura-, de que tienen una doble naturaleza: sólo existen mientras suenan, y el resto del tiempo yacen dormidas en un estado de mera potencialidad. De hecho, a menudo se define la música como sonido+tiempo, o arte+tiempo, o alguna mezcla de todo ello, y ciertamente el tiempo es ajeno a las artes plásticas (salvo el que necesita la arquitectura para su contemplación completa o el de las megaesculturas en las que el espectador debe literalmente “meterse”) y, en el caso de la literatura escrita, éste nunca es fijo, no es intrínseco a la obra y lo determina el lector. En la música y, también, en el cine, las obras tienen su propio tiempo, y sólo en tanto que “obras en el tiempo” abandonan el estado latente y pasan a ser una realización concreta, un acto patente.

Filosofadas aparte, antes de que existieran medios de registro y almacenamiento sonoro, la humanidad inventó sistemas de codificación escrita de los sonidos y de su duración para poder conservar las obras musicales en forma de partituras, pero en la música popular estas dejaron de ser necesarias desde la invención de dichos medios. Y así llegamos al presente, donde la obra adquiere forma de archivo informático y bajo esa forma se almacena en los dispositivos adecuados. Lo relevante es que todas las formas mencionadas son objetos materiales, son soportes físicos, pero tremendamente distintos entre sí.

Es curioso que algo tan obvio siga siendo un descubrimiento, una idea de esas que un buen día uno lee en algún sitio y de pronto le hace pensar “¡anda!, pues es verdad”. Quizá la idea ha flotado por la mente colectiva desde hace mucho, pero no hemos caído en la cuenta de que es así, o, mejor dicho, de que es así de forma irreversible. Y de que las consecuencias de esa idea también lo son. Los discos hoy día ya no hacen falta porque hay soportes infinitamente más prácticos, más cómodos, más baratos y más eficaces, pero nos hemos pasado décadas identificando “obra” con “disco” y ahora nos cuesta horrores separar ambos conceptos, cuando realmente ya no tienen nada que ver. La industria discográfica sigue anclada en esta falacia, en esa identificación embustera, y la sigue blandiendo como instrumento de culpabilización y mala conciencia para quienes no la acatamos e incluso como recurso legal para pedir el amparo de los gobiernos. Alucinante.

El origen de esa mentira se remonta a la invención del CD, no hace tanto. A España el CD debió llegar a finales de los 80, yo al menos compré los primeros de mi colección en enero del 90 y recuerdo que aún poseían el deslumbrante brillo de la novedad, como las primeras veces que vimos a alguien hablando por un teléfono móvil en la calle o las primeras veces que alguien conocido presumía de haber comprado una película en DVD, aquel formato revolucionario que, como todos, al principio era casi un artículo de lujo. En el caso de aquellos CDs se trataba de reediciones de discos que originalmente se habían publicado en vinilo, y en gran medido el error comenzó ahí y por esa vía se perpetuó después. Que yo sepa, desde entonces han sido muy pocos los intentos de aprovechar todas las posibilidades del CD en cuanto a capacidad de almacenamiento y versatilidad de contenidos, y la industria ha seguido cómodamente apoltronada en su idea de que estaba bien vender CDs que eran simples réplicas de lo que habían sido los vinilos pero con mejor sonido. Me refiero a intentos serios y creíbles, no al hecho de meter tres temas en directo o un par de Demos como “bonus-tracks”.

Si se piensa con detenimiento, el CD fue un invento aberrante tal como se planteó de forma inicial. Lo malo es que bajo esa misma forma se mantuvo desde entonces, hasta que le han visto las orejas al lobo. Los discos de vinilo tenían alrededor de diez temas porque no cabían más físicamente, y duraban alrededor de cuarenta y cinco minutos por la misma razón. Curiosamente, estos condicionantes materiales articulaban la naturaleza artística de la propia obra: cara A y cara B tenían su propia personalidad y su propia progresión (recordemos que no existían los mandos a distancia y los discos se concebían para ser oídos de un tirón, o de dos, mejor dicho), había convenciones como empezar las dos con un tema más impactante, no colocar una balada al final, alternar el ritmo y carácter de los temas para crear un conjunto bien dinamizado… “Side Heavy”/”Side Metal”, “Side Darkness”/”Side Evil”, pegatinas distintas en cada cara, mil historias que hacían las delicias del comprador de discos. Creo que queda claro que realmente la obra y el disco eran una misma cosa, eran una sola entidad y como tal esta tenía sentido autónomo.


Un grupo como IRON MAIDEN en el “Powerslave” del 84 estaba forzando al máximo los límites del formato “disco de vinilo” y presionando para romper sus barreras. Siguieron aumentándolo dos años más tarde con “Somewhere in time”, donde de nuevo hacían constar la duración total en la contraportada en una especie de alarde público. METALLICA lo habían llevado aún más lejos en febrero de ese mismo año con los casi cincuenta y cinco minutos del “Master of puppets” y dos años después lo reventarían con su “…And justice for all” gracias a su formato de doble disco de estudio, algo nada habitual. El vinilo se quedaba corto, algunos artistas se sentían constreñidos por él y lo mostraban sin disimulos. Había que romper la camisa de fuerza. La situación era idónea para que el CD hubiera permitido expandir las fronteras de la creatividad hacia dimensiones insospechadas, incluso de auténtica revolución. Pero no lo hizo. En lugar de eso, artistas e industria se conformaron con seguir grabando canciones de diez en diez como antes, sin más novedad que meterlas en ese nuevo disquito pequeño tan molón y supermoderno que sonaba tan limpio, y así hasta hoy.

Digo que fue un invento aberrante por cosas como esta, que en realidad son sólo la punta del iceberg, el indicio mínimo de un error descomunal y de una oportunidad histórica perdida. Tanto las compañías como los músicos pasaron por alto cuestiones evidentes -también lo hicimos los fans, compradores cegados y entontecidos hasta el advenimiento de la era informática-: lo reproductores de CD tenían mando a distancia y además permitían programar el orden de las canciones, pero aun así todos nos convencimos de que tenía sentido seguir organizando un disco digital como se hacía con los vinilos, nos convencimos de que tenía sentido meter tres temas buenos y siete de relleno, nos convencimos de que era normal seguir grabando discos de unos treinta y cinco, cuarenta o cuarenta y cinco minutos de duración y a nadie se nos ocurrió pensar que nos estaban estafando al vendernos un libro de 600 páginas en el que sólo había 120 escritas y las demás estaban en blanco.


