martes, mayo 08, 2012

ANGELUS APATRIDA- The call (2012)

Pocos se esperaban este giro de ANGELUS APATRIDA, después de haber fichado con la poderosa Century Media y haber publicado hace dos años un “Clockwork” en una línea más moderna de lo que era habitual en ellos y que en este disco ha desaparecido del todo. Ahora, contra todo pronóstico, vuelven hacia… no sé si hacia atrás, más bien hacia dentro, hacia ellos mismos, hacia esencias que ya estaban en su música pero entreveradas con otros muchos ingredientes. Sin duda en este disco potencian extraordinariamente el elemento Thrash por encima de cualquier otro, causando una enorme sorpresa como primera y más llamativa impresión. Pero el resto de elementos están presentes, cada uno procedente de un género o subgénero, y en eso el grupo no ha abandonado su gusto por rehuir la pureza estilística, o, mejor dicho, el purismo. La ausencia de estrechez mental y de dogmatismos siempre es un buen punto de partida, y en su caso además una seña de identidad ya sólidamente establecida.

Lo que prevalece, como decía, es un Thrash cortante y dinámico, tampoco demasiado violento pero sí muy intenso. Riffs incisivos, guitarras cortantes, agresividad y energía, y todo ello sin perder ni una milésima de calidad, complejidad ni técnica, pero sin que ésta esté concebida para exhibirse. Es una música directa, que llega al oyente y le hace reaccionar de forma física, a la vez que le ofrece material muy elaborado y de alta calidad. Es decir, Thrash Metal en su mejor dimensión.

El acento más Heavy –sin matiz peyorativo-, o simplemente más clásico, lo aportan distintos riffs y frases que estarían a caballo entre lo más acerado del género y su momento de transformación en el primer Thrash. Vamos, que por momentos esto puede sonar más cercano al primer y variopinto disco de ANTHRAX que a unos EXODUS o al “Reign in blood”. También contribuyen a ello las ocasionales armonías diatónicas, como en el solo de “Flesh pleasure” o en “Killer instinct” -particularmente su estribillo-, otro tema con bastante aire entre Heavy y proto-Thrash, al igual que ciertas partes de “The hope is gone”, sobre todo el estribillo o también el solo. Y luego está ese ejercicio de reminiscencia de JUDAS PRIEST llamado “It’s rising”, en especial -una vez más- el estribillo.

Y es que la diferencia de carácter y hasta de orientación entre estrofas y estribillos es una constante a lo largo de todo el álbum. Y ya que menciono partes, otro rasgo de clasicismo del disco es el construir los temas  a base de la estructura tradicional de estrofa, pre-estribillo, estribillo, solo, etc. Ahora bien, todos tienen sus introducciones, sus finales y sobre todo unas estupendas transiciones entre las distintas secciones, transiciones donde encajan detalles de virtuosismo o pequeñas células melódicas con las que compactan todo el armazón y le dan verdadero empaque. Los méritos constructivos del disco son a todas luces uno de sus mayores logros.

Otro atractivo destacado son los solos, también con sabor clásico y una ejecución pulcra y claramente fraseada, en las antípodas del binomio Hanneman-King, por ejemplo. Los cambios de ritmo también caen del lado de los “pros”, ya que casi siempre están hechos con sentido métrico, manteniendo el doble o la mitad del tempo, o como mínimo buscando cambios que resulten fluidos. También logran encajar bastante bien los riffs y las líneas vocales, como si los unos le fuesen necesarios a las otras y viceversa.

La producción tampoco tiene nada reprochable, salvo quizá que el sonido es demasiado limpio, o demasiado poco crujiente, o que el bombo está poco empastado con el resto de instrumentos -con ese “tiqui-tiqui” tan digital y poco retumbante-, pero incluso esto dependerá de gustos. Como se ve, lo que encontramos son los logros propios de un cuarto disco, o sea, sabiduría, experiencia, buen hacer… valores que se reflejan a la hora de estructurar los temas o de rematarlos fantásticamente o de conseguir unos arreglos estupendos. Lo que se echa en falta es que la inspiración haga brotar temas especialmente memorables, partes adictivas o ideas deslumbrantes. También se le puede achacar demasiado gusto por las velocidades rápidas (excepto “At the gates of Hell”, que en este sentido equilibra mucho el conjunto), lo que, unido a poca variedad también en las estructuras, hace que en algunos momentos el disco se vuelva un tanto lineal.

Sin llegar al nivel de “deslumbrante” o genial, sí hay muchas partes altamente disfrutables, riffs verdaderamente asesinos y estribillos contundentes y efectivos como los de  “Flesh parade” y “Still corrupt”, curiosamente situados ya cerca del final. Y para el final completo han dejado esa pequeña joya titulada “Reborn”, un tema que, aparte de ser el más largo, llama la atención por su estribillo muy diferente al resto del álbum, con un aire a IN FLAMES por su carácter ampuloso y épicamente melódico, además de tener una sección intermedia arrebatadora.

Como temas extra en la edición limitada han incluido una regrabación de su propio “Free your soul” de su segundo disco “Give ‘em war” del 2007 junto a una versión del “Hell Patrol” de JUDAS PRIEST, grabado en el álbum “Painkiller” de 1990. Una elección significativa, como lo fueron en otras ocasiones las de temas de IRON MAIDEN o de PANTERA.

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