La escena catalana de Brutal Death es una de las más prolíficas y activas en España, con grupos clásicos como CAUSTIC o MIXOMATOSIS, veteranos como BAALPHEGOR o ENTROPIA, luchadores incansables como HAEMOPHAGIA, nuevos valores como ENGORRIMENT, grupos a punto de publicar nuevos trabajos como INFECTED FLESH o AVGRUNN y otros que acaban de hacerlo como CARRIONED o FALL OF MANKIND, y promesas recién surgidas como estos HUMAN CARNAGE de Barcelona.
Lo más apropiado es valorar este disco autoeditado precisamente como eso, un disco autoeditado y un grupo que aún está en fase de promesa, así es más fácil pasar por alto ciertas deficiencias que podrán ir puliendo con el tiempo. Pero de entrada exhiben un gran potencial y atesoran valores como intensidad, técnica, variedad y personalidad, rasgos interesantes en el siempre repetitivo mundo del Brutal Death. Vaya también de entrada la observación de que quizá habría estado bien elegir un nombre que no suene tanto a refrito y que no corra el riesgo de perderse en el bullicio de todos los que ya empiezan por “Human” o incluyen “Carnage”, no creo que sea una buena carta de presentación, y es que la saturación de grupos hace que el oyente pase por alto los que, como éste, no llamen la atención ni destaquen frente al resto.
El punto más débil de este disco es la producción, bastante tosca. Dudo que sea ese el sonido que han querido lograr, demasiado oscuro y algo confuso, sobre todo la batería, porque no es lo habitual en el género. Y, sin embargo, al mismo tiempo resulta atractivo, porque ese toque orgánico y cálido le da mucha vida a la música. Podrá parecer paradójico, pero al evitar los sonidos digitales excesivamente tratados ganan mucho en cercanía y causan una mayor impresión sobre el oyente, y esa especie de caos provocado por la oscuridad del sonido refuerza a su vez la propia oscuridad de la música. No es que me contradiga: objetivamente la producción es tosca, elemental, poco elaborada, pero su impacto sobre la música es una cuestión que puede mirarse desde ambas perspectivas, y al final cuál de las dos prevalezca será cuestión de gustos.
Eso sí, la batería no hay forma de entenderla, porque sencillamente no está bien grabada. Muchas partes del kit no se oyen siempre como deberían, la caja tiene una sonoridad muy mate, casi opaca, hay veces en que parece que no va bien sincronizada con el resto de instrumentos (por ejemplo en el principio de “Engines of a genocide”, el tema más largo del disco, con sus más de seis minutos bien distribuidos y equilibrados), y en general los blasts van a su bola y suenan bastante descontrolados. Sí, al final acaba entrando a tiempo en la siguiente parte, pero por momentos hay una preocupante sensación de barullo percusivo que no le sienta nada bien.
Volviendo a los méritos del disco, las partes rápidas y brutales se compensan en todos los temas con muchas otras más pesadas, lo que evita la monotonía y asegura la variedad. Un tema como “Predators of God” es un buen ejemplo, aunque en realidad cualquiera valdría, ya que la uniformidad entre todos ellos es muy alta. Y el bajo, aunque en la mezcla no siempre resulta claramente audible, tiene un papel instrumental muy destacado y hace continua demostración de una técnica envidiable, bien sea cuando va al unísono con los riffs o los arpegios de la guitarra -lo que de por sí ya se las trae- o bien cuando tiene sus ocasionales momentos para destacar por sí mismo (“Glorious revenge”, y no me refiero a la parte en que se queda casi solo, sino a lo que hace por detrás de la guitarra desde el principio y después varias veces más, una de ellas hacia el final del tema; otro tanto sucede en “Execution VII” y también en la mencionada “Engines…”, con un breve momento de lucimiento solitario que en realidad enmascara lo más complicado que ejecuta y que está en la parte central del desarrollo del tema).
Lo que destaca claramente por encima de todo lo demás es el trabajo de guitarra, la auténtica protagonista del álbum: ha logrado combinar elementos de Death Técnico y Brutal sin caer en los tópicos de ninguna de esas corrientes. Curiosamente, no los fusionan, sino que los superponen, al estilo de unos DYING FETUS (con menor presencia de lo técnico y nada de su Groove): progresiones y muy especialmente arpegios son lo más socorrido, y de hecho la guitarra vuelve a estos cada dos por tres. No son los arpegios que se han puesto tan de moda en el Tech-Death más ultra, de esos que lo llenan todo hasta anular cualquier otro ingrediente y que en el fondo no son más que ejercicios de dedos; aquí están ensamblados como pequeñas partes de los riffs, normalmente tras una célula rítmica, lo que hace que aparezcan sólo de vez en cuando y no lo copen todo ni lleguen a agobiar. Este particular diseño es a la vez la seña de identidad más clara en las composiciones del grupo, aunque con sólo un disco se ve ya que recurren a ella casi en exclusividad -al margen de las partes pesadas con riffs más clásicos- y en el futuro deberán encontrar otros elementos aparte de este si quieren consolidar un estilo propio.
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