¿Quién se tragaba un tema que no le gustaba sólo porque el orden del CD era ese, quién renunciaba a pasarlo moviendo sólo un dedo (ya, ya sé que antes te podías levantar y desplazar la aguja, pero no es lo mismo)? ¿Qué sentido tenía poner una intro de dos minutos? Ah… que es que quieres que yo escuche la ristra de canciones en el orden en que tú la has concebido, haberlo dicho, hombre. Pero recuerda que el nuevo formato me permite no hacerlo, es más, casi me invita a ello. Deberías haberlo tenido en cuenta. ¿Que quieres convertir mi habitación en una sala de conciertos donde el artista determina la progresión del evento? Vaya, pero resulta que el disco lo he comprado yo y a partir de entonces es mío y hago con él lo que me da la gana y lo escucho en el orden que quiero. Lo malo es que nunca hasta ahora me había dado cuenta de que puedo pasar por alto las canciones de relleno y programar sólo las buenas o las que más me gustan, porque en realidad el CD es sólo una unidad de almacenamiento que me permite acceder a sus contenidos con una libertad desconocida previamente. Caramba… visto así, al final ni siquiera estoy pagando por esas 120 páginas, sino por muchas menos.

Claro, plantearse las cosas en esos términos hoy día es muy fácil, tras la drástica transformación de nuestra forma de pensar que ha supuesto internet, pero en los 90 nadie lo vimos así, y no me estoy poniendo ningún laurel, por supuesto, si acaso lo contrario. Todo esto son reflexiones hechas a posteriori y con veinte años de retraso por mi parte. Pero el CD fue una estafa masiva y nos dejamos deslumbrar por el oropel barato de su sonido pulcro y por la arrogancia de la modernidad y del estar a la última moda. Ha hecho falta llegar a la década del 2010 para que se nos ocurra pensar que queremos canciones, y no discos, y que tal vez es lícito por nuestra parte no querer seguir pagando por productos que no queremos. Lo hicimos con la tarificación por minutos en los teléfonos, lo hicimos con las fracciones de tiempo en los aparcamientos, ¿por qué no aquí?

Pero todo esto es adelantarme a la cuestión y situar el análisis en términos post-año 2000, y no es lo que pretendía. Con la mentalidad de alguien que aún viviese en los 90, de lo que verdaderamente podríamos quejarnos es de que las obras de los artistas fueron pusilánimes, conformistas y conservadoras, y de que la industria lo respaldó con absoluta dejadez porque en ningún momento vio peligrar sus ingresos. Es más, fue precisamente tras la invención del CD cuando se vendieron más discos que nunca antes en la historia. Hasta ahora, claro. Aparte de todo lo dicho sobre seguir sacando discos concebidos “como si fueran a ser grabados en un vinilo”, también es importante toda la pérdida del atractivo gráfico de los discos de vinilo, la portada, contraportada, diseño interior, pegatina/s en ambas caras del propio disco, fotos, letras o no letras… Lo de la cajita de plástico es lo más impersonal que puede existir, un elemento reemplazable, construido de forma idéntica para cualquier otro disco, desvinculado del disco y que propiamente no es parte de él -entendido éste en sentido amplio, como obra y no como objeto-. ¿A quién se le ocurriría semejante disparate? Yo mismo tardé mucho en darme cuenta, lo cual ocurrió una vez que hice un pedido bastante grande a una tienda de Canadá y me ofrecían un precio con cajas y otro muy inferior sin cajas. Fue entonces cuando pensé “¡anda!, si la caja no es parte del propio disco”. Tonto de mí. Otra de esas ideas obvias que pasamos por alto durante demasiado tiempo, otro de esos descubrimientos/deslumbramientos de andar por casa pero tan decisivos. Al final uno se daba cuenta de que “el disco” como obra creativa era sólo literalmente un disco al que se adjuntaba (o no) unas hojitas a veces vergonzosamente tacañas, mientras que en el vinilo la propia funda que contenía el disco era parte del “disco”, de la obra, del conjunto, desde el momento en que físicamente cumplía la imprescindible misión de guardarlo. Todo esto es importante porque es un factor más para entender por qué se ha devaluado tantísimo el disco como objeto.

Por lo demás, y esto fue seguramente el mayor error, durante dos décadas nadie tuvo la inquietud primero de aprovechar todas las posibilidades del CD en cuanto a duración y después, cuando el uso de ordenadores personales estaba ampliamente extendido, de ofrecer a los fans un producto ambicioso de verdad en un formato múltiple que integrase imagen y sonido, o directamente concebir y crear las obras bajo esa naturaleza múltiple. O, de manera más simple, haber incluido sistemáticamente extras de todo tipo: presentaciones multimedia, reportajes sobre la grabación, biografía de la banda, vídeos promocionales, grabaciones en directo, documentales sobre la gira, carpetas con fotos, archivos con las letras, aparte de lo más obvio como temas extra, mezclas alternativas, versiones en demo… Será por posibilidades. Porque si se piensa bien, la etiqueta inglesa de "full-length" es falsa prácticamente siempre, lo es desde luego -y de forma injustificable y vergonzosa- cuando ni siquiera se alcanza la media hora de música, pero también lo es cuando graban cuarenta minutos como se hacía en los vinilos. Quizá si nos hubieran acostumbrado a conseguir “de serie” todo lo que he sugerido antes y a la vez editar los discos siempre en funda de cartón -y tal vez con un folleto interior que, una vez desplegado, mostrara la portada a tamaño 40x40 o más, pero al menos un folleto con unos mínimos irrenunciables en cuanto a tamaño, extensión y tipografía-, quizá, digo, después el objeto disco no se hubiera devaluado tanto. Pero eso no podían preverlo ni la industria ni los artistas, no podían sospechar el cataclismo que supondría internet y tanto unos como otros siguieron explotando un modelo fácil y cómodo hasta que los tiempos cambiaron.








lunes, agosto 20, 2012

CRYPT INFECTION- Haruspication (EP, 2010)

No es de extrañar que Sevared haya rescatado este disco originalmente autoeditado en el 2010 y lo haya publicado un año después, con ligeros cambios en la portada como la ubicación del nombre del grupo o el tamaño y color del título, pero por lo demás sin ninguna alteración. Lo presentan como EP más que nada, digo yo, porque tiene seis temas, pero con menos de sus 26 minutos de duración otros muchos alardean de “full-lengths”, sin duda les vendría bien tomar nota de lo que es cada cosa a partir de buenos ejemplos como éste.

