Segundo disco en diecisiete años a cargo de este grupo, en la actualidad un dúo pero por el que han pasado un buen puñado de músicos. Tras su debut “Firewar” del 2003, también autoeditado, este segundo trabajo ofrece una buena dosis de Black acelerado y gritón, como debe ser. Lástima que el sonido de la batería no se una a estos atributos y que resulte demasiado limpio, además de dar impresión de “disparado”. Por lo demás, el conjunto sonoro logra ser altamente sugestivo y transmite a la perfección la rabia, la velocidad y la furia de la música. Aun así a las guitarras, pastosas y densas, no les habría venido mal sonar aún más chirriantes. De la voz nada que objetar, rasgada y muy a menudo doblada por otra más gutural, cumple su papel de forma brillante.
Como punto destacado hay que señalar las discretas incursiones melódicas de ciertos riffs -e incluso la presencia de algunas frases armonizadas-, en medio de los habituales trémolos propios del género. Esto es lo más interesante del disco, el usar a veces otros recursos aparte del citado o de arpegios, acordes abiertos, disonancias y en general los esperables en un disco de Black. Podrían darle mucha más salida y así forjarse una identidad propia dentro de un panorama a veces demasiado homogéneo. Al final esto es lo que más pesa en este disco por el lado del demérito, que resulta demasiado convencional, aparte de que ninguna canción es llamativa en especial, salvo quizá la final “Withering dieties” y su aire novedoso, casi post-Black, y sus armonías cercanas al Shoegaze pero con un sonido mucho más crudo.
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