En su décimo disco completo ILLDISPOSED plantean una curiosa muestra de Death pesado con base electrónica (o adornos, porque tampoco es para tanto) y algunos elementos melódicos, con un resultado y una apariencia general bastante modernos y considerablemente alejados de la oscuridad de aquel inaugural “Four depressive seasons” del 93. Pero después de veinte años de existencia es normal que haya algún cambio, y de todas formas la mezcla está hecha con buen tino y sin asperezas, al margen de que luego a cada cual pueda o no gustarle.
Aunque la presencia de los teclados es continua, lo cierto es que casi nunca llevan el papel protagonista de los riffs -salvo momentos como el principio de “Heaven forbid”- ni se puede decir que articulen la estructura de los temas, más bien están de relleno o son un complemento que le da un aire peculiar, incluso exótico, al sonido del grupo. Los elementos melódicos, que ya aparecían en discos recientes, van más por el lado de los momentos solistas que tienen las guitarras, un campo que dejan sólo insinuado y que podría haber dado mucho más de sí, mientras que parece haberse atenuado la inclinación por el estilo Goteborg.
En varios aspectos les falta frescura, como son la voz o los tempos de las canciones. Pocas veces usan más de una sola voz, con excepciones como “Our words betrayed”, “Sunday black” o sobre todo “The taste of you”, con su reminiscencia a los últimos y más asequibles KATAKLYSM, que por supuesto son bienvenidas. Y los ritmos recurren demasiado a menudo a ese estilo pesado y contundente que parecen querer hacer su seña de identidad pero del que quizá les convendría no abusar, y en este sentido se agradece la aparición de temas rápidos como “Step into my winter”. El disco se vuelve algo monótono al cabo de un rato, mientras que cada tema, por separado, resulta más ameno y atractivo.
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