Vaya dilema… CARCASS en
el 2013. ¿Qué opinar, cómo tomárselo, cómo recibir este disco impensable hace
sólo un tiempo? De entrada, yo al menos, con recelo. No puedo tomármelo de otra
forma viniendo de alguien que abjuró del Metal y que dijo públicamente hace más
de una década que ya no le interesaba nada relacionado con este estilo.
Naturalmente, me estoy refiriendo a Bill Steer, un tipo que él solito inventó o
ayudó a inventar dos géneros extremos, el Grindcore y el Goregrind, en los
primeros años de NAPALM DEATH y CARCASS, respectivamente, y después también el
Death melódico con “Heartwork” (en el Death’n’Roll se les adelantaron ENTOMBED).
Toda una institución, un pionero, un visionario, no exagero lo más mínimo y si
alguien lo duda que revise en qué años alcanzó todos esos logros. Pero él mismo
mandó después su reputación a paseo con su toma de postura tras la disolución
de CARCASS, luego descartó toda posibilidad de reunión del grupo, más tarde,
cuando ésta finalmente se produjo, aseguró que no editarían material nuevo, y ahora
regresa con intención de reconquistar el trono del Death Metal… difícil,
difícil no desconfiar.
Se puede pensar que
cinco años de giras de reunión ya no daban para más y que se les ha vuelto
necesario sacar un disco con materia nuevo. Esto tiene tres ventajas claras
desde el punto de vista comercial: las propias ventas del disco, la
reactivación de su fondo de catálogo, y que les permite volver a girar -aunque
luego sigan tirando de clásicos, como quiere la mayoría de la gente-. Las ventas
de discos puede que no den para comprar una mansión en Beverly Hills, pero no
nos engañemos, regresos tan mediáticos como este y con una buena campaña de promoción
por parte de un sello grande como Nuclear Blast producen jugosos beneficios,
más aún con toda la parafernalia de formatos distintos, temas extra, cajitas,
colores y fetichismos varios que desde hace unos años les da por editar (hay
que relanzar las ventas de ejemplares físicos, está claro).
Por otra parte, el
contexto general de grupos que regresan está tan saturado y es tan abrumador
que ha dado lugar a una situación poco creíble. A lo mejor están pasando todos a
la vez la crisis de la mediana edad (a otros les da por divorciarse y salir con
jovencitas, a los grupos parece que por retomar su juventud musical), o
simplemente es que, pese a todos los lloros de la industria, hay mucha pasta en
juego. O bien yo soy un malpensado y en realidad todos sienten una auténtica
pasión por el estilo, una devoción sin fisuras y una lealtad por encima del
paso del tiempo que les hace aparcar sus trabajos para volver a primera línea
del Metal, llámense EXUMER, CANCER o DARK ANGEL, y resulta que todos han
seguido una trayectoria intachable tipo Lemmy o ANVIL y han estado siempre al
pie del cañón. Como Bill Steer, ya. Desde hace tiempo las intenciones de casi
todos ellos me parecen poco verosímiles más allá del placer de volver a
divertirse, jugar a sentirse chavales de nuevo y todas esas cosas que a la
gente de cierta edad nos dan un subidón de adrenalina y nos refrescan el
espíritu. ¿Lícito? Desde luego, y además nadie obliga a nadie a comprar lo que
editen ni a ir a sus conciertos.
Pero es inevitable que
la opinión al respecto condicione la escucha de sus nuevos trabajos. Si son una
mera excusa para seguir de gira, si están concebidos con premeditación para
ceñirse a un determinado estilo, si sólo aspiran a satisfacer la demanda del
público y poder pasar por caja, si son discos más bien cerebrales o si han
dejado que la inspiración marque libremente el camino son todas cuestiones
importantes a la hora de valorar lo que suena. Estamos hablando de músicos
expertos, curtidos en muchos grupos a lo largo de más de media vida, han vivido
de ello, conocen la industria y al público y saben perfectamente qué hacer para
lograr un cierto propósito. Musicalmente tienen los recursos para diseñar un
disco como les dé la gana, y en el caso de CARCASS quizá más que nadie, porque
en cinco discos pasaron casi por cinco identidades, eso por no hablar del
recorrido posterior de cada miembro.
Así las cosas, sería
ingenuo recibir este disco con los brazos abiertos sin más, tanto como aceptar
que la evolución creativa lógica de Steer como músico -desde siempre marcada
por la inquietud y el cambio- le lleva ahora a dar este paso… hacia dos décadas
atrás. Motivos para el recelo hay de sobra, y CARCASS son una figura demasiado
grande como para pasarlos por alto sin comprobar si son o no justificados. Para
empezar, la portada: ¿a quién se le ha ocurrido volver a usar la portada del EP
“Tools of the trade” solo que sin el chorro de sangre (que además ya era la
imagen que aparecía impresa en el CD y el vinilo de color de “Necroticism”)?
Mal empezamos. Quizá quien sea que haya tomado la decisión buscaba dejar claro
que hay una continuidad entre el hoy y el ayer. Puede estar tranquilo, nos ha
quedado claro, quizá hasta demasiado.
