Quinto disco, como no podía ser menos con este título, de los WINDIR post-Valfar: VREID. Un álbum que se mueve en un estilo poco común, con una base instrumental prácticamente Heavy (entre otras varias orientaciones) y una voz que marca el vínculo más estrecho que mantienen con el Black. Entre una y otra fluyen como por arte de magia inclinaciones hacia el Death melódico, partes Black más convencionales, fragmentos gloriosamente épicos y viajes hacia paisajes sonoros de lo más variopinto.
El resultado es una música con una notable ambición estilística y que no se pone ningún límite previo. Hay riffs agresivos, melodías de guitarra dobladas, pasajes acústicos, algunos blasts, arreglos de cuerdas, frases de órgano, minuciosas líneas de bajo (“The blood eagle”) e igualmente una gran diversidad de ambientes, atmósferas y sensaciones, aunque prevalece el tono entre épico y pagano muy por delante de tendencias violentas, siniestras o diabólicas propias de otros exponentes del género. Como decía, el elemento que subraya con más fuerza la procedencia Black es la voz, pero incluso esta alterna en casi todos los temas con voces limpias, aunque de forma breve y esporádica (“The sound of the river”, “Fire on the mountain”, etc.).
Hecha esta descripción general del estilo hay que aclarar que, si bien en sí mismo es toda una virtud, la validez de los temas siempre va más allá del propio género, incluso cuando de entrada es uno tan fértil como el de este disco. Y en ese sentido hay quizá varios momentos en que la intensidad decrece, y no me refiero a los pasajes más líricos o soñadores, cuya eficacia para resaltar la dinámica de la música y crear contrastes es fabulosa, sino a otros en los que hay un abuso al repetir riffs, o una cierta monotonía rítmica, o ideas melódicas un tanto endebles.
Hay momentos brillantemente inspirados, como la apertura con “Arche”, pero otras muchas veces prevalece su habilidad como compositores sobre la inmediatez de las ideas, la chispa, el fogonazo genial de inspiración, y así es como logran sacar adelante, por ejemplo, los diez minutos largos de “The others and the look”, a base de veteranía y experiencia. En todo caso, se trata de un disco de una enorme riqueza, personal, honesto y hecho con esmero y enorme gusto por los detalles.
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