sábado, mayo 26, 2012

KREATOR- Phantom Antichrist (2012)


KREATOR vuelven a la carga en un año que por ahora ha dado frutos magníficos por parte de las grandes bandas veteranas de los 80 y 90. Los alemanes mantienen la línea de la etapa que abrieron con “Violent revolution”, pero esta vez su propuesta se bifurca nítidamente entre un Thrash con sonido moderno y una música de elementos claramente melódicos, enfatizando bastante la segunda, en un movimiento que recuerda al de ANTHRAX en su último trabajo. El resultado es algo que muchas veces no es Thrash sino más bien un Heavy muy intenso y agresivo, haciendo de este disco el menos unidimensionalmente thrashero de los últimos cuatro.

Como perros viejos que son, repiten patrones cuya efectividad han comprobado durante más de una década, tanto en los temas como en la organización global del disco: canciones más cañeras al principio y progresivamente mayor presencia de medios tiempos con fragmentos melódicos, rematando esta vez con un final particularmente calmado. Pero ahora la balanza se decanta hacia la segunda tendencia, entonada en plan grandilocuente (qué decir de un estribillo como el de “From flood into fire”), y la caña parece estar colocada al principio para contentar a los acérrimos. Por suerte, el nivel de inspiración vuelve a ser casi el del 2001 y la potencian mediante recursos como estribillos básicos, pequeñas células melódicas en vez de riffs, armonías épicas, abundantes frases solistas de guitarra, solos marcados por la contención técnica en favor de la expresividad… El disco se aparta en buena medida de los dos anteriores y evita su sensación de premeditación, presentando además ideas pegadizas, una ejecución bárbara y una brillante producción.

Sobre cómo los riffs propiamente Thrash ceden su lugar a los pequeños motivos melódicos, basta escuchar el principio de “The few, the proud, the broken” o “Victory will come”. En otros hay que esperar a que pase la intro, ya sea acústica o de batería, como en “Until our paths cross again” o “From flood into fire”, o dejar que lo que parece ser la melodía principal dé paso a la que de verdad lo es, como en “Your Heaven, my Hell” (por cierto, calcada del tema “Scenery” de ANVIL). En “United in hate”, sin embargo, tras la intro acústica lo que emerge es un tema con auténticos riffs thrasheros, uno de los casos que hay en el disco junto a “Death to the world”, “Civilisation collapse” o el tema-título, y en menor medida “Victory will come”.

Pero incluso en estos temas Thrash vuelven también a incluir partes decididamente melódicas y, cómo no, los estribillos facilones que se limitan a repetir el título (antecedentes no les faltan en la discografía reciente: “Impossible brutality”, “Escalation”, “Hordes of chaos” “World anarchy”, “Ghetto war”…), además aplicando varias veces el mismo esquema de responder rítmicamente a las guitarras en la segunda mitad de las frases. Si el truco funciona para qué cambiarlo, habrán pensado.

En mi opinión el estilo gana mucho cuando funden en una la orientación agresiva y la melódica, como en “The few, the proud, the broken”, pero en general el disco se polariza demasiado entre las secciones de un tipo y las del otro, como pasaba de manera extrema en el último de MORBID ANGEL, sólo que aquí llevado a las distintas partes de los temas y no a estos enteros, aunque con el mismo efecto de confusión.

Tal como decía, la estela de “Violent revolution” está más presente que la de los dos siguientes discos, y si “Hordes of chaos” era una especie de “Enemy of God 2”, este parece retomar aquel otro a la vez que expande sus rasgos menos salvajes. Hay momentos en que uno de repente espera oír el estribillo de “Servant in Heaven, king in Hell” (en “From flood into fire”) o el del propio “Violent revolution” (en “Your Heaven, my Hell”), pero en general no se les puede acusar de copiarse a sí mismos, ya que son casos aislados y en gran medida han superado la tendencia tan repetitiva de sus últimos dos trabajos, sobre todo en las partes menos Thrash, que a veces hasta recuperan aires de la era “Outcast”.

La complejidad estructural es otro rasgo muy marcado de este “Phantom Antichrist”. Todos los temas tienen un montón de partes distintas, tanto en ritmo como en velocidad y carácter. Pero normalmente tienen tan poco que ver unas con otras, o presentan cambios de carácter tan bruscos que resultan cargantes. No sabemos si será una herramienta para despistar al oyente, pero está claro que los temas habrían sido mucho más compactos si no los hubieran planteado así. No veo qué pintan de repente ciertas partes agresivas y rápidas en medio de los temas más evocadores, o ciertas partes líricas en los temas cañeros, ni en general qué necesidad hay de meter tantas y tantas cosas en una sola canción. Acaba dando la impresión de que pretenden, como en la publicidad o en esos videoclips en los que las imágenes van tan deprisa que ni atiendes a la música, confundir al espectador con la avalancha de estímulos simultáneos. Es una estrategia clásica, poco honrada pero efectiva. Entre esto, los estribillos, la soberbia producción –sonido, mezcla, arreglos, coros, guitarras dobladas- o la fuerza de la ejecución (sin olvidar la megacampaña publicitaria que llevan meses desplegando), el disco da el pego, resulta apabullante, prácticamente deslumbra, pero no hay que exagerar, y ni es un clásico ni creo que resista el paso del tiempo con suficiente entereza.

El paradigma de por dónde van aquí los tiros son los estribillos incendiarios y fáciles de corear en directo, que podrán rentabilizar sin problema en los conciertos, en medio de estructuras tipo batiburrillo y demasiado saturadas. KREATOR han grabado un disco que en su conjunto los mantiene frescos y en primera línea, sin haber hecho nada del otro mundo. Quizá no se renuevan drásticamente –tampoco tendría mucho sentido-, pero se revitalizan y además alejándose de fórmulas seguras y buscando caminos distintos aunque ya presentes en su discografía. La habilidad para crear frases convencionales y estribillos sencillos empaquetándolo todo en un recipiente bastante correcto es lo ideal para que puedan pasearlo por los escenarios y que la gente desee oír los temas nuevos. Al fin y al cabo el grupo vive de sus giras –como todos hoy día-, y este disco es un buen balón de oxígeno para seguir adelante en esa interminable campaña.

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