Y vayamos con la música: nada más comenzar “The one percent” el sonido ya te conquista, con ese bajo tan redondo y prominente, también lo hace el riff, clásico y con armonía típicamente Death, junto a un blast que va a saco desde el principio. Poco después entra la voz y ahí termina la carta de presentación, en apenas veinte segundos. Eso sí que es ir al grano y saber aprovechar el inicio de un disco, momento clave para captar la atención del oyente y cuya importancia no todos los grupos saben ver.

A partir de entonces mantienen estas líneas como base y comienzan a enriquecerlas mediante un amplio repertorio que incluye solos, arpegios agudos, voces más rasgadas, etc., y que en ningún caso se sale de la ortodoxia más puramente Death a la americana. Cambios de ritmo, baterías ultraveloces –pese a ser claramente el instrumento menos destacado-, un bajo que jamás descansa y que además tiene sus líneas propias, riffs de guitarra simples a base de frases cortas, acordes, armónicos o trémolos junto a otros mucho más técnicos dotados de mayor abundancia de notas. Y cómo explotan el juego de las dos guitarras, que se contestan, se doblan o se reparten papeles distintos, especialmente cuando la solista se dedica a sus cosas propias, hasta el punto de que logran hacer de ello un rasgo de estilo  y una seña de identidad.

Puede que el álbum peque de una apariencia un tanto invariable, como si no hubiera grandes diferencias a medida que se suceden los temas, pero las hay, solo que cuesta verlas porque ciertamente el aspecto externo, visto en conjunto, resulta demasiado homogéneo. Pero basta aguzar el oído para descubrir un sinfín de ideas tremendas, sofisticación instrumental, brutalidad y contundencia y en general una elaboración de primera categoría. Un tema como “Genetic defect”, por ejemplo, pasa él solo por todos los elementos descritos y aúna todas las virtudes mencionadas. Seguramente sin tanta acumulación de elementos en todos y cada uno de los temas habrían logrado diferenciarlos más y evitar esa impresión general de cierta monotonía, pero es que de haber sido así, y más aún en un EP de estas dimensiones, estaríamos hablando de la perfección. Todavía no han llegado ahí, pero visto lo visto, apuntan alto.


miércoles, agosto 15, 2012

CHAOS INCEPTION- The abrogation (2012)


No sé cómo fue su debut ""Collision with oblivion" del 2009, pero este disco es una pasada se tenga o no en cuenta que es su segundo trabajo, aunque tenerlo en cuenta hace pensar que el grupo puede llegar muy lejos. Sin haber inventado nada en absoluto, han hecho un álbum de Death/Brutal técnico y a la vez digerible muy por encima de la media actual. Por su velocidad y técnica se puede comparar con lo que deberían haber hecho KRISIUN desde hace años si no se hubieran vuelto tan mecánicos y sin alma. La ventaja de CHAOS INCEPTION es múltiple: añaden continuamente unos "leads" fantásticos cuya función no es el mero lucimiento instrumental sino que tienen peso dentro de cada tema, en segundo lugar juegan con el ritmo permitiendo a los temas respirar gracias a pequeñas rupturas de los blasts, ya que variedad rítmica como tal no tienen mucha, pero así al menos evitan la monotonía, y por último se trata de una música densa, crujiente y viva. Rizando el rizo, sería como un híbrido inverosímil entre los citados brasileños y la crudeza de INCANTATION, no su pesadez ni su sonido de ultratumba, desde luego, pero sí esa sensación de oscuridad y cierto aire a clásico que emanan estos americanos. O entre DEEDS OF FLESH sin tanto exceso de notas y los primeros SEVERANCE, en cualquier caso algo muy americano. Y si se le puede llamar Brutal Death es por su velocidad misilística y por los continuos blasts y redobles de bombo, pero en realidad la confección de los riffs tiene un alto porcentaje de Death a secas e incluso un sabor por momentos casi añejo. La combinación, como digo, da un resultado formidable, lleno de matices, detalles y posibles escuchas distintas.

Por otra parte, el mencionado carácter digerible o "accesible", y que nadie se escandalice por ello porque no es para tanto, recuerda a grupos recientes como FRACTURED INSANITY o CEREBRAL BORE. Aparte de que cada uno tenga su estilo, todos comparten un punto de amenidad que se agradece frente a propuestas más arduas. Por lo demás, a CHAOS INCEPTION les vendría bien darle más variedad al ritmo de sus riffs, que demasiadas veces recurren a patrones regulares (de ahí les viene en parte su aire atemporal, junto a un registro vocal igual de clásico, rugiente pero en absoluto gutural). Lo compensan muy bien con otros elementos, sobre todo las aludidas guitarras solistas, o mediante una sólida construcción de los temas, pero creo que podrían abrir más ese campo sin renunciar a su estilo y sin tener tampoco que usar ritmos modernos ni nada por el estilo. En caso contrario, la fórmula se puede agotar pasado un tiempo y el riesgo de empezar a repetirse siempre estará ahí. Pero hoy por hoy han hecho un disco soberbio que brilla por sus propios méritos y que les sitúa en una envidiable posición para seguir mejorando.

viernes, agosto 10, 2012

PSYCROPTIC- The inherited repression (2012)


Si algo se les da bien a PSYCROPTIC, e incluso mejor con el paso del tiempo, es que saben hacer "temas", ese extraño elemento unitario tan a menudo desaparecido en el mundo del Metal extremo, más aún dentro del Death Metal y con mayor riesgo en los terrenos del Tech-Death. Pero por encima de la habitual disgregación de trozos sin relación entre sí, estos australianos crean temas con sentido y con identidad propios, puede que también sin grandes hallazgos ni ideas deslumbrantes en los últimos tres discos, y además demasiado parecidos entre sí, pero al menos bien construidos. Basta escuchar el inicial "Carriers of the plague" para comprobar cómo rentabilizan todos los relativamente escasos materiales, cómo los usan de maneras distintas hasta explotar todo su potencial, en una demostración del "menos es más" más propia de otras tendencias y que dentro de este género denota sabiduría a la vez que veteranía. Cómo no, sobra decir que también se les da bien el dominar sus instrumentos y el demostrar una sobrada pericia técnica, pero es que partimos de que esto es Death técnico y ya con un quinto disco el grupo no tiene que demostrar nada en este sentido. Por otra parte, la técnica es más que gimnasia de dedos, torrentes de notas y velocidades ultrasónicas, así que vamos con eso.

