Después de dos décadas
y un buen puñado de discos, JUNGLE ROT siguen manteniendo alto el estandarte de
aquel primer Death Metal que conservaba aún rasgos del viejo Thrash, un poco de
Speed y una fuerte base de Heavy sucio deudor de VENOM, WARFARE o TANK (no hay
más que ver a qué grupos versionaron en su EP del 98), de todo lo cual nació
ese estilo tan peculiar que les emparenta con VOMITORY, BOLT THROWER o
BENEDICTION. En su por ahora último disco siguen ofreciendo más de lo mismo,
temas sencillos, estructuras clásicas, riffs de pocas notas y nada de florituras.
Death Metal bravucón pensado para que den ganas de montar bronca o de invadir
países gobernados por dictadorcillos a los que patear el culo.
El disco no está mal,
es disfrutable, es entretenido -siempre que te guste esta particular propuesta-
y sirve para sacudir la cabeza un buen rato, pero poco más. Y no porque sea simple,
ni mucho menos: sería absurdo juzgar a JUNGLE ROT con los criterios de OBSCURA,
por ejemplo, como también lo sería hacer lo contrario. Aquí buscamos caña
elemental y de eso hay bastante, pero también hacen falta inspiración y buenas
ideas, y ahí la cosa escasea. Casi todos los riffs repiten un mismo diseño básico
-a veces incluso las notas, como en “Voice your disgust” y Scorn”-, pivotando
sobre la misma nota base, y esto a la larga les pasa factura. Basta con oír uno
tras otro el comienzo de los temas para comprobarlo y para ver que sólo “Ruthless
omnipotence” se aleja claramente de dicho diseño. Tampoco los estribillos son nada
del otro mundo (“Blind devotion” puede que sea el más efectivo), y las líneas
vocales en las estrofas tienden también a repetir patrones, lo que unido a todo
lo anterior hace que los temas vayan perdiendo fuerza a medida que se suceden.
Es lo arriesgado de las
propuestas simples, que cuesta más hacer cosas interesantes con pocos elementos,
por eso inventar riffs inspirados de tres o cuatro notas no siempre sale bien.
Cuando en un disco el tema más resultón es una versión, mal asunto, y la del “I
don’t need society” de D.R.I. es con diferencia lo más atrayente de este álbum.
Al menos lo compensan usando un ritmo distinto para cada tema, con entretenidos
momentos en que recurren a ritmillos casi propios de MOTÖRHEAD o de los
escarceos Death’n’Roll de unos ENTOMBED (“”Pronounced dead”, “Scorn”, “Utter
chaos” o la mencionada “Ruthless omnipotence”). La producción es otro punto
flaco, es demasiado limpia, demasiado pulcra, algo que no encaja con su estilo y
les quita inmediatez. Le falta un sonido más redondo y más potencia, sobre todo
en los graves, y la batería resulta particularmente floja en el sonido del
bombo. Buenos solos, buenas voces de apoyo y una estupenda ejecución del ahora
huido Jesse Beahler a la batería refuerzan de nuevo el lado de los méritos de este
“Terror regime”.