domingo, mayo 20, 2012

BURZUM- Umskiptar (2012)

A disco por año, Varg Vikernes va ya por el tercero desde que retomó intensamente la actividad musical con “Belus” e inauguró esta nueva etapa, sin duda coherente y de alta calidad, aunque difícilmente innovadora, más aún en un músico que fue todo un pionero y un modelo de individualidad. Veinte años después nadie puede tomar en serio sus proclamas de que vaya a crear un nuevo género o refundar el que contribuyó a establecer, pero sí cabe esperar que produzca discos honestos con los que prolongue su legado.

Y esto lo vuelve a conseguir con “Umskiptar”, título que significa “Metamorfosis”, pero que, lejos de aludir a un cambio de orientación musical, procede de “un concepto estoico del cambio con raíces profundamente europeas (es decir, paganas); este concepto fue elegido en un mundo que se dirige a una nueva Era Glacial, y puede por tanto ser visto también como una crítica de todos los movimientos políticos populares de nuestra era de mentiras”, como explica él mismo. Las letras están sacadas en su totalidad del poema nórdico “Völuspá”.

El álbum, más largo que sus dos predecesores, ofrece nueve temas –aparte de una breve intro y una outro bastante más larga, como ya sucediera en esos discos- que abarcan más de una hora de música marcadamente atmosférica. En ese sentido se mantiene el rumbo de su actual propuesta, más centrada en los valores ambientales que en la fiereza o la agresividad. Temas largos, riffs obsesivos, repeticiones interminables que se metamorfosean mediante sucesivas y pequeñas variaciones, ritmos constantes sin más cambios que algunos parones… todo está concebido para dar forma a una música tremendamente emocional, más cercana a una oscura expresividad pagana –con novedosos ecos Viking- que a la crudeza propia del Black de otros tiempos.

La sensación de oscuridad es constante, y por momentos hasta opresiva. El carácter ambiental no consiste en que la música sea “inofensiva”, dulce o pacífica, sino en crear una densa cortina de sonido que llega a ser hipnótica. Es cierto que hay temas más meditativos y calmados como “Esteem”, “Black from the south” o, sobre todo, “Golden age”, pero también hay atisbos de agresividad en “Honour” (grito desgarrado incluido), con sus impetuosos rasgados de guitarra y sus amenazantes voces. Lo que todos tienen en común es ese carácter mastodóntico, esa montaña de sonido que levantan, la invitación a sumirse en esta especie de ritual que supone “Umskiptar”.

También, por supuesto, diversos elementos musicales concretos. Aparte de la estructura básica ya comentada, el usar siempre medios tiempos o incluso tempos muy lentos, o el recurrir varias veces a compases ternarios, con el consiguiente aire medieval que proporcionan (“Elven dance” –y sus reminiscencias de ENSLAVED-, “Deities”, “Gallow forest”). Riffs simples, arpegios casi constantes, líneas vocales melódicas y otras simplemente habladas, ausencia de teclados… Los temas más serenos prescinden de la batería y consiguen así potenciar el halo de hechizo de una música en la que cobran importancia los silencios y el propio paso del tiempo. Si uno es capaz de dejarse cautivar y se sumerge en sus esotéricas profundidades, descubrirá su alto poder sugestivo e incluso una buena cantidad de matices.

Porque afortunadamente el disco está grabado con notable sentido de la expresividad, con la gama de sonido, fraseo y dinámica propios de una música dotada de sentimiento. Tanto la ejecución como la producción permiten que haya relieve, cambios, que la música viva y respire, lo que unido a la insistencia en las repeticiones y al monolítico diseño de unos temas que serpentean a lo largo de varios minutos de duración, consigue crear la ansiada sensación de encantamiento. Otro elemento fundamental es la variedad vocal, que, como el propio Vikernes se encarga de explicar, en este álbum es más importante que en ningún otro. Y desde luego cumple su palabra, porque variedad vocal hay para dar y regalar, salvo por el registro rasgado y chillón, cuya única y discreta presencia se da en el mencionado “Honour”. En el resto despliega un enorme abanico de voces limpias, susurrantes, arrastradas, levemente angustiosas, declamativas o dotadas de otros diversos acentos, a veces superpuestos con muy bien criterio. Al margen de la poca originalidad y de que sea un disco que no aporta nada relevante ni al género ni a la carrera de su autor, está lleno de valores incuestionables y ofrece una experiencia auditiva verdaderamente intensa.

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