La idea es que sea o no Tech-Death, estamos valorando unas composiciones, más allá de la agilidad mecánica de los músicos. Correcaminos del mástil los hay a patadas en todas las escuelas y academias del mundo, esto es otra cosa. Y aquí lo que encontramos es que demasiado a menudo los riffs tienen la misma estructura, una primera mitad más "convencional" y calmada y una segunda en la que brota como un destello el floreo, adorno o arpegio de turno, que de esta forma está metido un poco con calzador y como de relleno. Son pocas las veces en que las partes técnicas estructuran verdaderamente los riffs, y menos aún los temas. Hay excepciones, por supuesto, como las hay en otros apartados de esta reseña, y el tema "The throne of kings" es un buen ejemplo de cómo un diseño técnico cobra verdadero protagonismo. En el lado contrario, pero sirviendo también como excepción a lo dicho, hay temas como "Become the cult" y "Deprivation" donde aparecen partes verdaderamente sencillas que se atreven a llevar el peso de la música sin necesitar el auxilio de esas florituras un tanto frívolas.

Por otra parte, creo que hay demasiado tapping y demasiado sweep-picking agudo, en general demasiado registro agudo, al final todo es tan liviano, casi tan etéreo que suena un poco insustancial, lo que viene a ser una de las peores cosas que se le pueden achacar a un disco de Tech-Death. Pero al mismo tiempo ese es el estilo de PSYCROPTIC, esa especie de tirabuzón musical aligerado por dentro, casi hueco. Es un rasgo de identidad y desde luego que se trata de un grupo reconocible de lejos, ese es otro de sus méritos, pero creo que les vendría bien más potencia y una base más contundente. En general también hay demasiada guitarra, quiero decir que tratándose de Death técnico el bajo y la batería están muy apagados, particularmente el primero, en su mayoría ausente o como mucho doblando la guitarra, y la segunda se limita a cosas muy corrientitas, casi como un mero acompañamiento que se encarga de marcar el tempo, lanzar algunos blasts y poco más, lo cual sería normal en muchos otros géneros pero no en este, donde se espera que todos los instrumentos dialoguen y vayan tejiendo juntos el entramado de notas, ritmos, acentos, arreglos, detalles y otras mil sutilezas o virguerías, según el caso.

La voz... en fin, no puedo evitar pensar que "no pega". No digo que Jason Peppiatt no sea un buen cantante, pero las audacias vocales de Matthew Chalk y su incomparable gama de registros sonoros estaban a otro nivel, y eso es algo que al parecer PSYCROPTIC perdió y que muchos consideran una merma insustituible. No tengo nada en contra del estilo de Peppiatt, pero encajaría mejor en el Deathcore, el Metalcore o hasta el Hardcore, mientras que en el Death se queda coja. Algo así como cuando CRYPTOPSY tenían a Mike DiSalvo, que lo hacía muy bien, era estupendo y se lo curraba mucho, pero no terminaba de encajar. Y estoy convencido de que el contrapunto de unos buenos guturales le vendría de maravilla a la parte instrumental y le daría un contraste y una dinámica al grupo tremendos.

Por último, la producción es ciertamente floja, el disco suena blando y le falta pegada. Quizá Joe Haley debería empezar a pensar que componer, tocar, grabar, producir, sonorizar y mezclar son demasiadas cosas para una sola persona, más aún si encima graban en su estudio personal. Todo esto va en detrimento de la sensación de conjunto como grupo y empeora lo que ya he dicho sobre que este parece el disco de un guitarrista con unos modestos acompañantes. Sin duda es un álbum muy atractivo para los guitarristas, para que se pongan a aprender los temas y vayan descubriendo y flipando con los recovecos técnicos de las seis cuerdas, pero para los oyentes, como simple objeto de escucha, se queda corto en muchos sentidos y tal vez sea eso lo que han olvidado PSYCROPTIC como punto de partida.


domingo, agosto 05, 2012

PUTRID PILE- Blood fetish (2012)


Cuarto disco de uno de los proyectos en solitario más conocidos dentro del Death Metal americano, el formado en exclusiva por Shaun LaCanne. Las directrices de sus tres trabajos anteriores no cambian para este "Blood fetish", aunque se puede decir que sí mejora el resultado, la forma de plasmar tanto sus gustos musicales como su tendencia estilística: los temas van directos a la médula mediante riffs sencillos pero eficaces, ritmos variados y contrastantes y una notable gama vocal. Con grupos como PUTRID PILE uno siempre sabe lo que va a encontrar y el margen para las novedades está descartado, pero al menos se puede esperar que lo que hace lo haga con gracia y sin repetirse más de lo aceptable, y ambas cosas se cumplen aquí.

El mayor mérito de este disco, incluso frente a sus predecesores, es que deja total libertad para que los cambios vayan y vengan a su aire y la música no se vuelva aburrida ni monótona. Es la decisión más inteligente cuando el punto de partida es grabar todo la misma persona y además con batería programada. Otro acierto es que los riffs siguen también esta idea principal de alejarse de lo más previsible. Ciertamente son riffs de factura Death intachable, pero introducen a menudo motivos melódicos o partes llamativas que les dan un aire más fresco de lo habitual en estas propuestas. El disco consigue así un buen nivel de amenidad sin renunciar a sus presupuestos básicos de brutalidad y sin traicionar el género.

