Cambiar o permanecer,
ese es el dilema para muchos grupos consagrados. IMMOLATION lo esquivan y optan
por el “cambiar para permanecer”, introducir los mínimos cambios necesarios
para no estancarse y a la vez no dejar de ser ellos mismos, lo que sería una catástrofe
tratándose de un grupo único e irrepetible. Los cambios, al menos desde después
de su debut, han sido siempre suaves, incluso sutiles, y sin traspasar nunca
unas líneas maestras que conocen y manejan a la perfección. El alejamiento
progresivo de los temas religiosos es la mayor novedad últimamente, con
“Majesty and decay” ya fue notable y ahora es más que evidente en la portada,
títulos y letras, y el propio grupo lo ha pregonado a los cuatro vientos
durante la campaña de promoción. Sus preocupaciones líricas se centran en el
mundo actual y sus estructuras de poder -simbolizadas en la ominosa mole de la
portada-, la falta de libertad -representada por las cadenas y las bocas y ojos
cosidos- y cómo todos hemos alimentado estos sistemas de control de masas hasta
ser absorbidos por ellos, de modo que la portada retrata este ambiente propio
de Orwell dando una imagen oscura del futuro. El tema habrá cambiado, pero la
oscuridad permanece.
Y lo que no cambia es
la música. IMMOLATION en estado puro y 100% inconfundibles. La misma fuerza
diabólica, la misma voz potentísima de Ross Dolan y la misma forma de componer,
todo lo que hace que el estilo de IMMOLATION sea inimitable. Aun así, podrían
haber tenido algún atisbo de audacia, en lugar de ir a lo seguro y no arriesgar
ni lo más mínimo, y aunque el repertorio de sus fórmulas es amplísimo y la
calidad del resultado enorme, no habría pasado nada por usar alguna guitarra
acústica -como ya han hecho otras veces-, o una pequeña intro, o una
instrumentación especial en momentos aislados -caso de “Illumination” en el EP
del 2011-, o darle mayor protagonismo a las disonancias. Pero tal como decía,
su paleta en enorme y no existe riesgo de repetición, pese a usar las recetas
de siempre: el estilo de IMMOLATION consiste en riffs más rítmicos que
melódicos -generalmente de pocas notas, aunque caben muchos esquemas-, cambios
de velocidad constantes y muy bruscos, ritmos entrecortados e irregulares,
densas texturas a base de arpegios, notas tenidas, leads y frases superpuestas,
solos desquiciados y un generoso uso de armónicos, todo lo cual está en
“Kingdom of conspiracy” de forma omnipresente.
La técnica de
construcción es también la habitual en ellos, tipo “ristra”, aunque siempre
repiten partes previas para crear al menos la ilusión de unidad, y esta vez
incluso han logrado varios temas más homogéneos que de costumbre, en concreto
“Echoes of despair” y “Serving divinity” (aparte de “The great sleep”, del que
luego hablaré), pero en menor medida que en el EP “Providence”. Los cambios de
ritmo siguen siendo tan bruscos como siempre, sin transiciones, sin siquiera
una parada en medio, y a menudo sin que las distintas velocidades tengan la
menor relación entre sí, lo que hace que cueste “pillar” el segundo ritmo y
percibir su pulso, como ocurre en los solos (particularmente en “Keep the
silence”), aunque IMMOLATION han conseguido hacer de esto un rasgo de
identidad. Rítmicamente, abundan los compases compuestos (el 5/4 con que
arranca el disco, sin ir más lejos, o el 7/4 en “God complex”, “Echoes of
despair” o “A spectacle of lies”), ritmos irregulares con acentos desplazados
(el principio de “Bound to order”, las tres mencionadas, “Serving divinity” o
“All that awaits us”… los ejemplos sobran), un uso de compases ternarios muy
superior a discos anteriores (prácticamente en todos los temas), y por supuesto
alternancia de todo ello de manera continua, creando el personalísimo universo
rítmico de IMMOLATION.
¿Y entonces por qué
digo que es menos arriesgado de lo que podría haber sido? Porque, vista la
fuerza titánica con que asientan todos sus rasgos esenciales, podrían haber
tenido algún pequeño atrevimiento y no habría pasado nada. Pero es que incluso
sin salir de sus propios recursos, algunos no los han explotado del todo: los
armónicos son menos estridentes que de costumbre, lo que le quita parte de su
carácter más incisivo, y los leads son en general poco ambiciosos, a veces sólo
repiten el mismo que acaba de sonar pero una octava alta, o se limitan a doblar
la guitarra rítmica haciendo lo mismo que ella (“God complex”, “Indoctrinate”,
“A spectacle of lies” o el tema-título). Eso sí, los solos son tan furibundos y
caóticos como cabría esperar, y de todas formas lo anterior es una cuestión de
intensidad, o de aprovechamiento de esos recursos, pero ahí están, desde luego,
y es que IMMOLATION no serían IMMOLATION sin sus armónicos ni sus leads. La
producción es otro de los logros, mucho más potente que en “Majesty and decay”
y a la vez más agresiva, aunque sigue resultando un tanto plana y digital,
sobre todo la batería, y muchos echamos en falta un sonido más orgánico, aunque
no sea éste el signo de los tiempos.
