¡Esto es puro EXODUS! Bueno, más rápido, con más energía y sin las genialidades del “Bonded by blood”. La velocidad –y en parte también la voz- la toman prestada de NUCLEAR ASSAULT después de pasarla por el filtro de una producción moderna y brillante, pero desde el primer tema escuchamos retazos que suenan a temas de EXODUS, guiños, parecidos, resonancias, y cuando llegamos al tercero, “A storm of swords”, ya son directamente calcos. De EXODUS, claro, sobre todo en las líneas vocales. Y así sigue todo el disco. No sé qué pasa últimamente con EXODUS, que, pese a haber sacado unos últimos discos bastante soporíferos, parecen haberse convertido en la referencia y en el modelo a imitar, y hasta LAZARUS A.D., uno de los grupos que parecían más dignos y con más personalidad dentro del nuevo Thrash, caen en la tentación e imitan su estilo actual con el reciente “Black rivers flow”, aunque también aportan otra serie de cosas.
Aquí no, en este “World gone dead” no hay más capas donde arañar ni otros ingredientes ni matices que descubrir. Y aun así valorar este tipo de álbumes es difícil precisamente porque el resurgir del viejo Thrash los somete a una notable controversia. Tomaré partido por la idea de que en un disco lo más importante es la composición. Evidentemente, el sonido, la técnica, el diseño, el arte gráfico, lo títulos, las letras, todo es importante y todo ha servido en el pasado para que determinados grupos crearan tendencia o para que se pudiera hablar de un nuevo estilo, pero siempre han sido grupos que tenían una base musical a prueba de bombas. En ella residía su principal aportación y gracias a ella se sustentaba todo lo demás. En un disco esperamos encontrar sobre todo la labor de unos músicos que componen, y el hecho de que sepan tocar se da por supuesto.
En el caso de LICH KING saben tocar, desde luego, y su disco tiene una producción tremenda y un sonido que es una pura orgía de Metal en sí mismo. Qué distorsión, cómo raspa, cruje, corta y lo que haga falta, y qué profundidad tiene el bajo, como en el principio de “Ed-209” cuando al medio minuto entran todos los instrumentos tras la intro hablada. Dan ganas de quedarse oyéndolo una y otra vez hasta el día del Juicio Final. Pero eso son sólo ropajes exteriores y el interior no ofrece mucho de valor, y la mona aunque se vista de seda mona se queda. Pues sí. De hecho, hay discos que han pasado a la historia por tener extraordinarias composiciones pero al mismo tiempo han cargado con la pena, lamentada por todos, de tener una producción birriosa, y sin embargo eso no les ha apartado del merecido trono. Uno de los ejemplos más claros es el “And justice for all”, y en el lado contrario también existen discos que en su momento fueron ignorados o incluso condenados porque el sonido no permitía distinguir la formidable riqueza de ideas que desplegaban, como el “RRRÖÖÖAAARRR” de VÖIVOD. Y, en todo caso, un disco siempre se puede volver a regrabar. Pero los temas son como son, y si valen, valen, y si no, no, y aquí no hay nada sustancialmente valioso, especialmente en cuanto a los riffs, vulgares, sosos y previsibles.
Hacer lo mismo que ya han hecho otros muchos antes no tiene ningún valor, por muy bien que suene, y además dice bien poco de la imaginación de su autor, pero si encima lo hace sin gracia, ya es el colmo. Y argumentar que el disco está hecho y grabado con calidad porque tocan bien es tan tonto como considerar grandes creadores a los miles de guitarristas que por todo el planeta aprenden temas de Satriani y los repiten a la perfección. Es estupendo que existan grupos nuevos de Thrash con músicos jóvenes que desbordan energía, sobre todo para que uno pueda verlos en directo y no te dejen tirado por culpa de los achaques de la edad, y es estupendo que hoy día los discos puedan sonar tan devastadores como este “World gone dead” y uno pueda disfrutar del placer primario y visceral de una guitarra destrozatímpanos. Pero no hablamos de eso. Hablamos de un disco y unas composiciones, no de ir a conciertos ni de los méritos de un ingeniero de sonido. Y en cuanto a eso LICH KING son un plagio, hábil pero plagio, les falta personalidad, son repetitivos y sus temas roban patrones ajenos tanto en estructuras como en riffs. Pese a todo, el disco es un cañón y, de mucho oírlo, se le puede llegar a coger gusto, sobre todo a esas partes hipnóticas de riffs de una nota repetida a velocidad inhumana.
2 comentarios:
suenan de puta madre pero y? para eso me enchufo a exodus o a death angel y me quedo mejor, no?
Sí, esa es la idea, aunque siempre es cuestión de gustos, claro.
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