Aun así, el lastre de una batería excesivamente maquinal se deja notar al cabo de poco rato, al igual que la producción demasiado lineal, sin relieve y falta de dinámicas. Ambas cuestiones se potencian entre sí y dan como resultado una creciente indiferencia a medida que pasa el tiempo. Recuperan la atención y la capacidad de sorpresa con el riff principal de "Tortured soul" y a partir de ahí rentabilizan el incluir dos temas que no llegan al minuto de duración y que le dan un renovado sentido del contraste a lo que queda por sonar. Entre unas cosas y otras al final el objetivo se cumple y el disco, sin ser una joya, resulta interesante y ofrece un más que entretenido rato de Death Metal machacón a la americana con unas cuantas buenas ideas de por medio.

martes, julio 31, 2012

SPAWN OF POSSESSION- Incurso (2012)

Había pasado por alto este disco pensando que sería un "Cabinet III", ya que "Noctambulant" fue una especie de "Cabinet II". Pero no. Será porque han transcurrido seis años, o porque tres de los cinco miembros del grupo son nuevos (entre ellos Christian Münzner de OBSCURA), o será por lo que sea, pero SPAWN OF POSSESSION han mejorado sensiblemente sus habilidades compositivas sin abandonar del todo su estilo ni dejar de ser más o menos reconocibles. Lo que antes era un desmedido barroquismo que les llevaba a llenar cada parte y subparte del compás con notas y más notas y cambios y más cambios de ritmo, ahora se plantea como un Tech-Death inquieto y virtuoso pero mucho menos forzado, una música que fluye con más naturalidad y por momentos hasta con gracia. Conservan, cómo no, las irregularidades rítmicas, todo ese encaje de bolillos que tanto les ha gustado siempre, así como la superabundancia melódica que sólo una habilidad instrumental como la suya permite, pero ahora todo está enlazado con mejor gusto, algo más de cohesión constructiva y sin que parezca concebido para impresionar/abrumar/despistar al oyente.

Siguen en el grupo el batería/vocalista y el guitarra originales, aunque el primero ha colgado las baquetas y se dedica sólo a la voz, con lo que el núcleo compositivo fundamental sigue presente y eso es lo que asegura la continuidad del estilo. Pero o bien el paso del tiempo y el aprendizaje, o bien la aportación de los nuevos músicos, o seguramente la unión de todo ello, les da a estos S.O.P. actuales una dimensión renovada y una admirable madurez, aunque también un mayor parecido a OBSCURA. Y es que casi nadie escapa a las modas ni a las tendencias de éxito. No cabe hablar de copia, creo yo, pero sí parece que algo de ese prestigio multitudinario de los alemanes que flota en el ambiente se les ha impregnado (aparte de la presencia del citado Münzner). En definitiva, son unas cuantas las novedades habidas en el grupo y el disco lo trasluce a la perfección. Frases más largas, menos rupturas rítmicas cada poco tiempo, menos diminutos motivos melódicos embutidos en cualquier resquicio disponible... Los temas trazan amplios periodos en donde se aprecia una línea, una dirección, un sentido que conducen al oyente hacia algún sitio, aunque todo ello a través de una exuberante frondosidad de notas que a veces parece algo gratuita.

Las guitarras "rítmicas" prácticamente desaparecen en favor de frases agudas y continuos arabescos melódicos, sutilmente repartidos entre ambas guitarras, el bajo canta mucho más de lo que había hecho nunca -y a menudo tiene momentos protagonistas en que el resto de instrumentos se apaciguan para darle su espacio-, la batería es un instrumento solista más, y la voz... visto lo visto, es el "instrumento" que sale peor parado, aunque lo sería incluso sin tanta competencia, porque tiene un registro bastante convencional y un uso muy poco variado, aunque inventa convincentes patrones rítmicos. Con todo, este esquema lo han aplicado con pocas diferencias en cada uno de los temas y el resultado es que el disco se acaba volviendo un tanto monótono y los temas poco personales, aparte de que apenas hay variación dinámica en su ejecución y la producción peca un poco de fría y digital. Rematan con una audacia llamada "Apparition" en la que combinan instrumentación clásica con Brutal-Tech-Death, en un estilo muy parecido al del disco "Agony" del año pasado a cargo de los italianos FLESHGOD APOCALYPSE. ¿Otra concesión a las últimas tendencias?

viernes, julio 27, 2012

BIRTH THROUGH GORE- Reign of depravity (2012)


Más Brutal Death desde Grecia, directo, salvaje y veloz. En esta ocasión el grupo procede de la escisión de EVADE, tras la cual cada uno de los guitarras tiró por un lado y el que formó BIRTH THROUGH GORE se llevó consigo al vocalista y al bajista. Dentro de un estilo totalmente americano, parten de una línea tipo SUFFOCATION, PYREXIA o ANGELCORPSE pero bastante aligerada de notas y de tecnicismo, es decir, que conservan la agresividad y el gusto por las baterías tipo misil pero no la avalancha de notas que después heredaron grupos como DISGORGE, DEEDS OF FLESH, GORGASM y demás. Estos griegos podrían ser un punto intermedio entre esas bandas y la propuesta de sus compatriotas MASS INFECTION, dando como resultado algo que a mí personalmente me trae a la cabeza a FLESHBOMB, CORPSEFUCKING ART o EMBEDDED, sin que necesariamente se parezcan a ninguno de ellos en particular.

En este disco las guitarras producen riffs algo más simples que lo que suele ser frecuente en la rama americana del género (supongo que por eso me traen a la cabeza a grupos europeos), generalmente dando más importancia al aspecto rítmico que al técnico y por momentos incluso moderadamente "pegadizos". Dejaré a un lado la supuesta controversia entre lo pegadizo y lo brutal, más que nada porque en este caso ni siquiera hace falta plantearla, ya que afecta sólo de pasada y de manera superficial. De hecho se tarda un tiempo en conseguir que el disco te entre y que alguna de sus partes "te suene", y la impresión inicial de muro impenetrable no es gratuita. También se debe a que los temas más arduos están al principio, mientras que los cuatro intermedios -de un total de ocho- vienen a ser los que presentan más riffs memorables, en especial "Doldrums" y "Drop unregretted into oblivion", a los que se une el muy oportuno contraste rítmico del principio pesado de "Whose slime infests". Luego vendrá el peculiar riff principal de "Simulated obduracy", con sus respuestas rítmicas y su línea descendiente que reaparece en muchas otras partes del mismo tema (y otro riff aún más llamativo ya casi al final), y rematarán con un "Crepuscular shadows" más convencional e indiferenciado que acaba en un desconcertante fade-out.

