lunes, mayo 28, 2012

ONICECTOMY- Drowning for salvation (2011)


Más Brutal Death desde Italia, tierra cada vez más prolífica en este género. Lo que hacen ONICECTOMY ni destaca ni ofrece nada que no estén haciendo ya otro montón de grupos, y bastante mejor. Se trata de Brutal Death que no se decanta por ningún subgénero en particular, ya sea Tech, Slam, etc., ni se fusiona tampoco con otros estilos. Al margen de eso, resulta convencional, impersonal y predecible, y en su mayoría se limita a alternar partes rápidas con otras pesadas, haciendo que el aspecto rítmico sea particularmente monótono. Hay algún fragmento de transición entre unas y otras que llega a valer la pena, pero no mucho más.

Además el sonido no ayuda nada, sucio y neblinoso como es, y especialmente en las partes rápidas cuesta distinguir qué están haciendo las guitarras. Ciertos floreos agudos de los riffs, o los armónicos, sí llegan a oírse, pero el resto queda perdido en una mole de confusión sonora. En las partes lentas esto no ocurre, pero no se sabe qué es peor, porque son todas prácticamente iguales en cuanto a velocidad, ritmo y línea melódica, y a veces hasta cuesta saber si seguimos en el mismo tema o hemos cambiado, como pasa entre el final del segundo y el principio del tercero. “Human flesh dressing” plantea un intento mayor de variedad dentro del álbum, pero dura poco y de nuevo el principio de “Virgin women cannibalistic ritual” vuelve a repetir el mismo diseño lento y pesado, que aún aparecerá varias veces más antes de que acabe el disco.

La batería contribuye también al aire general de monotonía, limitándose a patrones básicos y blasts del montón, y la voz otro tanto, o incluso peor, desprovista de inflexiones, cambios de registro, cambios de timbre o alguna otra cosa que la pudiera hacer salir de su reiteración… excepto por el único aporte llamativo de todo el disco: una especie de sonido de ¡¡relincho de caballo!!, como se puede oír en el primer tema, “Brain pressure breaking skull”, o en el penúltimo, “Falling to the cannibal butchery”. Una más para añadir al repertorio de voces animalescas dentro del universo extremo.

Pero algo tan anecdótico no basta ni de lejos para elevar sustancialmente los méritos del disco. Su vulgaridad de planteamiento, la interpretación plana y lineal de los músicos y lo confuso de la producción hacen que sea difícil rescatar algo con verdadero valor. Por si todo esto fuera poco, nos despachan con 24 minutos de música, a los que añaden el minuto de rigor en forma de intro que luego engordan burdamente con un interludio de guitarra clásica que además está grabado a un volumen muy superior al resto.

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