Mucho han cambiado las
cosas en diez años para WORMED desde su aclamado debut en larga duración hasta
esta continuación que llega de la mano de Willowtip (en Europa lo distribuye
Hammerheart Records), un sello cada vez más orientado a seleccionar de entre las
hordas de grupos de Brutal Death aquellos que destacan por su inquietud, su
calidad técnica, su complejidad, por tener una propuesta personal o por
contribuir a ampliar el sonido más convencional del género y su temática repetitivamente
escabrosa. Los madrileños, hace una década, iban por delante en este segundo
aspecto mientras que el primero seguía anclado en el carácter impenetrable y reiterativo
de unos BRUTUS o de unos primeros DECREPIT BIRTH, pero ahora, igual que
hicieran éstos últimos, le han dado un vuelvo drástico también a la música.
Eso sí, la brutalidad e
intensidad son exactamente iguales, incluso potenciadas por una serie de
factores que la hacen más efectiva. Siempre impacta más una buena dosificación
de la agresividad que un chorreo continuo de riffs que acaban por dejarle a uno
embotado. Perder el barullo sonoro también les ha venido bien, y no impide que
sigan machacando sus instrumentos y desgarrándose las cuerdas vocales con la
misma violencia. Quizá el nuevo enfoque no agrade a los ultras más sectarios, pero
el hecho de ofrecer un producto con miras más amplias y no tan cerril desde el
punto de vista sonoro hace que la impresión global sea la de estar mejor hecho,
con más cuidado, más logrado.
Está claro que han aligerado
la excesiva densidad del debut, que era casi asfixiante (aunque en parte eso
fue lo que gustó, como pasa con grupos como ORIGIN, PORTAL, etc.), y han hecho de
ello una virtud en este disco: es más digerible, respira mejor y, pese a ser un
trabajo difícil que no entra a la primera, es infinitamente más dinámico y tiene
partes pegadizas que se recuerdan sin problema, algunas incluso hipnóticas. La
fórmula consiste en darle variedad a las composiciones, ni más ni menos,
incorporando arpegios, notas tenidas, discretos “leads”, ampliando el uso del
registro agudo, profundizando en el las disonancias, explotando algo más el
diálogo entre las guitarras (que se queda corto y podría haber dado más de sí),
alternando riffs complejos con otros algo más simples… en general extendiendo
mucho el catálogo de recursos a la hora de confeccionar los temas. Los
continuos y bruscos cambios de ritmo, sin embargo, no son ninguna novedad
porque siempre han sido marca de la casa, y en todo caso perjudican a la
cohesión de los temas porque pecan de aleatorios.
En general, sin ser
desde luego revolucionario, creo que es un disco con un pie en la modernidad,
gracias a una serie de ritmos y armonías audaces, cierto aire a grupos
canadienses como NEURAXIS, ATHERETIC (otro grupo igualmente denso e impenetrable), ARCHSPIRE o inevitablemente CRYPTOPSY, e incluso unos cuantos arpegios
exportados directamente de VOÏVOD (el que hay poco antes del segundo minuto en
“The nonlocality trilemma” es descarado) y que le dan la nota psicodélica a su
Brutal Death, lo cual es innovador (en otros géneros puede que no fuese nada
nuevo, pero en este sí). Puestos a escoger temas, “Stellar depopulation”
probablemente sea de lo mejor, seguido de cerca por “Multivectorial
reionization” y “Tautochrome”, al menos en cuanto a accesibilidad combinada con
variedad, rasgos que, como digo, no son incompatibles con el molde general de
brutalidad, complejidad, técnica y ambiente sci-fi, y que creo que materializan
el planteamiento deliberado que han seguido WORMED en esta ocasión.
No obstante, el disco resulta
irregular, porque tiene varias partes muy estáticas frente a las ya aludidas y
dotadas de enorme intensidad y gran diversidad musical. De repente nos
encontramos un totalmente superfluo “Solar neutrinos” con dos minutos de sonidos
ambientales, recitados vocales y unas pocas notas repetidas que luego
desaparecen, y vista la duración total del álbum -al margen ya del tiempo que
han tardado en publicar disco completo nuevo-, esta especie de interludio es
sólo un parón, una distracción, un obstáculo. Y otro tanto pasa después con
“Darkflow quadrivium”, en el que no plantean nada salvo repetir una y otra vez
un mismo riff con algún cambio en el patrón de la batería, dando la apariencia
de ser un retal sobrante y acabando por convertirse en un pasatiempo que no
aporta nada en absoluto. Aún hay otro caso, sobre el que volveré más adelante.