El caso es que después de varias escuchas atentas, del habitual periodo de reposo que siempre le viene bien a cualquier disco y de retomarlo pasado cierto tiempo, el disco ofrece mucho, muy bien hecho e incluso bastante variado, pese a su imparable ferocidad y a esa sensación monolítica que mencioné antes. Instrumentalmente lo más interesante son sin duda las guitarras y sus ocurrencias y sus partes ocasionalmente distintas en cada canal del estéreo (pese a estar grabadas por un solo músico), mientras que la voz es, por desgracia, demasiado monótona en su timbre y en su forma de gruñir, aunque al menos desarrolla patrones rítmicos bastante convincentes, en consonancia con todos los méritos rítimicos del álbum. La batería programada cumple bien su papel, sin hacer nada del otro mundo pero consiguiendo pasar sin problema por una batería acústica, que ya es mucho. En general el grupo demuestra talento, buen hacer y mucho potencial, además de una personalidad propia que aún tendrán que culminar, todo lo cual debería dar frutos realmente brillantes si amplían sus recursos con unos buenos leads, más frases agudas, una voz más variada o la incorporación de un segundo guitarrista con el que explotar todo lo bueno que aquí plantean.

lunes, julio 23, 2012

SUPREME LORD- Father Kaos (2011)

Confieso que ya me parecían un grupo muy flojo cuando compré en el 2004 su disco de debut, publicado ese mismo año, en los puestos de un concierto de BEHEMOTH, KRISIUN e INCANTATION, de quien precisamente hacen aquí una versión. A veces uno se equivoca al dejarse llevar por una portada y un título peculiar, qué le vamos a hacer. El caso es que esta predisposición no tiene por qué ser mala, e incluso puede jugar a favor del grupo porque a poco que hagan me pueden sorprender, por contraste con la anterior mala impresión. Y en parte sucede así con este segundo álbum de los polacos, pero tampoco es para tanto, y es que de donde no hay no se puede sacar. SUPREME LORD son un grupo de segunda, a la sombra de los grandes, muy grandes nombres que ha dado su país al Death Metal. O debería decir 'Reyash' en lugar del grupo entero, porque de hecho es sólo él quien lo mantiene vivo, siete años después de aquel poco prometedor debut.

Al bajo y voces, el artífice de que esto siga adelante es el único componente que queda de entonces y, por tanto, el dueño absoluto de su identidad. Al menos ha reclutado a un batería bastante mejor que le da una intensidad muy superior a los blasts, redobles y demás machaques percusivos, y a un guitarrista que le añade un toque especialmente incisivo a sus leads, ya que la voz sigue siendo terriblemente monótona y el bajo se limita a doblar a la guitarra. Por lo demás la música no se aleja del Death anónimo que podría haber elaborado cualquier otro grupo, si bien en esta ocasión se inclinan más por el Brutal que por el Death clásico o incluso el Old School que aparecía a ratos en su Demo de 1995. El sonido es competente y la sensación general es de furiosa energía, pero la mediocridad de los temas es innegable y acaba por cansar. Por momentos parece que quieren emular a unos IMMOLATION en ciertos matices rítmicos, o recrear el ambiente del "Necroticism" de CARCASS en algunas frases solistas y melodías "malévolas" que también tienen una buena dosis de SLAYER, todo pasado por la turmix de la aceleración sin más miramientos y a correr. Desde luego, es bastante más ameno y menos soporífero que su primer trabajo, pero aún está lejos de ser un disco brillante.


jueves, julio 19, 2012

DREAMING DEAD- Midnightmares (2012)


DREAMING DEAD vienen de Estados Unidos, concretamente de Los Angeles, y presentan su segundo opus tras su debut "Within one" de hace tres años. Comandados por la guitarrista y vocalista Elizabeth Schall, practican un Death Melódico con reminiscencias ocasionales de DEATH, sobre todo por algunos desarrollos más pseudo-técnicos que recuerdan a las audacias de Schuldiner, aunque se quedan muy lejos. En este trabajo el grupo lo completan Juan Ramírez al bajo y voz de apoyo y Mike Caffell como batería y también voz secundaria. El grupo demuestra buen hacer, ideas claras y mucha energía, sobre todo su líder, que tiene trabajo extra compaginando sus dos labores y logra hacerlo con soltura.

La parte compositiva, sin embargo, no va mucho más allá de una buena recreación de las fuentes que les sirven como punto de partida e influencia. Han filtrado toda esa herencia y por el camino no le han añadido nada especialmente personal, todo suena correcto y entretenido y de hecho sirve para pasar un buen rato, pero les falta ambición a la hora de presentarse como una propuesta con nombre propio. Lo curioso es que al mismo tiempo dan indicios de poder hacerlo, porque los temas inicial y final, ambos instrumentales, y el tema que está justo en medio del álbum, a modo de bisagra y también instrumental, son lo más variado y llamativo del disco. Quizá ellos no lo ven así y plantean como composiciones principales los temas "normales", pero justo en estos es en donde más tiran de tópicos previsibles, mientras que en los otros tres aparecen interesantes aportaciones, velocidades variadas, partes acústicas, ambientes casi Doom, ramalazos de BLACK SABBATH, una mayor expresividad y en general un rango más diverso de elementos.

Los temas principales, como decía, ni tienen ideas especialmente inspiradas ni salen mucho de una serie de patrones preestablecidos. Hay momentos algo más ocurrentes, como el principio de "Lapse" o alguna sección intermedia de "Overlord", pero ahí queda todo. Su mayor mérito por encima de lo compositivo es la ejecución, intensa y convincente, con unos arreglos guitarreros bastante trabajados, aprovechando bien los dos canales con partes que se complementan entre sí, un bajo nítido que frasea con autonomía y una voz rabiosa a la que se suman las otras dos ofreciendo oportunos contrastes. Lo dicho, han aprendido bien la lección y la plasman con eficacia, ahora falta que hagan la suya propia.

domingo, julio 15, 2012

WHORETOPSY- They did unspeakable things (2012)


El debut de estos australianos es una estupenda prueba de que no sólo hay buen Slam en Alemania o en Estados Unidos, y también de que se puede practicar el estilo con toda su pureza pero a la vez darle gracia y variedad y aprovechar sus recursos, por pocos que sean. Lo que ofrecen estos angelitos de tan edificante nombre es más de lo mismo, ritmos arrastrados, dobles bombos martilleantes y riffs prototípicos dentro del género: pocas notas, muy cerca unas de otras, con ritmo regular muchas veces y si no, con ese punto medio groovy que por momentos flirtea con el Deathcore. Historias de sadismo, misoginia y depravación narradas por una voz gutural pero no infrahumana que alterna con otro registro chillón más agudo. Entonces, ¿qué les hace diferentes? En principio nada, vistos sus rasgos generales, pero aun dentro de ese marco objetivamente tan convencional existe margen para evitar hacer las cosas de manera ramplona, y WHORETOPSY lo consiguen.

