Esto es verdad: cuando oí por primera vez este disco, hace varias semanas, acababa de escuchar otros siete y el día anterior diez más, todos nuevos, y aun así me agarró por el cuello, me zarandeó, me dejó atónito y se me quedó grabado en la cabeza desde el primer instante. A diferencia de esos otros diecisiete, lo dejé sonar entero sin una sola interrupción. Y cuando acabó lo volví a poner otra vez desde el principio y volvió a llegar hasta el final sin interrupciones.
Puede que un buen porcentaje de mi exaltación sea subjetiva, pero también creo sinceramente que este disco tiene unos valores reconocibles que van mucho más allá de los gustos personales. Para empezar: estos tipos tienen personalidad. No inventan nada ni renuevan el género, pero oyendo todos los temas uno tiene la sensación de que UNDER THAT SPELL son UNDER THAT SPELL, que no son cualquier otro grupo ni podrían serlo. Por supuesto, hay influencias de grupos consagrados –el género no lo han inventado ellos ni es de hace tres días-, pero ellos tienen rasgos propios, un estilo coherente a lo largo de todos los temas y varios elementos concretos a los que recurren de continuo. En definitiva, lo que decía: que tienen personalidad y son reconocibles.
El estilo en principio es una especie de Unholy Black con blasts interminables, ambientación oscura y sonido rasposo, pero continuamente acuden a elementos melódicos que logran alternar magistralmente con ese planteamiento general de malignidad ortodoxamente black. En varios temas –por ejemplo “Under That Spell” y, sobre todo, “Their last creation”- recurren a secuencias armónicas diatónicas en modo menor –los acordes tan usados por Steve Harris en IRON MAIDEN, para entendernos-, vestidos con sus ropajes satánicos, por supuesto, o a pasajes de resonancias épicas y aires grandiosos, e incluso a repentinos fragmentos acústicos. Variedad no les falta, desde luego.
Y luego están los riffs. Ése es el segundo gran punto a favor del disco y del grupo. Cuando oí por primera vez ciertos riffs, mi reacción inmediata fue levantar la cabeza y dejar lo que estaba haciendo para concentrarme plenamente en la música, y un segundo después de que terminasen ya quería volver a oírlos. Tras varias escuchas, se me quedaron en la cabeza con la misma persistencia que otros cuantos de discos clásicos y emblemáticos. Más que pegadizos, algunos son adictivos, pese a su simpleza. O quizá por eso mismo. Están, por una parte, los típicamente black, con sus trémolos de una nota y su armonía invariable y repetida, y en este apartado el primer tema tras la intro, “Below”, es una enciclopedia, aparte de empezar con una de las estampidas más frenéticas y obsesivas que he escuchado últimamente, al estilo del “White tomb” del 2009 de los irlandeses ALTAR OF PLAGUES.
Después aparece “I am the prophet”, otro tema misilístico que, sin embargo, comienza con un riff que no presagia el bombardeo de blasts que está a punto de desatarse. Pues se desata, pegue o no con el riff, y luego el tema pasa por varios pasajes muy distintos aunque no da sensación de complejidad, ya que son partes contrastantes entre sí y que no reaparecen ni se relacionan las unas con las otras. Éste es otro de los recursos habituales del grupo, tanto que cuando acaba cada tema no parece que hayan transcurrido sólo cinco minutos –media de todos ellos-, de tantas cosas como hemos oído por el camino. El siguiente tema, el tema homónimo del grupo, vuelve a dar buena cuenta de esto que digo.
Y llegamos a “Black”: qué esperar de un tema con semejante título… ¿Un tema arquetípico? ¿Un topicazo predecible? Pues no, todo lo contrario: de entrada, un riff que podría figurar en el último disco de NACHTMYSTIUM, “Addicts – Black Meddle Pt. II”, y luego un desarrollo posterior también en esa onda, aunque sin alcanzar la ambiciosa extravagancia de los americanos. UNDER THAT SPELL absorben algunos de estos elementos del Black moderno pero se mantienen fuertemente enraizados en los cánones del género, al estilo de sus compatriotas TODTGELICHTER, logrando una mezcla final delirantemente atractiva.
“The final march” es lenta y de ritmo pesado, “The eldest name of God” es más violenta y empieza con un riff muy BEHEMOTH, y la final “Apotheosis”, pese a abusar del riff inicial, remonta y convence. No sé si tienen más talento que inspiración o al revés, pero por ahora las musas les acompañan. Su simpleza, tanto en los riffs como en las estructuras –y hasta en los títulos-, es una virtud y les da una frescura y una inmediatez que enganchan, y cuentan además con el privilegio de dar con riffs pegadizos y construir temas memorables. El grupo se formó en el 2009, así que quizá sea la suerte del novato. Bendita suerte.
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