martes, febrero 22, 2011

BABY STAB HORROR- In the name of Satan (2008)

Éste es un disco peculiar: tiene un cierto atractivo sensorial, algo primitivo que logra transmitir una sensación de agresividad creíble, pero al mismo tiempo es repetitivo y poco original hasta decir basta. Durante un tiempo logra dar el pego, pero cuando uno se fija en sus méritos musicales con algo de detenimiento, sale pronto del engaño.

No sabría muy bien cómo describir el estilo, porque el diseño de los riffs, el sonido y las voces son tres apartados que en este disco no cuadran demasiado entre sí, no responden a los rasgos de ninguna tendencia que logre cohesionarlos. Por desgracia, esto no se traduce en variedad o creatividad, sino en una molesta incoherencia general. Tienen algo de Death sueco y algo de neo-Thrash, pero la pobreza compositiva que demuestran no les sitúa ni en un sitio ni en otro. A mi juicio, lo mejor que tienen son las voces, un doble ataque vocal realmente violento y hecho con genuina convicción. Por esa parte es por donde logran dar la impresión de ser unos auténticos maníacos enviados por Satanás, pero ahí termina lo bueno.

Los temas son tan parecidos entre sí que cuesta imaginar cómo harán para poder recordarlos. Se salva especialmente “Ascension” (en cuanto a marcar diferencias con los demás, no en cuanto a originalidad ni ideas interesantes), y el resto son casi calcos los unos de los otros, o lo son todos de un par de pautas de las que no saben salir. Largas partes –podría llamárseles estrofas- de los temas “Exhibit A”, “Vitriolic message of hate” y “Turning Paradise to ash”, por ejemplo, tienen el mismo tempo, el mismo ritmo y la misma línea vocal, punto por punto. Y los demás recurren demasiado a menudo a riffs que no son riffs, es decir, a ese conocido y genérico acompañamiento rítmico de una sola nota con algún adorno aislado, sobre los cuales la voz chilla su rabia trazando patrones de lo más impersonal y previsible.

El resultado es machacón y su escucha llega a aburrir, pese a que al principio logren crear una atmósfera seductora. A esto contribuyen, además de las voces, cosas tan peregrinas como el nombre del grupo o la portada, que generan unas ciertas expectativas pero que al final se quedan en pura fachada.

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