Lo hacen desplegando una buena variedad de ritmos, aunque todos se muevan en tempos lentos y tengan carácter pesado y machacón. También gracias a cambios de ritmo que no son exageradamente bruscos ni pasan de un extremo a otro de la paleta, sino que tienen relación entre sí y quedan bien. También mediante transiciones fluidas en lugar de recurrir única y exclusivamente al "stop and go". Y especialmente usando frases solistas en medio de los temas y a veces dándoles casi tanto protagonismo como a los riffs ("DPI" o "Necrobordello" son buenos ejemplos, pero hay muchos más), lo que hace que no haya una abrumadora saturación de guitarras rítmicas. Los títulos de los temas no son tan típicos como de costumbre y revelan un cierto gusto por un refinamiento del horror, que a la vez es más retorcido. La mayoría de temas tienen intros pero siempre breves (y lo bueno, si breve...), el doble uso de la voz ya lo he mencionado, y no hay que desestimar el buen ojo que tienen para componer riffs elementales y esquemáticos sin repetirse a sí mismos, un mérito extra teniendo en cuenta la limitación intrínseca del género en este sentido. Y otro mérito añadido para el caso de este álbum es que, pese a estar grabado con batería programada, no suena excesivamente mecánico, y además hace unos redobles y rellenos muy creíbles, lo que permite que las transiciones que mencioné antes sean tan efectivas. Por último rematan con un "Human error" cuyos dos últimos minutos plantean una muy interesante outro musical a base de cuerdas sobre una base de Death, un final muy sugestivo y apropiado, lejos de los ruiditos aleatorios con que tantas veces se nos estafa. Con todo esto confeccionan un disco que, sin ser revolucionario ni genial, está por encima de la media y resulta muy satisfactorio.

jueves, julio 12, 2012

VELOCIDAD ABSURDA- Inexorably doomed to cataclysm (2012)


Sólo un año después de su primer disco completo, aquí tenemos el segundo de VELOCIDAD ABSURDA, esto sí que es "recuperar el tiempo perdido" y compensar la larga espera de épocas anteriores. Lo primero que le viene a uno a la cabeza en un caso así es si no estaremos ante un exceso de precipitación, si no será que han querido aprovechar el tirón y el buen momento del grupo y se han lanzado demasiado pronto a la piscina. La respuesta es no, y la conclusión, por tanto, que lo que ocurre es que verdaderamente están en racha, las cosas les salen bien y sin duda deben aprovechar el momento.

El planteamiento del disco parte de lo que ofrecieron en "Reborn for the extermination", pero lo lleva un paso más allá en todos los aspectos. No sólo conserva su estilo, sus señas de identidad y sus rasgos principales, sino que los supera y logra encontrar una estupenda forma de continuar aquel trabajo. Las partes brutales han aumentado su presencia, la voz es aún más gutural y cavernosa y los tempos algo más rápidos, es decir, que su propuesta se vuelve más radical pero sin pasarse de la línea y sin dejar de ser reconocibles como grupo. Su gran acierto es que no han dejado de ser ellos mismos, sino que sólo han reforzado ciertos elementos que ya existían.

Dentro del gusto por la brutalidad han preferido no buscar una producción ultramoderna, digital y fría, ni tampoco grabar un disco ininteligible a base de técnica y partes intrincadas. El sonido vuelve a ser denso, orgánico y crujiente, como hace un año, y el ambiente general conserva el gusto por lo macabro y lo oscuro, en la mejor tradición del Death Metal con raíces. Con una admirable sencillez de medios consiguen sonar aún más compactos que antes, ningún instrumento destaca -ni es a lo que aspiran- pero entre los tres, mas la voz en su doble ataque, consiguen presentarse como un bloque sin fisuras y levantar un monstruoso muro de sonido.

Los temas también siguen los criterios compositivos ya conocidos: riffs de mediana complejidad, ocasionalmente algo más técnicos pero en general concebidos para ser asimilados sin tremendos esfuerzos, frecuentes armónicos chillones, partes pesadas aunque con menor presencia que las rápidas, y muchos cambios de ritmo, si bien hay que destacar que los realizan con menos brusquedad que en su anterior entrega y que también en este apartado se nota una mejoría considerable. Lo que no cambia, e incluso se acentúa, es la sensación de que a los temas les falta una personalidad propia especialmente marcada, o que muchos fragmentos podrían aparecer en cualquier otro sitio y no pasaría nada. En este sentido me quedo con "Abiotic abyss" y "Dawn in the world burning with napalm", dos temas que en buena medida condensan las virtudes del disco entero y también sus limitaciones.

lunes, julio 09, 2012

ANTIGAMA- Stop the chaos (EP, 2012)


Quiero pensar que ANTIGAMA se han tomado este EP como un tránsito entre discos "normales" dentro de su catálogo, porque está entre lo más convencional que han hecho nunca. Unos pocos temas que en el 99% suenan a NAPALM DEATH de forma exagerada, pero además a los ND más previsibles. Es decir, Grindcore básico a toda leche, sin ninguna otra perspectiva desde la que contemplarlo, salvo por unas cuantas disonancias y algunos riffs particularmente desquiciados. Es sin duda un trabajo bastante vulgar (sin matiz peyorativo) por parte de estos polacos, hay que reconocer que es ameno, fácil de escuchar y tremendamente cafre e intenso, pero también muy alejado de los originales ritmos y personalísimas texturas de discos como "Intellect made us blind". Es verdad que desde el "Resonance" del 2007 se empezaron a notar síntomas de una mayor ortodoxia, pero mantenían su identidad más que reconocible. Ahora suenan a un grupo más del montón, tocando de forma ultrafuriosa pero sin aportar prácticamente nada de lo que les hizo ser distintos y excitantes. En un grupo de su categoría semejante giro es una pena. Por otra parte, ¿qué sentido tiene meter una instrumental ambiental de cuatro minutos en un disco de quince? Lo dicho, supongo que se lo toman como un pasatiempo y poco más, pero incluso así no veo razonable que haya que publicar todo lo que a uno se le ocurre como distracción en sus ratos libres. Quizá si lo hubieran sacado en forma de Split...

viernes, julio 06, 2012

ENTHRALLMENT- People from the lands of Vit (2012)


A veces no hace falta nada especial para que un disco destaque, ningún afán por renovar, ningún empeño por reinventar la rueda ni ser originales. Basta con que te dé en la mandíbula con un buen puñado de temas directos, inspirados y competentes. Eso es lo que ocurre con el tercer disco de los búlgaros ENTHRALLMENT, en mi opinión el más maduro (no se entienda mal el término) de su carrera y desde luego el mejor producido y un buen paso adelante en una trayectoria simpre ascendente. Potente y sin ocultar su vocación de ofrecer Brutal Death clásico con temas de toda la vida, su secreto es precisamente que no tiene ninguno, y su mérito ni más ni menos que tener unas cuantas buenas ocurrencias en los riffs y luego unirlas en temas sencillos que ejecutan con la furia de un demonio enloquecido.

