viernes, mayo 03, 2013

On and on, South of Heaven...


Sólo ha pasado un día, pero a estas alturas no creo que haya un solo metalero en todo el planeta que aún no sepa que ayer murió Jeff Hanneman. Como a tantos otros, la noticia me ha dejado sobrecogido, sabíamos de su dolencia, de sus dos años largos de lucha por recuperarse, de los problemas internos en SLAYER, las especulaciones, la incertidumbre… pero esto ha sido completamente inesperado. La brutalidad de la sorpresa, junto al hecho de que Hanneman puede ser considerado sin riesgo de exagerar el padrino del Metal Extremo, ha sido la causa de este estupor en el que muchos nos encontramos ahora, y que es aún mayor si has crecido con SLAYER como telón de fondo y les has seguido desde el “Show no mercy”.

Circunstancias biográficas al margen, la pérdida es irreparable, y aunque es más que probable que SLAYER nunca hubieran vuelto a hacer grandes discos incluso recuperando su formación original, la muerte de Hanneman marca el final de una era. Al menos esta vez las alabanzas al difunto no surgen tras su fallecimiento, porque desde que el grupo cayó en el actual periodo de inestabilidad, el consenso sobre la valía del rubio guitarrista y la reivindicación de su vuelta eran prácticamente unánimes, igual que era público y sabido que toda la lista de grandes temas de SLAYER son obra suya, tanto en letra como en música. No habrá que lamentar oportunismos, reconocimientos tardíos, falsos homenajes, porque su grandeza le acompañó en vida y le acompaña ahora. Quizá sea ése el único consuelo que nos quede.

“Come and die with me forever,
share insanity”


JEFF HANNEMAN
1964-2013
R.I.B.


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