martes, junio 26, 2012

NILE- At the gate of Sethu (2012)


Estamos en el 2012 y para que un grupo grande tenga una mala producción tienen que hacerlo adrede. Uno grande e incluso uno pequeño, porque hoy la tecnología está casi al alcance de cualquiera y la producción se traduce en elegir un tipo de sonoridad frente a otro, el equilibrio entre los instrumentos o la presencia de ciertos arreglos, pero el hecho de que un disco suene bien va siendo cada vez menos un mérito, y lo insólito y lo que habría que destacar sería lo contrario. El nuevo disco de NILE no es una excepción: suena atronador, limpio y a la vez potente, con unas guitarras que cortan y crujen, más agresivas que cavernosas (lo que no gustará a todos por igual), y un despliegue de intensidad tremendo.

La incertidumbre con Sanders & co. venía más bien por el lado compositivo, y en este sentido hay que decir que en parte se han salido del guión establecido y de la autocomplacencia de su “Those whom the gods detest” de hace tres años. Recuperan pegada y la música tiene un carácter muy directo, han aflojado sus interminables cascadas de notas, escalas y arabescos que se habían vuelto totalmente predecibles y hasta puede decirse que han dejado de copiarse a sí mismos. Ahora bien, todo esto lo consiguen a base de crear temas accesibles, “fáciles” y que apetezca volver a oír, lo cual puede cabrear y decepcionar a mucha gente. ¿Cómo entonces consiguen seguir siendo NILE? Pues porque el estilo es el mismo, con sus armonías orientales, el alto nivel técnico, los ritmos marciales, el ambiente majestuoso y la complejidad estructural, pero ya no da lugar a una mole espesa e impenetrable como en trabajos recientes.

Desde luego no está a la altura de sus discos de alrededor del cambio de milenio, pero nadie en su sano juicio podría esperar tal cosa. NILE no van a renovar nada porque eso ya lo hicieron, y a tal nivel sólo se puede hacer una vez. La opción que les queda es, por una parte, descongestionar la situación a la que habían acabado por llegar, y por otra estar sobrados de inspiración. Lo primero lo consiguen, y ya digo que los temas son más digeribles de lo habitual en NILE (lo que para cualquier otro grupo equivale a un alto nivel de dificultad), pero lo segundo no tanto. Cuando se oye el disco unas cuantas veces se desvanece la sensación primera, y lo que antes era atractivo e inmediato demuestra que no siempre tiene una base particularmente duradera (“Tribunal of the dead” es un caso claro). Es decir, que no están sobrados de inspiración ni hay ningún tema que se pueda calificar de deslumbrante, aunque todos se disfrutan sin problema. Y al menos conservan un poco la voz gutural, aunque sea testimonialmente y con muy poca presencia, pero sí un poco más que hace tres años.

Son los NILE de siempre, lo cual se agradece, se han quitado toneladas de lastre de encima, lo cual creo que les hacía falta, y suenan más cercanos, cosa que no a todo el mundo le hará gracia. “The inevitable degradation of flesh” o “Supreme humanism of megalomania” me parecen dos buenos ejemplos de esto último, y “The gods who light up the sky at the gate of Sethu” una muestra de los NILE más clásicos. La técnica, sobra decirlo, está a la altura de siempre, aunque aligerada y sin que aspire a abrumar a nadie. Un punto muy notable a favor del disco es que el elemento egipcio, oriental o como se le quiera llamar, no está metido con calzador en intros con ruiditos, temas atmosféricos, instrumentación tradicional o demás zarandajas: son las propias escalas y armonizaciones las que toman esos elementos como materia prima, ellos son el barro con que están hechas y no se trata de un recubrimiento ni un mero adorno. Creo que esto sigue siendo su mayor acierto, el mayor signo de continuidad y lo que mantiene alta su credibilidad.

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