miércoles, octubre 30, 2013

MOTÖRHEAD- Aftershock (2013)


Si hay un grupo de entre los grandes que ha permanecido siempre fiel a sí mismo, esos son MOTÖRHEAD, ni SLAYER ni ninguno de los supuestos grandes del Thrash, nadie lo ha hecho con tal nivel de integridad y quien más quien menos ha tenido algún traspié. Pero MOTÖRHEAD no. El maltrecho Lemmy y su banda de forajidos no han aflojado las riendas en toda su carrera ni se han movido un pelo de sus presupuestos, más allá de pequeños experimentos como alguna pseudo-balada cazallosa o la aparición ocasional de instrumentos como el cello o el piano. Por lo demás, han hecho lo mismo en las cinco décadas por las que han paseado con orgullosa autosuficiencia su estilo único, inimitable e influyente como pocos.

Así que vaya por delante mi admiración incondicional a su figura, su legado y su papel como referentes de toda una cultura y una forma de entender la música. Este es, si no he contado mal, su disco número veintidós, y vista la homogeneidad y el nivel medio de su catálogo, el número en sí podría pasar como un mérito y se podría alabar este formidable “Aftershock” a partir de factores como el desgaste del grupo, su larga trayectoria o la edad de sus miembros, igual que cuando decimos de alguien que “está bien para la edad que tiene”. Pues no: este disco es un clásico, sin más. No sé cómo coño lo han hecho, pero lo que han grabado en “Aftershock” sería bueno ahora y en 1980.

Esto es MOTÖRHEAD de la cabeza a los pies, como si por ellos no pasara el tiempo. Temas que van del Heavy sucio al Rock’n’Roll acelerado y macarra pasando por el Blues arrastrado, tal como a Lemmy le ha gustado explicar siempre su estilo. Algunos podrían estar en “Ace of spades”, otros en el oscuro “Orgasmatron”, otros se acercan a la fiereza de lo que grabaron en “No remorse” para dar la bienvenida a su formación de cuarteto, otros tienen la emotividad melódica de “Another perfect day”, y todos la honestidad que siempre es marca de la casa. Cómo es posible, después de cientos de temas, seguir pariendo riffs elementales y que las ideas fluyan frescas es todo un misterio, o que los temas tengan todos su propia identidad. Cada cual tiene su aire y su velocidad, los hay de ritmo vacilón y festivo, bastantes son abiertamente heavys, alguno hay más pesado y contundente, e incluso tenemos un intimista “Dust and glass”, perfectamente alineado con otro de título explícito, “Lost woman blues”.

Los títulos, ya que lo menciono, van en el mismo plan: “Death machine”, “Heartbreaker”, “End of time”, nombres de lo más genérico y manido, tanto como los propios títulos de sus discos, “Sacrifice”, “Rock’n’Roll”, “Bastards”, “Kiss of death”, “March or die”, o como sus portadas, pero es que son MOTÖRHEAD, toda su carrera es una celebración de las esencias que ellos mismos inventaron y que siguen vigentes hoy día. Y este disco no es distinto, sólo que es más fresco que la mayoría de los más recientes, tanto que hasta los riffs de dos notas cumplen su papel (“Crying shame”, “Keep your powder dry”), a ver quién hace eso sin ser MOTÖRHEAD o los RAMONES. Y el sonido… qué gusto primario, que placer visceral escuchar el principio de “Going to Mexico” -o la propia voz de Lemmy-, toda una satisfacción que encima después se convierte en un tema directo y muy sólido.

Otros que destacan son “Silence when you speak”, también de aparente simpleza, el principio frenético con “Heartbreaker”, o el cambiante “Knife”. La segunda mitad del álbum me atrevería a decir que es superior a la primera, desde luego es más pegadiza y más enérgica, aunque a su favor juega el no tener ningún tema que baje el nivel de intensidad. Y quizá esto sea de lo poco reprochable que se puede señalar, el orden de los temas, porque, por ejemplo, el paso del primer al segundo tema hace que este parezca flojo, como sin fuerza, cuando en realidad es un buen tema típico de MOTÖRHEAD, sin ser deslumbrante tiene su gracia y cuenta con un buen estribillo, pero la colocación le perjudica. Y poner tras él un Blues, sentido pero convencional, hace que el inicio del disco prosiga por esta cuesta descendente en cuanto a fuerza. Pero sólo es el principio, porque el propio Blues se transforma hacia el final y de ahí en adelante vendrá lo bueno de verdad.

Dejando a un lado la devoción por un tipo que para varias generaciones sigue siendo la viva imagen del músico incorruptible, uno de los pocos por los que merece la pena mantener la fe en la música cañera sin distinción de subgéneros o escuelas, dejando esto aparte y también el temor de que quizá no tengamos muchas más ocasiones de disfrutar de su música, a juzgar por su estado de salud, su cada vez más frecuente cancelación de giras o su deteriorada y débil voz en las entrevistas… al margen de todos estos factores, MOTÖRHEAD están en un estado de forma musical impresionante y “Aftershock” es variado y vigoroso, una gozada, una fiesta continua y un disco que EXIGE ponerlo a todo volumen.

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