Después de un
larguísimo parón y tras trece años desde su primer disco completo (“No waste of
flesh” de 1999), el guitarrista Francesco “Meatgrinder” ha montado una versión
totalmente nueva de ANTROPOFAGUS en la que el único superviviente es él y en la
que también la música se ha renovado por completo. Este disco gustará a los fieles
de SUFFOCATION, DEEDS OF FLESH, DISGORGED, VOMIT THE SOUL, segunda etapa de
HOUR OF PENANCE o incluso cosas aún más técnicas como EMBRYONIC DEVOURMENT, SICKENING
HORROR o VISCERAL BLEEDING. Es decir, velocidad, brutalidad, técnica y un
sentido pasmoso de la precisión. La contrapartida es que crea un ambiente un
tanto asfixiante, como resultado de un planteamiento demasiado monodimensional.
Sin duda los acérrimos
de este tipo de álbumes se pondrán como motos, porque la brutalidad que
desprende es colosal: es una apisonadora ciega de rabia y a la que nada saca de
obsesión. Pero más allá del gusto de los sectores más “ultra”, hay que
reconocer que ANTROPOFAGUS han perdido la calidez del Death Metal crujiente y
orgánico de su debut. Es un cambio consustancial al haberse pasado a un género
distinto, claro, pero también en este género hay grados y grados, discos que respiran
mejor y otros más cerriles y enclaustrados en sí mismos. Este de los compatriotas
de BLASPHEMER y FLESHGOD APOCALYPSE está claramente en el primer grupo, pero
podría haberlo estado más, como lo están, sin ir más lejos, los de estos dos
últimos grupos.
Eso sí, dentro de cada
tema hay una alucinante sucesión de detalles de precisión que quita el hipo.
Sobre todo desde el punto de vista rítmico y por el modo en que la batería
cambia dentro del breve tiempo de un solo riff o de un pasaje sin que eso altere
la velocidad general. Luego, como es propio del género, todos los temas pasan
por algún cambio de ritmo en el que los blasts descansan, la tormenta para unos
instantes y luego vuelta a empezar. Lo malo es que este esquema se repite una y
otra vez, y como todo lo que se repite demasiado, pierde efectividad. Al mismo
tiempo la producción no ayuda demasiado, porque tiene un sonido aséptico, frío,
que, no sabría explicar por qué, pero favorece el embotamiento auditivo, y por
otra parte el bajo parece estar desaparecido en la mezcla final.
Por poner otro ejemplo
sacado del propio álbum: el tema “Sadistic illusive puritanism”, colocado en
antepenúltima posición, es el único que se sale del patrón de todos los
anteriores, con algo tan simple como dar más presencia a las partes pesadas.
También las hay rápidas, ultrarrápidas, solos, riffs memorables y partes muy
directas, y todo ello sin perder un miligramo de brutalidad. Luego ocurre algo
parecido con el tema final (que extrañamente consideran una “outro” cuando no
tiene ese carácter y además dura más de cinco minutos), en el cual el tempo es
aún más lento y de ahí casi no sale. Si eligen incluirlos es que valoran todos
esos rasgos, y creo que habría sido un acierto situarlos antes y haber
compuesto algún otro parecido, le habría dado al disco más variedad sin
traicionar sus presupuestos básicos y un mayor equilibrio al conjunto.
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