Pasemos a los temas: el
primero se titula “1985” y procede directamente de 1985, de la grabación de unas
sesiones de ensayo de cuando el grupo se llamaba DISATTACK, hacían versiones de
grupos como EXODUS y ONSLAUGHT y sólo estaba Bill Steer de los componentes que
todos conocemos; al parecer, Jeff Walker encontró la grabación y le propuso a
Steer incluirlo como intro, apenas cambiando la versión original pero
arreglándola y alargándola. Tras ella tenemos lo que, en mi opinión, es lo
mejor de este “Surgical steel”, tres temazos uno detrás de otro, especialmente
“Cadaver pouch conveyor system”, rápido, violento a la vez que melódico y con
una estructura muy sólida, precedido por el conciso y directo “Thrasher’s
abattoir” y seguido del más genuinamente Death “A congealed clot of blood”, con
ritmo pesado y un comienzo totalmente era “Necroticism” que desarrollará generosamente
en el minuto dos.
A partir de ahí
empiezan a notarse los puntos flacos: en general hay demasiado material metido
a presión, es como si Steer hubiera ido guardando todo lo que se le ha ocurrido
en estos años y luego hubiera querido incluirlo todo, da igual dónde. Como
decía, los primeros temas son redondos y compactos, pero después hay demasiadas
partes que aparecen en medio sin ningún sentido, dando la sensación de que
podrían estar en cualquier otro sitio y no pasaría nada. Las estructuras acaban
siendo un tanto disparatadas y difícilmente conforman cada una un todo
unitario. También hay secciones bastante genéricas en varias estrofas, abusan
de recursos como la línea descendente en el diseño de frases y riffs, y repiten
el mismo ritmo rápido de batería en al menos los temas 2, 3, 5, 6, 9 y 10 (aunque
luego intenten contrarrestarlo con ritmos, cambios y partes que no tienen mucha
relación unos con otros).
La cosa vuelve a
mejorar con “The granulating dark satanic mills” -único tema con música de
Walker-, por el Groove, el estribillo y los cambios de ritmo, aunque aún se
echa de menos algo de sobriedad y sentido en la forma. Estos rasgos regresan en
“Unfit for human consumption”, otro de los temas sobresalientes (como anécdota,
el minuto tres incluye una recreación del estribillo del “All of the same
blood” de KREATOR), y se mantendrán bastante intactos hasta el final con “Mount
of execution”, un tema de estilo Heavy tradicional (pese al sonido y la voz de Walker)
que al llegar al minuto cuatro y medio se convierte de repente en otro distinto
y cuyos dos últimos minutos son directamente una outro, incluso separada por un
parón y un silencio. En general los temas -o al menos los que están hacia la
mitad- carecen de una clara identidad individual, no se puede decir “este es rápido”
o “este es un tema a medio tempo” porque todos tienen de todo, lo que hace que,
cuando ha acabado el disco y nos queda una impresión flotando en la cabeza, cueste
distinguirlos y uno acabe recordando trozos en lugar de temas.
Todas las guitarras han
sido grabadas por Steer, aspecto nada novedoso ya que hizo lo mismo con las rítmicas
durante casi toda la trayectoria pasada del grupo, incluida la fase en la que
estaba Michael Amott. Eso sí, los solos son algo flojitos, muy correctos, muy
bien fraseados, pero demasiado contenidos para la agresividad que transmite el
disco en general. Y del nuevo batería Dan Wilding se puede destacar su energía,
su precisión y su intachable técnica, pero no hace nada más aparte de cumplir
como si se tratara de una ‘drum-machine’, ritmos básicos y nada de personalidad
ni de aportación propia (quizá hay que admitir que en este sentido Ken Owen siempre
dejó el listón altísimo, aparte de su considerable papel como compositor en los
tres primeros discos). También han grabado cuatro temas extra que no aparecen
en la edición normal y que, según el grupo, tienen una orientación más Rock,
menos agresiva, y no pegan con el concepto del álbum, por lo que habrían debilitado
su desarrollo.
Después de escuchar el
disco mil y una veces, y habiendo leído varias entrevistas con Jeff Walker y
Bill Steer, se puede afirmar sin apenas duda que este es el disco de regreso
más honesto, pasional e inspirado que haya hecho ninguno de los grupos grandes
en los últimos años, y probablemente el mejor de todos. No vamos a pedirles a
estas alturas que sigan inventando un subgénero con cada álbum, aunque esta es
la primera vez que un disco de CARCASS no se consagra en su totalidad a un
único estilo. Como ellos mismos habían ido avisando, se trata de una mezcla deliberada
de sus distintas etapas, lo mismo que han hecho en sus últimos trabajos bandas
igualmente grandes e igualmente pioneras -con la diferencia de que nunca se han
separado- como NAPALM DEATH, CANNIBAL CORPSE, OVERKILL o VOÏVOD. El disco es
muy variado y muy disfrutable, pero no tiene una identidad propia, es un popurrí
de cosas sacadas de aquí y de allá (al menos sacadas del repertorio propio) y muy
poco cohesionadas. En conjunto se hace difícil construir una imagen mental del álbum,
como sí la tenían todos los anteriores (incluso “Swansong”, pese a otras muchas
carencias), y sin duda su eclecticismo podrá resultar excesivo para muchos.
Como resumen se podría
decir que la primera impresión es muy buena, por contraste con lo que suelen
ser los discos de reunión, pero tras sucesivas escuchas tampoco es que sea
deslumbrante. Algunas partes son memorables, otras son ciertamente inspiradas, hay
varias verdaderamente fulgurantes, y en general tienen buenas ideas que
reparten alegremente, pero, no sé por qué, cada vez que termino de oírlo me dan
ganas de volver a ponerme el “Necroticism”. Creo que una vez pase el revuelo
inicial y cuando ya el disco esté asimilado del todo, será el momento de
comprobar cuánta gente pasa más tiempo oyendo este “Surgical steel” que
regresando a sus clásicos.