jueves, agosto 11, 2011

AENAON- Cendres et sang (2011)

Un disco con esta portada y que empieza con una melodía de saxo tiene muchas papeletas para sorprender… y así es. Pero la cosa no va de excentricidades ni de vanguardismos elitistas, y aunque la mencionada intro se une al primer tema y allí el saxo prolonga un poco más su canto, todo se queda en una pura anécdota. Lo que encontramos después es una música agresiva, tremendamente intensa y muy variada, y ahí es donde de verdad vienen las sorpresas.

De hecho la variedad es tal que no resulta fácil situarlos en un género concreto. En principio todo apunta a Post-Black, pero ni la voz ni los ritmos encajan siempre en esa clasificación, salvo en temas como “Kraanerg”, ni tampoco hay las lánguidas ensoñaciones melódicas frecuentes en otros grupos. Y que no piense nadie que han hecho una especie de mosaico heterogéneo con piezas de distintos géneros, en absoluto, la diversidad no le quita ni una milésima parte de cohesión al disco y el conjunto es todo un monolito, música de una pieza y perfectamente coherente.

El álbum cuenta con unos formidables arreglos de guitarras y un trabajo cuidadísimo a la hora de rematar los temas, entretejiendo riffs, frases, arpegios y motivos solistas hasta dar lugar a unas texturas asombrosas. Además está ejecutado con verdadero sentido de la dinámica y los contrastes, lo que resalta aún más la intensidad de los pasajes más agresivos. La voz, sin embargo, se queda lejos de este espíritu y resulta demasiado monótona, tanto por el timbre como por la forma de cantar (con honrosas excepciones como “Carnivora’s lair”) y hasta por sus patrones rítmicos.

También les habría venido bien tener alguna parte pegadiza más, como las de “Grand narcotic harvest” o “Necroscope”, o fragmentos que marquen momentos de especial énfasis en cada tema y los hagan reconocibles. Cincuenta y tres minutos de música es de entrada una buena noticia y en este caso un indicio de creatividad, pero su propia densidad –aparte de que sólo dos temas bajan de los cinco minutos- amenaza por momentos con asfixiarla, otra razón para haber dado a sus canciones momentos que respiren y que a la vez guíen la música en una determinada dirección.

En todo caso la banda demuestra talento, ambición, gusto por el trabajo bien hecho y una admirable madurez para tratarse de un primer disco completo, aunque llevan en activo desde el año 2005. Por cierto, el saxo reaparece en la larga “Black nerve” con un breve pero interesante solo, confirmando que su presentación al principio del disco era anecdótica o, como mucho, una estrategia para captar la atención del oyente. El álbum se despide con una acertada versión de un tema de la película de David Lynch “Eraserhead”, adaptada al propio estilo del grupo y con ciertas reminiscencias de PECCATUM.

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