Es difícil hablar de
este disco sin enrollarse más de la cuenta, porque tiene pros y contras y ambos
muy pronunciados, no es un mal disco pero no es un gran disco, es seductor y es
repetitivo, tiene gancho y es previsible, son DEATH ANGEL y no son DEATH ANGEL.
Es un disco irregular en todos los sentidos. Intentaré no enredarme demasiado
al desbrozar esta idea principal, pero de verdad que cuesta.
En una primera escucha
parece otro disco más de otro grupo clásico reformado, todo muy correcto, muy
profesional, muy sólido, pero sin el menor riesgo, innovación ni personalidad,
indiferente como tantos artículos en serie. Y en una segunda lo sigue
pareciendo, porque es Thrash clásico de manual, para lo bueno y para lo malo,
aparte de algunos toques modernos y melódicos y mucha técnica. Lo bueno: que
quien quiera caña en esa onda la va a encontrar al 100%, ya que velocidad,
guitarrazos y voz agresiva los hay sin descanso, e incluso con más intensidad
que en sus últimas entregas. Lo malo: que si le quitan el nombre de DEATH ANGEL
y ponen cualquier otro de una nueva banda de retro-Thrash, ni se nota.
Aquí personalidad hay
muy poca, y sí mucha observación de cánones sagrados para parir un disco
estilísticamente intachable pero también predecible y creativamente bastante mediano.
Ahora bien, si uno intenta señalar algo mal hecho en el álbum, se hace difícil:
tiene fuerza, no suena mal, el estilo es homogéneo y los músicos están a un
gran nivel técnico. Incluso tiene su inspiración, su chispa, muchísima energía…
Los estribillos son simplones pero pegadizos, los riffs convencionales pero
efectivos, los ritmos repetitivos pero arrolladores… la mayoría de ideas son
facilonas y van a lo seguro, pero, caramba, lo hacen muy bien… ¿dónde nos deja todo
esto?
Pues en que con la tercera
escucha te entra bajo la piel y le coges el puntillo, todo se retiene
fácilmente, suena fresco y con pegada y tiene la suficiente variedad para no
aburrir. Aun así ya va uno notando que los tres primeros temas empiezan
demasiado parecidos, llega el tema-título y otro tanto (pero cómo resistirse a
ese rasgado salvaje de guitarra…), el tempo rápido típico del Thrash de siempre
empieza a oler, los estribillos ya nos suenan y van perdiendo fuerza, las
líneas vocales se parecen demasiado (pero cómo no alabar la fuerza vociferante
de “Succubus”)…
Con las escuchas número
cuatro, cinco, seis, mil, el estribillo de “Fallen” aún resiste frente al de
“Son of the morning”, pero del tema-título sólo queda en pie el rasgueo
endiablado, “Succubus” se ha vuelto hiperenfática y levanta dolor de cabeza, el
prometedor inicio de “Don’t save me” se pierde una vez más en el tempo de
siempre y termina de fracasar con otro estribillo facilón, “Empty” sigue en la
línea de exceso e hinchazón cortesía de las producciones del siglo XXI, hay
demasiadas voces, gritos, redobles, demasiado afán por intentar demostrar que
aún están jóvenes y vitales, todo está subido al nivel 10 de 10 y al final tanta
intensidad acaba por agobiar.
El disco soporta mal el
paso del tiempo, esa es la conclusión. Lo que en la tercera escucha supuso una
sorpresa en forma de ideas frescas y directas resulta ser un repertorio de
trucos de corta vida. Es lo que ocurre con los productos diseñados a medida de
los gustos del consumidor, que se piensa más en satisfacer esa expectativa
inmediata que en poner la libertad creativa como motor de todo, y a la larga no
aguantan. Es un buen producto en las distancias cortas, es de efectos rápidos y
cumple de maravilla su misión, es de usar y tirar.
Pero volviendo a los pros,
hay que destacar la extraordinaria labor de Damien Sisson al bajo, muy superior
a la de las propias guitarras y sin duda lo mejor y lo más interesante del
disco. En los contras, la voz de Mark Osegueda va teniendo menos fuerza y parece
que el timbre rasposo y cortante de otros tiempos se le va limando víctima del
tiempo. La producción… lo esperable por el sello y por la naturaleza y
finalidad del producto, limpia, clara, digital pero con poca alma. En cuanto a
temas, ya que la mayoría abusan del mismo tempo rápido y están hechos a base de
riffs genéricos y estribillos facilones (habrá que ver cuántos pasan la prueba
de sonar en directo), me quedo con “Detonate”, que se adentra en otros terrenos
más amenos, la final “Territorial instinct / Bloodlust” también es distinta y
más variada, aunque le falta algo de garra. En resumen, Cavestany y Osegueda
siguen adelante, y me alegro por ellos, pero los DEATH ANGEL de hoy son poco
más que un nombre con buen tirón comercial.
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