Las fórmulas magistrales a veces funcionan y a veces no, con el riesgo añadido de que cada vez están más gastadas, pero en este caso, para mí al menos, funciona de sobra. Será quizá cuestión de gustos y a unos les parecerá vulgaridad de planteamientos lo que otros entendamos como música atemporal y claridad de ideas, allá cada cual. Y con lo siguiente que me viene a la cabeza podrá parecer que meo fuera del tiesto, pero en el Heavy de toda la vida, por ejemplo, o en cualquier otro género de marcada simpleza de medios, no valen los argumentos ni las razones para justificar que un disco sea o no bueno. La cosa es: "funciona" o "no funciona", ya está. Por qué el "Back in Black" es un discazo, teniendo idénticas estructuras, estilo, tipo de riffs, etc., que todos los demás discos de AC/DC... ah, porque sí. Póngase en su lugar el "Black Metal" de VENOM y mi analogía parecerá menos extravagante. O quedándome aún más cerca, por qué los primeros discos de NUCLEAR ASSAULT son acojonantes y luego perdieron la chispa... misterios. Algunos temas funcionan y otros no.

Pues algo así pasa aquí. Y dejándome ya de digresiones, añadiré que los temas de este disco ofrecen riffs básicos pero efectivos ("Chemical romance", "Devoted to delusion"), blasts elementales pero que enganchan, cambios de ritmo de los de siempre, partes pesadas con doble bombo a piñón, trémolos ("A full land of worms..."), armónicos ("Obsessed by just anger"), solos intensos y una voz que gruñe pero que vocaliza y no se ahoga en el fango de la guturalidad. Todo ello socorrido por una producción igual de clásica: clara y contundente pero alejada de la frialdad digital que habría arruinado una propuesta como esta. Quizá cuando ya llevan seis temas seguidos empezando con los mismos blasts la cosa empieza a oler, y hacen mal en separar tanto los temas "Chronicle of sorrow" y "Fruits of pain and blue sky" (1 y 8, respectivamente), que le dan otro aire al conjunto y equilibran mucho la balanza rítmica. Aun así, los riffs van directos a la cabeza, los temas cumplen y la fórmula, una vez más, funciona.

martes, julio 03, 2012

BLOODSOAKED- The death of hope (2011)


Tercer disco completo de BLOODSOAKED, o lo que es lo mismo, de Peter Hasslebrack, integrante exclusivo de esta formación (aunque desde este año se hace acompañar por el guitarra de MALEBOLGIA Joseph Byron), al igual que ocurre con otras tantas bien conocidas como PUTRID PILE, INSIDIOUS DECREPANCY, THIRST OF REVENGE en España, y un largo etcétera. Tercero en su cuenta y me apresuro a decir que seguramente el mejor de los tres, el más logrado y el más variado, dentro de la poca originalidad habitual de este sujeto. La primera mejora que encontramos es la batería, compuesta por el estupendo batería de ATROCIOUS ABNORMALITY y ex-LUST OF DECAY Brent Williams, quien también participa como músico de sesión, y programada por Shane McFee. El sonido, aunque no está nada mal, peca del carácter artificial que suele tener casi siempre en estos casos (salvo la muy honrosa excepción del último disco de los mencionados THIRST OF REVENGE). Esta vez, como digo, no es de las peores e incluso está bastante bien, y además siempre se agradece el toque espontáneo de un batería al frente de los parches, haciendo sus redobles, sus rellenos, sus cambios e imprimiendo su propio estilo. En este disco es casi peor la grabación de las guitarras que la de la batería: no sé por qué, pero las producciones de BLOODSOAKED son en general bastante lineales, con poco relieve y poca gama dinámica, y este caso tampoco es distinto. Es uno de esos discos cuyos temas se reciben y disfrutan mejor por separado -unos más que otros, claro- que todos seguidos, porque la producción excesivamente aséptica acaba por limar sus diferencias y abotargar un tanto al oyente. La voz sale muchísimo mejor parada, con un registro menos unidimensional que en anteriores trabajos y una expresividad muy superior a la de los instrumentos.

En lo demás hay que alegrarse de que Hasslebrack haya introducido una apreciable variedad rítimica en los temas -no tanto en los riffs, que siguen abusando muchas veces de una inoperante regularidad-. Esta variedad se concreta tanto en los cambios dentro de cada tema como en los tempos de los temas comparados entre sí, de manera que hay unos más pesados como "Obsessed with hate" o "Consume the flesh" frente a otros más rápidos como "Infestation" o "Mauled", pero ninguno se queda todo el tiempo en una sola velocidad y además el disco no abusa de los blasts omnipresentes, otro punto importante a su favor. También hay estribillos reconocibles, pero nunca facilones, como en "Grinding your guts" o la mencionada "Infestation", en la mejor tradición de temas como el "Suicide" de su segundo álbum. Entre unas cosas y otras el disco consigue alzarse por encima de sus predecesores y lo hace por méritos propios, una lástima que la producción no le dé el empuje definitivo y el sonido orgánico que tanto le beneficiaría. Dejo para el final una observación que no es en absoluto anecdótica, sino que revela hasta qué punto cuesta hoy día que un grupo no suene a otras veinte mil cosas anteriores: el tema "No god" (del que se hizo un vídeo) es durante buena parte de su duración una recreación del "The angels venom" de MONSTROSITY del álbum "In dark purity" de 1999, en todos sus cambios, secciones y ritmos. Lo relevante es -asumiendo que nadie va a ser tan tonto de plagiar deliberadamente a grupos consagrados- que el inconsciente colectivo traiciona a los músicos mucho más a menudo de lo que solemos pensar, y este tema es posiblemente una de las mejores pruebas.