Olvidemos por un
momento que esto es un disco de DEVOURMENT, por aquello de intentar verlo sin
condicionantes: lo que oímos es un disco de Death bien hecho pero bastante
convencional. Pensemos ahora que ésta es la cuarta entrega de esa institución de
la brutalidad llamada DEVOURMENT… lo que tenemos delante es un disco de Death
bien hecho pero bastante convencional. Pues vaya. El caso es que se trata de un
álbum sólido, variado, brutal y bien producido, pero cuesta identificar que haya
sido creado por DEVOURMENT, y no porque se hayan alejado tanto de sí mismos
como para confundir al oyente, sino simplemente porque han incorporado algunos
elementos nuevos y han ampliado su paleta sonora hasta el punto de que el disco
podría estar firmado por otros cuantos grupos y no pasaría nada.
Ahora bien, que eso sea
bueno o no, que lo decida cada cual. En justicia hay que decir que se han
dejado por el camino parte de su identidad pero que a la vez han enriquecido su
música. Ya no ofrecen la conocida ristra interminable de ritmos ultramachacones,
parte Slam tras parte Slam, ni doscientos riffs que cuesta diferenciar entre
sí. Esta vez la variedad de velocidades y ritmos es la más amplia de su
catálogo, pero eso les ha llevado a abandonar su carácter más radical y extremo.
Todo no se puede tener a la vez, me temo.
Hay temas en los que
predominan las partes pesadas, como “Fucked with rats” o buena parte del
tema-título, pero la presencia de partes rápidas, y sobre todo la alternancia
de unas con otras, es constante a lo largo de todo el disco, por eso decía que
esto ya no es el festival de Slam reduccionista y repetitivo de su anterior “Unleash
the carnivore”. Tampoco es que haya ‘temas rápidos’ ni ‘temas pesados’ ni ‘medios
tiempos’, ya se sabe, esto es Brutal Death y en todos los temas hay de todo.
Quizá los dos mencionados son los más consistentes en el sentido contrario,
frente a, por ejemplo, el que sirvió como adelanto promocional, “Fifty ton war
machine”, un típico tema “hecho a cachos”, resultón y destructivo pero un tanto
deslavazado.
Los riffs no es que
sean nada del otro mundo, ni innovadores, ni especialmente inspirados, ni
marcadamente personales… cumplen, unos más que otros (personalmente me quedo con
varios de “Parasitic eruption”), pero es el conjunto lo que hace que el disco
salga bien parado, la manera de combinarlos, la variedad que le han imprimido,
el carácter más accesible de muchas partes -con momentos abiertamente pegadizos
en “Legalize homicide” o “Today we die, tomorrow we kill”-, y la fantástica
producción cortesía de Erik Rutan. Por último, la voz también abandona el registro
limitado a regurgitaciones y sonidos de cisterna, añadiendo otros muchos, pero siempre
dentro del universo gutural y Death y con el acierto de no renunciar a los
anteriores. En definitiva, no se han matado para hacer el disco, siguen siendo
brutales y mantienen su estilo, pero como novedad salen de la madriguera y
dejan que corra un poco el aire, no sea que los cadáveres putrefactos acumulados
dentro acaben por oler demasiado.
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