Antes de nada es importante señalar que estamos ante algo que la banda presenta como un EP pero que dura cerca de 28 minutos. Esto no debería sorprender a nadie, pero visto lo que sucede cada vez de forma más frecuente con muchos discos supuestamente de larga duración que ni siquiera alcanzan ese límite, es algo que merece destacarse. Iba a decir que también es algo que les honra, pero no, lo único que ocurre es que lo contrario deshonra a quienes lo hacen, y en realidad estos irlandeses se limitan a cumplir con lo que es normal y a intentar no dar gato por liebre. Tampoco hace falta necesariamente llegar a los 32 minutos del primer EP de EVILE, pero esta primera entrega de WOUND UPON WOUND es un dignísimo exponente en este sentido, como lo es también, por ejemplo, el primer EP de los valencianos HUMAN VERMIN o incluso el primero de los alemanes RETALIATION, algo más breve. Elijo estos casos porque en todos coincide, además, que fue su primera obra publicada, tal como ocurre con este “Grievance”.
Y pasando ya al contenido musical, lo que más llama la atención es el progresivo cambio de estilo que se percibe a lo largo de todo el EP: al principio es claramente Black, aunque con algún mínimo deje Death, y luego este Black sin complicaciones deja paso a un Black-Doom que finalmente se queda a las puertas de convertirse en sólo Doom. Consecuentemente, los tempos se van ralentizando entre los distintos temas, la presencia de los blasts va desapareciendo a medida que avanza el disco y hasta la duración de los temas va en paulatino aumento. El resultado, la verdad, despista un poco, porque no es como si hubiera una mezcla de influencias o un estilo híbrido o incluso una continua alternancia de estilos, sino que esto empieza en un sitio y acaba en otro. Quizá es el mismo viaje que han ido recorriendo sus composiciones a lo largo del tiempo, pero en ese caso quizá sería más apropiado escogerlas con un mayor sentido de la coherencia o bien esperar hasta tener claro cuáles prefieren ellos mismos.
En cualquier caso, no apunto ese rasgo como algo negativo, ya que se trata de una legítima decisión de los músicos, y me limito a sugerir que “despista un poco”. De lo que sí estoy convencido es de que ni en uno ni en otro estilo dan lo mejor que puede esperarse, porque casi todo suena demasiado plano, demasiado unidimensional, como sin relieve, y tampoco aprovechan el hecho de contar con dos guitarras y un cantante solista. A esto se suma que sus riffs son bastante sencillitos, a veces un par de acordes que repiten y repiten, y muy a menudo el típico riff blacker con trémolo de una nota sin apenas dibujo rítmico, pero en este caso también sin apenas inspiración, y para optar por lo más sencillo hay que contar con grandes ideas. Por otra parte, sólo hacen Black creíble en las partes más violentas de los primeros temas y tampoco culminan el giro doomy que anuncian los últimos, de manera que la mayor parte del disco transcurre en algo que es demasiado pausado para ser Black y demasiado poco obsesivo para ser Doom.
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