Y entremos ya en los
temas: el disco empieza sin intros ambientales ni introducción musical,
directamente atacando el primer riff y continuando a toda velocidad; lo
fastidian luego al bajar de golpe pasados 40 segundos, con un cambio que es
para ir de más a menos cuando ha pasado muy poco tiempo de disco y aún estamos
inmersos en el ímpetu del primer impulso… quizá colocado en otro momento
importase menos, pero aquí es un giro poco acertado, la verdad. En todo caso,
es un detalle menor y si algo tiene en abundancia este disco es potencia e
intensidad. Tras el tema-título inaugural, “Bound to order” y “Keep the
silence” (títulos reveladores) mantienen las pautas descritas, luego llega “God
complex”, tema que se recrea en las irregularidades, toda una brutalidad y toda
una gozada. La primera mitad se cierra con “Echoes of despair”, un tema
arrastrado, verdaderamente oscuro, siniestro, donde recuperan las densas
texturas tan reconocibles en su música, hechas a base de superponer varios
planos sonoros simultáneos.
Los dos temas de
adelanto del disco presentados en la red abren sus dos mitades -y sendas caras
en la edición en vinilo-, ¿será casualidad?, ¿lo será también que los dos
únicos títulos que mencionan términos religiosos sean el penúltimo de cada una
de esas mitades? Tal vez no, dado el carácter monolítico e imponente del disco,
en consonancia con la imagen de la portada. El caso es que la “cara B” se abre
con “Indoctrinate”, otro trallazo a toda pastilla que después cuenta con uno de
esos estribillos pegadizos raros en IMMOLATION. Y aparece entonces “The great
sleep”: ¿qué es esto, un riff Black? Pues sí, puro Black, con su trémolo y su
armonía característicos, aunque sea sólo por unos momentos. Pero quizá lo más
sorprendente viene después, porque el tema no cambia su tempo lento… ¡¡durante
dos minutos y medio!! Y cuando llega el primer parón, cambia el ritmo del riff
pero no el tempo. Luego sí, luego viene la típica sucesión de secciones, pero
ese larguísimo primer pasaje es paradójicamente lo más atrevido del disco, por
la simplicidad y por lo insólito dentro de su discografía, una maniobra que
recuerda al comienzo y estructura del tema “Epidemic of hate” de DYING FETUS,
en el álbum “Destroy the opposition”.
“A spectacle of lies”
mantiene la tónica de grandeza de todo el disco, dejando la media muy alta. Por
último, “Serving divinity” y sus ecos de NILE constituyen otra proeza de
enrevesamiento, precisión y potencia combinadas, para dar paso a “All that
awaits us” y confirmar la costumbre de IMMOLATION de colocar temas estupendos
al final de sus discos, un gran cierre y una oportunidad sabiamente aprovechada
para culminar una valoración justificadamente entusiasta. Visto de modo global,
el equilibrio entre riffs y frases (sobre todo vocales) medianamente asequibles
y el estilo más “difícil” del grupo es quizá mayor que en otras ocasiones, pero
no hay que temer ni de lejos guiños a la galería o que se vuelvan
convencionales, su música sigue siendo ardua y densa y lleva tiempo entrar en
ella, como pasa con cualquiera de los grupos grandes más “difíciles”, ya sean
MORBID ANGEL, NILE, HATE ETERNAL o buena parte de CANNIBAL CORPSE. Y ese es
otro gran mérito, porque son discos que no sólo resisten el paso del tiempo,
sino que siguen ofreciendo detalles que descubrir durante meses y hasta años.
Como datos curiosos o
interesantes, el disco lo empezaron a componer allá por mayo del año pasado,
antes de entrar en el estudio en agosto, y lo terminaron entre Estados Unidos y
Brasil (donde fueron de gira poco antes de ir al estudio), añadiendo luego
algunas partes solistas mientras estaban de gira por Europa con MARDUK,
ventajas de poderse llevar el portátil y grabar en cualquier sitio. Así que el
disco fue completamente escrito fuera del estudio, en varios puntos del planeta
y siempre cuando estaban de gira. Curiosamente, no tocaron los temas juntos
antes de grabarlos, como ya sucedió en el EP “Providence”, sino que lo que
hacen es que cada uno graba su parte y luego los ensayan juntos por primera vez
antes de incorporarlos al directo y presentarlos, normalmente antes de que
salga el disco. Dado que Steve Shalaty, batería, vive en Ohio, el segundo
guitarra Bill Taylor en Florida, y Ross Dolan y Robert Vigna -núcleo del grupo-
en Nueva York, eligen los temas que irán en el repertorio, luego cada uno
ensaya su parte y cuando se juntan para el ensayo común todo tiene que salir
bien en poco tiempo. Está claro que el método funciona, tanto por los directos
apabullantes como por lo conseguido en este no menos apabullante nuevo disco.