Impresionante segundo disco de estos italianos, toda una sorpresa y además una esperanza abierta para el futuro. Ahora bien, ¿por qué un grupo consigue juntar una colección de temazos como los que hay aquí pero no rematan la jugada culminando un disco inalcanzable? ¿Por qué dejarlo en ocho temas y 29 minutos de música? El talento que demuestran en las composiciones es bárbaro, tanto que por eso mismo el álbum en conjunto se queda como a medias, pidiendo más y sin haber llevado al límite todo su enorme potencial, aparte de cierta sensación ocasional de barullo, o pasajes que podrían haber pulido aún más.
El grupo lleva una década en activo, pero el resto de información que da la madre de todas las enciclopedias metálicas está incompleto. En contra de lo que allí se lee, sólo los hermanos De Muro (Andrea y Edoardo, guitarra y batería) permanecen desde los comienzos, y el resto se han ido añadiendo después. Fue en el 2008 cuando el estilo del grupo empezó a cambiar, con la entrada de Alessio Locci, guitarra, Lorenzo Orru, vocalista, y Lucio Manca al bajo, quien sería sustituido por Alessandro Farci dos años más tarde. En la actualidad se dedican al Brutal Death americano, con unas grandes dosis de CANNIBAL CORPSE en su estilo pero con una imaginación y dinamismo que los aleja de todos sus competidores y hasta de sus modelos.
Sin salirse ni un milímetro de los cánones del género, se sacan de la manga unos riffs que no son ni mucho menos los habituales y que marcan su mayor aportación. Suenan innovadores pero también terriblemente ortodoxos, y a la vez brutales como el que más. Parece contradictorio, pero no lo es. Resulta que en el universo Brutal Death aún queda un filón de riffs por desenterrar y sacar a la luz, y ellos han dado con una veta privilegiada. Sí, recuerdan a CANNIBAL CORPSE en muchos momentos, pero no son ellos ni les quitan nada, en todo caso son el ejemplo de lo que los americanos podrían haber hecho en sus últimos discos, demoledores pero previsibles.
Quizá innovadores no sea la palabra, sino simplemente inspirados. O inquietos, o hambrientos, o todo a la vez. No insistiré más en las filigranas de los riffs, sus idas y venidas o lo bien compactados que están con los ritmos de la batería, nada lineal ni monótona y con la que crean la música de forma unitaria, sin que esta sea un mero pun-pun-pun superpuesto, peligro frecuente en el Brutal Death. Aparte de estos geniales hallazgos, la presencia de solos supone otra gran novedad, y el propio estilo de estos, con un nosequé retro, también. Completa la faena un trabajo de guitarras rítmicas y de desarrollos en las partes instrumentales igualmente inspirado y currado, como en “Sarin Benison”, “Ravenous theophagists”, la larga “Allograft harvesting” o el final de “Breastfed with mendacity”. Por cierto, este es uno de los temas en los que los gritos de Lorenzo Orru suenan más clavados a los de “Corpsegrinder” cuando abandona el registro gutural y se pone a chillar como un poseso.
El disco se grabó en los estudios 16th Cellar (donde han grabado compatriotas suyos como HOUR OF PENANCE y FLESHGOD APOCALYPSE), fue mezclado y masterizado por Stefano Morabito, otro habitual en este tipo de producciones, y la portada corrió a cargo del inconmensurable Pär Olofsson, ¿qué más se puede pedir? Pues un acabado aún más perfecto y dos o tres temas más, que semejante momento de gracia no es como para ser tan tacaño y dejarlo pasar.
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