A veces no hace falta nada especial para que un disco destaque, ningún afán por renovar, ningún empeño por reinventar la rueda ni ser originales. Basta con que te dé en la mandíbula con un buen puñado de temas directos, inspirados y competentes. Eso es lo que ocurre con el tercer disco de los búlgaros ENTHRALLMENT, en mi opinión el más maduro (no se entienda mal el término) de su carrera y desde luego el mejor producido y un buen paso adelante en una trayectoria simpre ascendente. Potente y sin ocultar su vocación de ofrecer Brutal Death clásico con temas de toda la vida, su secreto es precisamente que no tiene ninguno, y su mérito ni más ni menos que tener unas cuantas buenas ocurrencias en los riffs y luego unirlas en temas sencillos que ejecutan con la furia de un demonio enloquecido.
Las fórmulas magistrales a veces funcionan y a veces no, con el riesgo añadido de que cada vez están más gastadas, pero en este caso, para mí al menos, funciona de sobra. Será quizá cuestión de gustos y a unos les parecerá vulgaridad de planteamientos lo que otros entendamos como música atemporal y claridad de ideas, allá cada cual. Y con lo siguiente que me viene a la cabeza podrá parecer que meo fuera del tiesto, pero en el Heavy de toda la vida, por ejemplo, o en cualquier otro género de marcada simpleza de medios, no valen los argumentos ni las razones para justificar que un disco sea o no bueno. La cosa es: "funciona" o "no funciona", ya está. Por qué el "Back in Black" es un discazo, teniendo idénticas estructuras, estilo, tipo de riffs, etc., que todos los demás discos de AC/DC... ah, porque sí. Póngase en su lugar el "Black Metal" de VENOM y mi analogía parecerá menos extravagante. O quedándome aún más cerca, por qué los primeros discos de NUCLEAR ASSAULT son acojonantes y luego perdieron la chispa... misterios. Algunos temas funcionan y otros no.
Pues algo así pasa aquí. Y dejándome ya de digresiones, añadiré que los temas de este disco ofrecen riffs básicos pero efectivos ("Chemical romance", "Devoted to delusion"), blasts elementales pero que enganchan, cambios de ritmo de los de siempre, partes pesadas con doble bombo a piñón, trémolos ("A full land of worms..."), armónicos ("Obsessed by just anger"), solos intensos y una voz que gruñe pero que vocaliza y no se ahoga en el fango de la guturalidad. Todo ello socorrido por una producción igual de clásica: clara y contundente pero alejada de la frialdad digital que habría arruinado una propuesta como esta. Quizá cuando ya llevan seis temas seguidos empezando con los mismos blasts la cosa empieza a oler, y hacen mal en separar tanto los temas "Chronicle of sorrow" y "Fruits of pain and blue sky" (1 y 8, respectivamente), que le dan otro aire al conjunto y equilibran mucho la balanza rítmica. Aun así, los riffs van directos a la cabeza, los temas cumplen y la fórmula, una vez más, funciona.
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