Retomando los méritos
de “Exodromos”, también hay que elogiar la magnífica producción, superior con
creces a la de su debut en todo, la nitidez, la potencia, el equilibrio de los
instrumentos o en particular el sonido de la batería. Ya en “Quasineutrality”
las cosas habían mejorado sensiblemente, acercándose al resultado actual, más
sofisticado, más pulido y de paso más acorde con la ambientación temática del
grupo. Con cada nuevo trabajo WORMED han dado pasos de gigante en este apartado,
y entre “Exodromos” y “Planisphaerium” hay tanta diferencia como la que hubo entre
éste y su primerísima Demo “Floating cadaver in the monochrome”. La voz, por su
parte, en lugar de gruñir o rugir, que sería lo propio del género, lo que hace
es ruido, literalmente puro ruido. Desconozco la técnica y no sé si lo hace
aspirando o cómo, pero es un maravilloso ruido ininteligible que llega a ser
adictivo y cuyo timbre recuerda a veces al debut de DISAVOWED, pero con mucha más
variedad y una enorme gama de matices.
La citada ambientación
temática, toda esa recreación conceptual propia de un universo de ciencia
ficción, está bastante lograda, gracias a la portada y, sobre todo, a la
historia que narran los temas (la precuela de “Planisphaerium”: la historia de
Krighsu, el último ser humano en el cosmos, y de su viaje a través de los
“xenoversos” después de que el universo conocido haya sido absorbido por un
agujero cuántico “en una reionización inversa multi-vectorial”). OBSCURA, PROTEUS,
RINGS OF SATURN y otra serie de grupos de Tech Death vienen a la cabeza ante
estas epopeyas intergalácticas. Los títulos de “Exodromos”, sin embargo,
resultan recargados, artificiales, como demasiado "buscados" y un
tanto excesivos, en evidente consonancia con las letras.
Para concluir, retomo
la cuestión que dejé antes a medias: el disco termina con “Xenoverse
discharger”, y el tema está bien durante tres minutos, una brutal estampida a toda
velocidad sostenida con obsesión propia de bandas post-Black como PANOPTICON y
discos como el debut de ALTAR OF PLAGUES o el segundo de UNDER THAT SPELL. Pero
desde que a continuación retoman uno de los riffs de “Stellar depopulation” ya
no ocurre nada de nada: dos minutos de repetición y repetición y luego uno más con
ruiditos atmosféricos. Ah, que se acaba el disco y hay que darle un final y un
carácter apropiados, pero es que se han cepillado la mitad del tema, y cuando
es ya la tercera vez que hacen algo parecido, y sabiendo que WORMED no son un
grupo especialmente fértil, uno acaba preguntándose si esas secuencias no están
puestas para rellenar o para que el disco alcance una determinada duración.
Quizá las hayan puesto
para “relajar” la escucha, para dar un respiro al oyente a intervalos regulares
-su colocación (temas 4, 7 y 10) no parece casual-, pero ningún grupo de las
corrientes más retorcidas, arduas y densas se molesta en hacer eso hoy día (más
bien lo contrario), porque si ceden un palmo en la batalla son rápidamente
superados por una legión de competidores a cual más abstruso. Parece un
contrasentido ponérselo fácil al oyente a base de estas “áreas de descanso”
perfectamente distribuidas. Quizá pueda argumentarse que son parte de la
historia narrativa del álbum y, por tanto, participan de sus subidas y bajadas
a la hora de dosificar la tensión, como pasa en todo relato, pero no parece una
razón muy sólida vistas las dimensiones del disco. Lo sería si hubieran
construido un álbum más ambicioso, una especie de obra magna que reconvirtiera
la fuerza conceptual de unos PINK FLOYD en forma de criatura monstruosa de Brutal
Death del siglo XXI. Tal como configuran el disco, esos bajones de intensidad
sólo consiguen distraer y hacer perder la concentración, no tienen la capacidad
de articular el conjunto y, sinceramente, sabiendo que con un simple botón
podemos saltárnoslas, no me imagino a nadie poniéndose el disco de principio a
final para cumplir obedientemente con su historia conceptual.
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